Como consecuencia de la caída de Adán y Eva, todas las personas vivimos en una condición caída, separadas de Dios y sujetas a la muerte física. No obstante, no estamos condenados por lo que muchos llaman el “pecado original”. En otras palabras, no somos responsables por la transgresión de Adán en el Jardín de Edén. El profeta José Smith dijo: “Creemos que los hombres serán castigados por sus propios pecados y no por la transgresión de Adán” (Artículos de Fe 1:2).
Información adicional
Mediante la Expiación, el Salvador pagó el precio de la transgresión en el Jardín de Edén (véase Moisés 6:53). Él nos ha dado la certeza de la resurrección y la promesa de que, a condición de nuestra fidelidad, podremos regresar a morar para siempre en la presencia de nuestro Padre Celestial.
Véase también Caída
—Véase Leales a la fe, 2004, págs. 140