Cómo dar a los niños una mentalidad de crecimiento

Motherhood

Es que… No puedo. Nunca.

Estas palabras sencillas y sin pretensiones tienen el poder de arrebatar el viento a las velas de sus barcos y dejarlos a ustedes a la deriva en un mar de desilusión. Tal vez digan: “Es que no tengo la capacidad”. “No puedo hacerlo”. “Nunca resolveré esto”.

Sin embargo, por mucho que nos sintamos fracasados, haríamos bien en recordar estas palabras del élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Nuestro Padre Celestial no nos puso en la tierra para que fracasáramos, sino para triunfar gloriosamente”1. Como padres, maestros y mentores, podemos ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar un modelo saludable de pensamiento que se centre en el crecimiento y en las oportunidades en vez de en enfocarse en el fracaso o las limitaciones. A esto se le llama tener una mentalidad de crecimiento.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a lograrlo? Tengan en cuenta estos tres conceptos: descubrir, edificar y compartir.

DESCUBRAN los dones de Su hijo

Es fácil para los niños y los adultos caer en la trampa de la comparación y desanimarse por su aparente falta de habilidad, pero se nos enseña que a toda persona “le es dado un don por el Espíritu de Dios” (Doctrina y Convenios 46:11). Esto significa que no existe tal cosa como una persona sin talento, a cada uno de nosotros se nos otorgaron fortalezas únicas.

Para ayudar a sus hijos a reconocer sus propios dones, ínstenlos a explorar en qué son buenos y qué les encanta hacer. ¿Son buenos para escuchar? ¿Para trabajar en equipo? ¿Son amables con los demás? ¿Hacen reír a los demás? Todos estos son talentos valiosos que no siempre se reconocen. Estas son algunas maneras de ayudar a los niños pequeños a explorar sus dones espirituales2.

Señalen los atributos positivos que observan en ellos día a día y reafirmen continuamente lo bueno que ve en ellos. Si su hijo ha recibido su bendición patriarcal, este es un recurso excelente para ayudarlo a descubrir sus dones. Repásenla con él cuidadosamente y encuentren las palabras y frases que indiquen sus fortalezas.

Ayuden a sus hijos a EDIFICAR sobre lo que Dios les ha dado

Como aprendemos en la parábola de los talentos, no se requiere que simplemente nos aferremos a los dones que tenemos; debemos multiplicarlos (véase Mateo 25:14–30). Así es como crecemos gradualmente y nos desarrollamos para ser más semejantes a nuestro Padre Celestial, al edificar sobre lo que se nos dio a medida que buscamos “diligentemente los mejores dones” (Doctrina y Convenios 46:8).

Para algunos niños, edificar sobre sus dones y talentos y multiplicarlos puede resultar difícil. Tal vez les falte confianza en sus propias habilidades; o les falte fe; o quizás sencillamente tengan una visión o una actitud limitadas, es decir, que estén tan centrados en el “ahora”, que no piensen en el futuro. Los padres pueden ayudarlos a centrarse en mejorar, en lugar de exigir la perfección inmediata. Jesucristo nos ha prometido que, mediante Su gracia y nuestros propios y humildes esfuerzos, Él “har[á] que las cosas débiles sean fuertes para [nosotros]” (Éter 12:27).

Para ayudar a sus hijos a desarrollar una mentalidad centrada en el crecimiento que les permita desarrollar fortalezas que ya tienen, refuercen verbalmente sus esfuerzos sinceros. Traten de elogiar no solo sus talentos o inteligencia; sino más bien, concéntrense en el proceso de mejorar: en su trabajo arduo, su enfoque, su dedicación y su determinación. Recompensen su progreso y motívenlos a explorar nuevas aventuras con entusiasmo por aprender en lugar de temer al fracaso.

Den a sus hijos oportunidades de COMPARTIR sus talentos

Al centrarnos tanto en nuestro potencial individual, a veces olvidamos que nuestro propósito en la tierra no es sencillamente prepararnos para tener gloria, sino también elevar y servir a quienes nos rodean. El Salvador enseñó: “… de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).

Al enseñar a sus hijos a mirar en su interior para que descubran y desarrollen sus fortalezas, enséñenles asimismo a mirar hacia el exterior y a encontrar maneras de compartirlas. Primero, animen a sus hijos a preguntarse: “¿Cuáles son mis dones personales?” y, segundo, “¿Cómo puedo utilizarlos para hacer del mundo un lugar mejor?”.

Brinden a sus hijos múltiples oportunidades de compartir sus talentos y luego ayúdenlos a reconocer el gozo que proviene del servicio sincero. Expliquen cómo el utilizar nuestros dones para ayudar a los demás nos permite cumplir con nuestra misión individual y lograr armonía con los demás. Si combinamos nuestras fortalezas individuales, podemos cuidarnos y edificarnos unos a otros de manera perfecta, “teniendo entrelazados [nuestros] corazones con unidad y amor el uno para con el otro” (Mosíah 18:21).

Intenten esto

  1. Realicen una “lluvia de ideas de fortalezas” con su hijo. Siéntense juntos y hablen sobre todas las cosas que él considera que son sus fortalezas y escríbanlas. Si su hijo tiene una bendición patriarcal, repásenla con él para obtener más ideas.
  2. Vayan un paso más allá y pidan a su hijo que busque maneras de mejorar y compartir esas fortalezas. Esto los puede llevar directamente a establecer metas y a elaborar planes.
  3. Felicítenlo y anímenlo en sus esfuerzos.

Notas

  1. Richard G. Scott, “Cómo reconocer las respuestas a las oraciones”, Liahona, enero de 1990, pág. 31.
  2. “What Are Your Spiritual Gifts?” Friend, marzo de 2017, pág. 34.