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Primero procura obtener mi palabra


Primero procura obtener mi palabra

Transmisión vía satélite de Seminarios e Institutos de Religión•4de agosto de 2015

Introducción

Estoy agradecido por estar aquí y como ustedes, amo ser parte de esta obra.

En preparación para el día de hoy, di mi discurso a mi familia y les pedí sus comentarios… y la mayoría fueron útiles. El comentario que estoy reacio a mencionar —y que estoy seguro que ustedes no han recibido cuando han enseñado en clase— es que Annie, nuestra hija de 12 años, se quedó dormida a mitad del discurso. Así que ella y yo esperamos que ¡esta sea una versión mejorada!

En los últimos dos años, el hermano Chad Webb nos ha invitado a ayudar a nuestros alumnos a tener una experiencia de estudio de las Escrituras que profundice su fe en el Salvador1. El año pasado más alumnos leyeron las Escrituras que nunca. Ellos dedicaron más de nueve millones de horas2 a su estudio personal de las Escrituras. ¡Les agradecemos su esfuerzo!

Hoy nos gustaría renovar esa invitación. ¿Podrían ayudar a cada alumno de seminario e instituto a tener una experiencia significativa al estudiar las Escrituras cada día? Aunque ciertamente habrá partes del Antiguo Testamento que serán un desafío para nuestros alumnos al leerlas y comprenderlas, creo genuinamente que no tenemos que utilizar trucos para “susurrarles [el Antiguo Testamento] a [sus] oídos”3.

El hermano Webb también nos invitó a analizar “cómo podemos centrarnos aún más en las Escrituras que enseñamos”4. Él hizo una serie de preguntas acerca del papel que juegan las Escrituras en nuestra enseñanza. Muchos de ustedes han considerado esas preguntas cuidadosamente. ¡Gracias! Hoy, ¿podríamos hablar por un momento acerca del papel que juegan las Escrituras en nuestra preparación para enseñar?

En mayo de 1829, José y Emma Smith estaban viviendo en Harmony, Pensilvania, EE. UU. Hyrum Smith había ido de visita y esperaba conocer acerca de su función en la Restauración. El profeta pidió al Señor y se le recordó que la palabra “es viva y poderosa, más cortante que una espada de dos filos”5. El Salvador entonces enseñó a Hyrum, y a nosotros, un principio y una prioridad que Él estableció como una secuencia importante para los maestros: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres”6.

Obtener la palabra: debe arder primero en nuestro corazón

Nuestro esfuerzo de enseñar no comienza con la preparación de una lección o al considerar cómo podría comunicarse o incluso al revisar el curso de estudio. Nuestro esfuerzo de enseñar comienza de la fuente o “en las fuentes”7. No hay mejor preparación para la enseñanza que, como el presidente Marion G. Romney dijo, estudiar directo de la fuente de las Escrituras8. Si queremos enseñar las Escrituras con poder, si queremos que nuestros alumnos sientan la verdad e importancia de un pasaje de las Escrituras, con seguridad debe comenzar con una emoción natural dentro de nosotros9.

El presidente Romney aconsejó: “Para llegar a ser maestros eficaces… debemos trabajar y estudiar… hasta que las enseñanzas del [Señor] se conviertan en nuestras enseñanzas. Entonces estaremos preparados para hablar con poder y convicción. Si elegimos seguir un método diferente… el resultado será que comunicaremos nuestras ideas o las ideas de otra persona y no [tendremos garantía de éxito]”10.

Obtener la palabra: qué debemos buscar en nuestro estudio

Al tratar ustedes y yo de obtener la palabra de manera que las Escrituras ardan en nuestro corazón, ¿podría mencionar dos ideas sencillas que deben ser la norma en nuestra búsqueda?

Primero, hay una jerarquía entre verdades, y el aprender a discernir esa jerarquía nos bendecirá a nosotros y a nuestros alumnos.

Segundo, las Escrituras contienen conexiones, modelos y temas11, incluso señales y simbolismos, entre los cuales los más importantes señalan al Salvador.

Jerarquía de la verdad

Para comenzar, el élder Neal A. Maxwell escribió acerca de una “clasificación entre verdades” y que algunas verdades son de valor a nuestra lealtad, que es una palabra que sugiere fidelidad, obediencia y devoción.

“Algo puede ser verdadero y sin importancia… No solamente debemos distinguir entre la realidad y la ficción, sino conocer qué hechos son de valor a nuestra lealtad.

“El evangelio de Jesús llama nuestra atención a la realidad de que hay una clasificación entre verdades; ¡algunas verdades son sencillas y de mayor importancia eterna que otras!”12.

