Ser humilde es reconocer con agradecimiento nuestra dependencia del Señor y comprender que tenemos la necesidad constante de recibir Su apoyo. La humildad es el reconocimiento de que nuestras aptitudes y talentos son dones de Dios; no es señal de debilidad, de timidez ni de temor, sino una indicación de que sabemos de dónde proviene nuestra verdadera fortaleza. Puedes ser humilde y, a la vez, ser audaz y valiente.
Información adicional
Jesucristo es nuestro máximo ejemplo de humildad. Durante Su ministerio terrenal, siempre reconoció que Su fortaleza derivaba de Su dependencia del Padre. Él dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo. . . . no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió” (Juan 5:30).
El Señor te fortalecerá a medida que seas humilde ante Él. Santiago enseñó: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. . . . Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará” (Santiago 4:6, 10).
—Véase Leales a la fe, 2004, págs. 103–104
Referencias de las Escrituras
Materiales adicionales para el estudio
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“Humildad, Humilde,”
Guía para el Estudio de las Escrituras -
“Ser humilde y dócil para aprender”
Sacerdocio Aarónico—Manual 3, Lección 42 -
“Cultivar la gratitud, la humildad y la honradez”
Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, Capítulo 25