Poco antes de que el Salvador llevara a cabo la
Información adicional
El Señor ha dicho: “Si no sois uno, no sois míos” (D. y C. 38:27). Nosotros podemos buscar y fomentar esa norma de unidad en nuestra familia y en la Iglesia. Si somos casados, podemos estar unidos con nuestro cónyuge en propósito y en hechos; podemos permitir que nuestras cualidades singulares se complementen al afrontar juntos las dificultades y al aumentar nuestro amor y comprensión; también habrá unidad con otros integrantes de la familia y con otros miembros de la Iglesia al servirnos, al enseñarnos y al alentarnos unos a otros. Nosotros podemos llegar a ser uno con el Presidente y otros líderes de la Iglesia al estudiar sus palabras y seguir su consejo.
Con el crecimiento de la Iglesia en el mundo, todos los Santos de los Últimos Días podemos estar unidos. Podemos tener “entrelazados [nuestros] corazones con unidad y amor el uno para con el otro” (Mosíah 18:21); apreciamos la diversidad cultural y las diferencias individuales, pero también buscamos “la unidad del Espíritu” que se recibe cuando seguimos a líderes inspirados y recordamos que todos somos hijos del mismo Padre (véase Efesios 4:3–6, 11–13).
Véase también Amor; Matrimonio; Obediencia; Servicio; Sión
—Véase Leales a la fe, 2004, págs. 195–196
Materiales adicionales para el estudio
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“Las bendiciones de la unidad”
Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: David O. McKay, Capítulo 5 -
“Unidad”
Guía para el Estudio de las Escrituras