La mayoría de los pasajes de las Escrituras incluyen cierta cantidad de detalle, y los aspectos inspirados que se incluyen brindarán una perspectiva acerca de los principios13 que se intentan explicar14.

Debemos ser alumnos excelentes de los detalles y de la doctrina en las Escrituras. Es importante comprender que el detalle de las Escrituras se enseña separadamente de la doctrina y por sus propios méritos simplemente informa. Tal enseñanza “no nos hará daño si el Espíritu está allí y no nos ayudará si no lo está”15. Por otra parte, la enseñanza que solamente involucra historias personales, visiones particulares y sentimientos que surgieron en el análisis, pero que carece de la sustancia necesaria de las Escrituras para enseñar la verdad e inspirar, se queda igualmente corta de la marca. Nuestros alumnos se beneficiarán más de maestros que son excelentes alumnos de las Escrituras y que entienden la función esencial del Espíritu Santo16.

He escuchado a algunos hablar de la “enseñanza devocional” que carece de erudición. También he escuchado a otras personas hablar de la enseñanza académica que no tiene la influencia del Espíritu para convertir. Solas, ni la enseñanza devocional ni la enseñanza académica reúnen las singulares demandas de la educación religiosa. El hermano Robert J. Matthews dijo una vez: “La palabra ‘religión’ significa literalmente ‘atar’. Está relacionada con la palabra ligamento, que ata el músculo al hueso. Se supone que la religión ata a la persona que la tiene a Dios y a las cosas santas y sagradas”17. Eso es lo que la educación religiosa debe hacer por nuestros alumnos.

El detalle de las Escrituras a menudo apunta a una preciosa verdad. Cuando la verdad se enseña con testimonio, invita a la revelación y el Espíritu Santo aplica la Expiación en nuestra vida18, incrementando nuestra conversión al Salvador19 y nuestro compromiso de seguir el plan del Padre Celestial.

El Antiguo Testamento ciertamente incluye “relatos dramáticos, costumbres fascinantes y hermosos estilos de escritura literaria”20. Es importante que recordemos, y que nuestra enseñanza refleje, que esos detalles no son el propósito del pasaje de las Escrituras. Como se nos ha enseñado: “Se han elaborado las Escrituras para preservar los principios”21. Esos principios del Evangelio “son la substancia y el propósito de las revelaciones”22.

En última instancia, incluso entre los principios existe un orden, por lo que “los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo”23.

Separar los detalles de los principios, así como aprender a reconocer la jerarquía que existe, incluso entre esos principios, será una obra de toda la vida. Si enseñamos cada detalle de la historia y de la ley, si enseñamos cada elemento de las travesías de Israel y olvidamos el mensaje del plan del Padre Celestial y de la expiación del Salvador en el Antiguo Testamento24, no hemos enseñado el mensaje del Antiguo Testamento25.

Pablo ciertamente me estaba describiendo a mí y quizá a algunos de nuestros alumnos, cuando dijo que “cuando leen el antiguo testamento, les queda el mismo velo sin descubrir”. Entonces dio una clave a su dilema cuando dijo lo siguiente: “el cual por Cristo es quitado” y que “cuando [sus corazones] se conviertan al Señor, el velo se les quitará”26.

Si nuestras enseñanzas se centran en Salvador27 y si podemos ayudar a que la mente y corazón de nuestros alumnos se vuelvan a Él, el velo será quitado cuando ellos lean el Antiguo Testamento. Tal vez lo más importante es que a medida que nuestros alumnos sepan buscar al Salvador en su estudio de las Escrituras, aprenderán una lección similar y también comenzarán a descubrir la influencia de Él y del Padre Celestial en su vida.

Un ejemplo de esta jerarquía

Déjenme compartir una sugerencia que nos ayudará a discernir la verdad en las Escrituras. Seleccionen un pasaje, léanlo y pregúntense: “¿Cuáles son los detalles en el pasaje?”. Subrayen las personas, los lugares, el momento y la trama. Observen el contexto general del pasaje y subrayen todos los detalles de contexto que puedan encontrar. Como sugiere nuestro manual, noten los “quiebres naturales”28 donde cambian el tono y el contenido.

Ahora vuelvan a mirar el pasaje de las Escrituras y pregúntense: “¿Cuáles son los principios o verdades que están ‘contenidos para aplicarlos’29 y cuáles, si se entienden, podrían ‘[conducir] a la obediencia’?”30. Estudien el contexto doctrinal más largo en el pasaje. Marquen cada principio de forma diferente a como han marcado los detalles. Si los principios están implícitos31, dediquen un momento a anotarlos.

Al principio resultará difícil hacer esto como un esfuerzo consciente. Requerirá concentración y tiempo. Parte de la bendición disponible al seguir este método es que nos invita continuamente a preguntarnos: “¿Cuáles son los detalles en este pasaje de las Escrituras y cuáles son los principios que intenta enseñar?”.

