La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han enseñado que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos” (
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Debido a distintas circunstancias (como la muerte, el divorcio o la separación), muchos miembros forman parte de familias que tienen sólo a la madre o al padre. Sin importar la situación familiar, todos los miembros de la Iglesia tienen derecho a recibir las bendiciones del Evangelio de Jesucristo. La organización y el hermanamiento de la Iglesia proporcionan muchas personas que están dispuestas y preparadas a ayudar a padres e hijos y fortalecerlos en el Evangelio.
Dirigiéndose a los padres solteros, el presidente Hinckley dijo:
“Ése es un deber solitario, pero no tienen que estar completamente solos. Hay muchas personas, hay muchos en esta Iglesia que podrían extender una mano hacia ustedes con delicadeza y comprensión. Ellos no desean entrometerse donde no se les necesite, sino que su interés es genuino y sincero, ellos se bendicen a sí mismos a la vez que los bendicen a ustedes y a sus hijos. Acepten su ayuda, ellos tienen que brindarla por el bien de ellos y por el de ustedes.
“Contamos con miles de buenos obispos en la Iglesia, miles de buenos líderes de quórum, miles de mujeres maravillosas de la Sociedad de Socorro y maestros orientadores y maestras visitantes. Ellos son sus amigos, el Señor los ha dispuesto para que les brinden a ustedes su fortaleza y les ayuden. Y nunca olviden que el Señor mismo es una fuente de fortaleza mayor que cualquier otra” (“To Single Adults”, Ensign, junio de 1989, pág. 74).