Todo lo que vemos, leemos o escuchamos en los medios de comunicación tiene un efecto en nosotros. A los miembros de la Iglesia se les aconseja que escojan solamente entretenimiento y medios de difusión que sean edificantes. El entretenimiento sano promueve pensamientos y elecciones correctas y permite a los participantes divertirse sin perder el Espíritu del Señor.
Información adicional
El élder M. Russell Ballard del Quórum de los Doce Apóstoles enseñó:
“Debido a su alcance e influencia, los medios de hoy presentan amplias opciones que denotan un gran contraste. En discrepancia con su aspecto dañino y permisivo, los medios de comunicación ofrecen mucho que es positivo y productivo. La televisión ofrece canales de historia, de descubrimiento y educación. Aún se pueden encontrar películas, comedias y dramas que entretienen y edifican y que representan correctamente las consecuencias del bien y del mal. Internet puede ser un gran instrumento de información y comunicación, y existe una oferta ilimitada de buena música en el mundo. Por lo tanto, nuestro mayor reto es escoger sabiamente lo que escuchamos y lo que miramos.
“Como dijo el profeta Lehi, por medio de Cristo y de Su expiación, somos ‘libres para siempre, discerniendo el bien del mal, para actuar por [nosotros] sí mismo, y no para que se actúe sobre [nosotros]…libres para escoger la libertad y la vida eterna…o escoger la cautividad y la muerte’ (2 Nefi 2:26–27).
“Las elecciones que hagamos relacionadas con los medios de difusión podrían simbolizar las elecciones que hagamos en la vida. El elegir programas de televisión y películas que están de moda, que son sexualmente excitantes y de mal gusto, podrían ser la causa, si no tenemos cuidado, de que también escogiéramos lo mismo en nuestra vida.
“Si no hacemos buenas elecciones, los medios pueden devastar a nuestra familia y apartar a nuestros hijos del estrecho sendero del evangelio. En la realidad virtual y percibida de las pantallas del cine y la televisión, se representan con regularidad puntos de vista y conductas destructivos para la familia como algo agradable, de moda, emocionante y normal. A menudo, los ataques más devastadores contra la familia no son directos ni de frente, ni abiertamente inmorales. La iniquidad inteligente es demasiado astuta, pues sabe que la mayoría de la gente aún profesa creer en la familia y en los valores tradicionales; los ataques son más bien sutiles y amorales; los asuntos del bien y del mal ni siquiera se mencionan. Por todas partes se ven la inmoralidad y las insinuaciones sexuales, por lo que algunos piensan que si todos lo hacen, debe estar bien. Ese mal pernicioso no está en la calle, está entrando en nuestro hogar, directamente al corazón de nuestra familia” (“Que se escuche nuestra voz”, Liahona, Nov. 2003, 16–17).
Materiales adicionales para el estudio
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“La diversión y los medios de comunicación”
Para la fortaleza de la juventud, págs. 17–19