Como ya hemos dicho, algunos principios son simplemente más importantes que otros; invitan a más inspiración, vida y salvación porque señalan hacia el Salvador. Así que, vuelvan a leer el pasaje de las Escrituras, en este momento con una perspectiva diferente y pregunten: “¿Cómo se diseñó este pasaje32 para captar mi atención hacia el Salvador? ¿Qué hay aquí que conduce a una comprensión, gratitud y confianza más grande en Él y en el plan del Padre Celestial?”.

Finalmente, consideren con cuidado lo que los profetas modernos han tenido que decir que podría agregar conocimiento, comprensión e inspiración al pasaje de las Escrituras.

Después de estudiar de esta manera, la comprensión adicional, sugerencias y dirección que se proporcionan cuando hagan referencia al curso de estudio se combinarán con el conocimiento, inspiración y experiencia que hemos tenido en las Escrituras y las palabras de los profetas. El curso de estudio entonces confirma, refina y mejora nuestra preparación para declarar la palabra con poder.

Por ejemplo, cuando estudiemos el libro de Rut este año, podremos ver un tierno relato de pérdida y lealtad o al considerar esta jerarquía de la verdad, podemos notar que Rut había perdido a su esposo, que viajó a Belén33 y fue allí donde conoció a Booz. Podremos apreciar que Booz atendió las necesidades de Rut, le dio pan y una copa de vinagre34, llegó a ser su intercesor en la puerta de la ciudad35, y luego, como su pariente, que se traduce literalmente como “redentor”36, compra a Rut37, la toma por esposa38 y no descansaría hasta que pudo decir: “¡Consumado es!”39. Al saber esto comenzamos a sentir el fin del testimonio de amor y redención, así como la edificación e inspiración al darnos cuenta que el Gran Pariente40 hace lo mismo por cada uno de nosotros.

Este es solamente un ejemplo sencillo de búsqueda de las Escrituras. El maestro cuidadoso entonces ayudará a cada alumno a tener esa misma experiencia de estudio a medida que el alumno llega a ser autosuficiente espiritualmente41.

Hermanos y hermanas, en cada página de las Escrituras hacemos una elección que impacta el poder de la enseñanza y del aprendizaje en nuestra clase. La elección es la siguiente: ¿A cuáles de las verdades haremos volver la mente, corazón y fe de nuestros alumnos? Esta elección marca una tremenda diferencia en la porción de la palabra que ellos reciben en su forma de pensar y vivir42. Si no somos diligentes en este asunto, si escogemos dejar que el conjunto menor de la verdad “domine mi enseñanza”, entonces, como enseñó el presidente Henry B. Eyring: “estoy casi excluyéndome de la lucha por ayudar a un alumno a resistir la marejada de inmundicia”43.

Conexiones, temas y señales

Junto con el reconocimiento de esa jerarquía de la verdad, una segunda idea sencilla que puede ayudarnos a obtener la palabra es que las Escrituras están llenas de conexiones, temas y señales. ¿Podría darles un ejemplo breve de cada uno en el Antiguo Testamento?

Conexiones

El élder David A. Bednar explicó que “Una conexión es una relación o un enlace entre conceptos, personas, cosas o acontecimientos”44.

Una conexión que podemos notar es que el Antiguo Testamento está lleno de relatos de éxito y fracaso que se enseñan juntos de forma contrastante: Caín y Abel, José y sus hermanos, Jacob y Esaú, Abigail y Nadab, y muchos otros.

El presidente Eyring mencionó esta clave: “En [la] descripción del fracaso, nos enseña también el camino que conduce al éxito… Los ciclos continuos de decadencia y recuperación… pueden resultar esperanzadores e instructivos para nuestros alumnos”45.

Temas

El élder Bednar también explicó que “Los temas son características o ideas dominantes, recurrentes y unificadoras, como hilos esenciales entretejidos a lo largo de un texto” 46. Un tema que podremos notar este año se encuentra en esta frase: “Y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios”47.

A través de las plagas que precedieron su liberación, así como de los milagros que siguieron, a los hijos de Israel se les dijo que por esas cosas “Conocerás que yo soy Jehová”48.

La muerte de Goliat49, la sanación de Naamán50, Elías y los profetas de Baal51, y las sagradas y solemnes experiencias de Daniel con el rey Nabucodonosor52 han sido registrados con la declarada intención de que “Sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel”53.

A través de los libros de Salmos54, Isaías55 y Ezequiel56 en 17 libros del Antiguo Testamento, y en más de 80 ocasiones diferentes, Jehová repitió, enfatizó y aseguró que Israel y nosotros lo vemos a Él y Su mano en los eventos y enseñanzas del Antiguo Testamento, de manera que nuestros hijos y nosotros “[sepamos] desde el nacimiento del sol hasta donde se pone que… yo soy Jehová, y no hay ningún otro” 57.

