Lo que la Iglesia enseña acerca del testimonio


Thomas S. Monson, “Qué firmes cimientos”, Liahona, noviembre de 2006

Podemos fortalecer nuestro cimiento de fe y nuestro testimonio de la verdad a fin de no flaquear ni desfallecer.

M. Russell Ballard, “Testimonio puro”, Liahona, noviembre de 2004

El testimonio —el verdadero testimonio, nacido del Espíritu y confirmado por el Espíritu Santo— cambia vidas.

Paul K. Sybrowsky, “Cómo obtener el testimonio”, Liahona, febrero de 2008

Recuerdo muchas de las veces en que di mi testimonio, pero ninguna tan vívidamente como aquella en la que era un tímido adolescente y me encontré delante de trescientos compañeros de seminario.

James E. Faust, “Un testimonio de Cristo”, Liahona, marzo de 2005

Cada uno de nosotros tiene que recibir su propio testimonio de que Jesús es el Cristo; no podemos obtenerlo de segunda mano. Creo que el testimonio de nuestro Redentor proviene de una fuente divina, como un don espiritual.

James E. Faust, “Un testimonio cada vez mayor”, Liahona, enero de 2001

Al reflexionar en mi vida, distingo una fuente de fortaleza y bendición singulares; es mi testimonio y conocimiento de que Jesús es el Cristo.

Dieter F. Uchtdorf, “Soportemos un poco más”, Liahona, enero de 2010

Una de las lecciones perdurables del período de Kirtland es que nuestro espíritu necesita nutrirse constantemente. Tal como enseñó el presidente Harold B. Lee: “El testimonio no es algo que tienen hoy y que conservarán siempre. El testimonio va a ir creciendo y creciendo hasta llegar al intenso fulgor de la convicción, o va a ir disminuyendo hasta llegar a nada, según lo que ustedes hagan con respecto a él. Afirmo que el testimonio que volvemos a retener día tras día es lo que nos salva de las trampas del adversario”. Debemos permanecer cerca del Señor todos los días si queremos superar la adversidad a la que todos tenemos que enfrentarnos.

Cecil O. Samuelson Jr., “Testimonio”, Liahona, mayo de 2011

Los fundamentos para obtener y mantener un testimonio del evangelio de Jesucristo son sencillos, claros y al alcance de cada persona.

Richard G. Scott, “El poder de un firme testimonio”, Liahona, enero de 2002

Tu seguridad personal y tu felicidad dependen de la fortaleza de tu testimonio, ya que éste guiará tus acciones en tiempos de prueba o incertidumbre.

Jay E. Jensen, “El dar testimonio”, Liahona, octubre de 2005

El testimonio suele definirse como el conocimiento o la certeza de una verdad que una persona declara mediante el poder convincente del Espíritu Santo. El apóstol Pablo enseñó: “…nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3). Dado que las cosas de Dios sólo pueden conocerse mediante el poder del Espíritu, del mismo modo sólo se pueden declarar por el Espíritu, y eso es testificar.

Mary N. Cook, “Las anclas del testimonio”, Liahona, mayo de 2008

Viven en un mundo difícil, contaminado de tentaciones y pruebas, sin embargo, el testimonio que poseen del Señor Jesucristo puede ser su ancla. La fe en el Señor Jesucristo fortalecerá y aumentará su testimonio, y podrán elevarse por encima de las maldades del mundo y mantenerse en una posición de rectitud.

Dieter F. Uchtdorf, “El poder de un testimonio personal”, Liahona, noviembre de 2006

Nuestro firme testimonio personal nos motivará a cambiar y después a bendecir al mundo.

James E. Faust, “Señor, Creo: ayuda mi incredulidad”, Liahona, noviembre de 2003

La fe vigorizante puede ser el máximo consuelo de la vida. Todos debemos buscar nuestro propio testimonio.

Robert D. Hales, “Cómo recibir un testimonio del Evangelio restaurado de Jesucristo”, Liahona, noviembre de 2003

Para obtener un testimonio y llegar a ser un converso, se empieza con el estudio y la oración, luego se vive el Evangelio con paciencia y persistencia, se invita al Espíritu y se confía en Él.

Donald L. Staheli, “Cómo asegurar nuestro testimonio”, Liahona, noviembre de 2004

El leer, meditar y aplicar las lecciones de las Escrituras, junto con la oración, se convierte en un factor irremplazable para obtener y preservar un testimonio fuerte y vibrante.

Carlos A. Godoy, “El proceso de obtener un testimonio”, Liahona, noviembre de 2008

Recibir un testimonio de la “voz apacible y delicada” algunas veces ejerce una mayor influencia en nuestro testimonio que la visita de un ángel.

Douglas L. Callister, “Cuando sabemos que lo sabemos”, Liahona, noviembre de 2007

El testimonio de los demás puede dar inicio y nutrir el deseo de obtener la fe y el testimonio pero, con el tiempo, cada persona debe descubrirlo por sí misma.