Poco antes de Su arresto, Jesús dijo a Sus apóstoles que iban a ser “dispersad[o]s” (Marcos 14:2). Pedro no podía creerlo. ¿Cómo era eso posible? ¡Él estaba dispuesto a morir por el Salvador! Ciertamente sería fiel a Su Señor.
Pero entonces Pedro negó conocerlo. ¡No una vez, sino tres veces!
Esto sucedió cuando Jesús fue arrestado y llevado ante el sumo sacerdote, algo que leeremos en las próximas semanas. A Pedro, que esperaba afuera en el patio para ver lo que sucedería, le preguntaron tres veces diferentes si conocía al hombre que había sido arrestado. Tres veces dijo que no1.
Cuando Pedro se dio cuenta de lo que había hecho, lloró amargamente2. Debe de haber sido uno de los momentos más dolorosos de la vida de Pedro. Durante tres años Pedro había seguido con entusiasmo al Salvador, lo había defendido y declarado su lealtad a Él. Y ahora, fueran cuales fueran sus razones y motivos, Pedro había traicionado a su Maestro.
¡Pero, afortunadamente, sabemos que la historia no termina ahí! El Salvador perdonó a Pedro y se le apareció a Él y a otros apóstoles después de Su resurrección. Pedro llegó a ser el líder de la Iglesia del Salvador. Dentro de unas semanas estudiaremos el libro de Hechos, que está lleno de las enseñanzas y el testimonio de Pedro.
¡El fracaso de Pedro esa noche, que incluso se repitió tres veces, no fue suficiente para arruinar su relación con el Salvador!
¿Qué podemos aprender de ello? Quizás una lección sea que todos cometemos errores a veces, y que nunca debemos permitir que nuestro pasado nos defina. Pero lo más importante, sin importar tu pasado, es que el Salvador te está esperando con los brazos abiertos. ¡Él te ama! Él ofrece Su ayuda. ¡Él te ama!
NOTAS
Esto es parte de una serie de publicaciones sobre las lecturas semanales de las Escrituras de “Ven, sígueme”. Encuentra la lección completa aquí.
1. Véase Mateo 26:74.
2. Véase Lucas 22:62.