A medida que estudiemos los temas de las Escrituras en los nuevos cursos fundamentales de las clases de instituto58, las Escrituras estarán “[entrelazadas] de tal manera que el estudiar [una] nos insta a estudiar [la otra]”59.Si las Escrituras en sí mismas son el foco de estas clases, las Escrituras “crecerán juntamente” y traerán a nuestros alumnos “al conocimiento de [sus] convenios”60. “El proceso de búsqueda y de identificar los temas de las Escrituras”, dijo el élder Bednar, “nos lleva… a las verdades eternas que invitan el testimonio confirmador del Espíritu Santo… Este método de obtener agua viva de la reserva de las Escrituras es el más demandante y riguroso, pero también lleva a la edificación más grande”61. Requerirá más de nosotros como maestros, no menos62.

Señales y simbolismos de Cristo

De los diversos modelos del Antiguo Testamento63, hay uno que invita particularmente a nuestra atención y esfuerzo. Ese es, de hecho, buscar un testimonio del Padre Celestial y del Salvador. El élder Bruce R. McConkie dijo: “Es… apropiado buscar semejanzas de Cristo en todas las cosas y utilizarlas una y otra vez con el fin de mantenerlo a Él y a Sus leyes presentes en nuestra mente”64.

Comenzar a enumerar las señales y simbolismos del Salvador es casi como contar gotas de agua en un río o partículas de luz en un día soleado. Después de todo, “todas las cosas que han sido dadas por Dios al hombre, desde el principio del mundo, son símbolo de él”65.

La Creación66, la serpiente de bronce67, el maná68, la liberación de Israel de la esclavitud egipcia por la sangre del cordero pintada en los postes de sus puertas69 y toda la ley de Moisés con su sistema de sacrificios y recordatorios, están consciente y visiblemente diseñados como “nuestro ayo para llevarnos a Cristo”70.

La disposición de Abraham71 de sacrificar a Isaac72; los títulos de Melquisedec73, incluso el de “Príncipe de paz”74; José salvando a sus hermanos que lo vendieron75 y la liberación de Moisés de los hijos de Israel76 eran símbolos “del que había de venir”77.

Adán fue un hombre sin pecado78 que, mientras estuvo en el jardín, escogió voluntariamente79 renunciar a su vida, de manera que pudiéramos vivir80.

El rey pensó en poner a Daniel sobre todo el reino porque “había en él un espíritu excelente”81. Los “gobernadores y los sátrapas”82, aquellos en posiciones de autoridad que odiaban a Daniel, “buscaron ocasión para [acusarlo]… pero no pudieron hallar ocasión alguna o falta”83. Entonces esos hombres inicuos “se juntaron… [y... acordaron]”84. Mientras tanto, Daniel se retiró al lugar donde “solía”85 ir y oró allí86. Al enterarse de todo esto, el rey “le pesó… [entregar a Daniel]”87 y entonces, luego de que Daniel fue enviado a una muerte certera, “fue traída una piedra que fue puesta sobre la puerta del foso”88. Solamente para que no le siguieran, el rey se levantó “muy de mañana y fue apresuradamente al foso de los leones”89 para descubrir allí que un ángel había estado presente90 y “fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él”91.

Alfred Edersheim dijo que todo el [Antiguo Testamento] “pretende señalar a Cristo. “No es sólo la ley, la cual nos dirige a Él, ni los símbolos, los cuales son representaciones de [Él], ni siquiera las profecías, que son predicciones de [Él]; sino que la historia entera del Antiguo Testamento testifica de Jesucristo… Por lo tanto, podemos sacar en conclusión que… el estudio de las Escrituras sólo es beneficioso si aprendemos a conocer [al Salvador]”92.

A lo largo de sus clases e incluso en sus hogares y familias, ¿dedicarán tiempo para preguntar a sus alumnos e hijos qué están aprendiendo y cómo los ayuda a comprender y confiar en el Padre Celestial y en el Salvador? Desde el primer día de clase, ¿enseñarán a sus alumnos a buscar deliberadamente esos magníficos testimonios que son el propósito consciente de esos autores inspirados?

Conclusión

Hermanos y hermanas, las Escrituras tienen una función irremplazable en nuestra enseñanza así como ¡en nuestra preparación para enseñar! Recuerden esta advertencia del presidente Romney:

“Se nos ha comisionado a dar aquello que recibimos del Señor (las Escrituras) a quienes enseñamos. A veces [podemos] ser tentados a intentar darlas sin obtenerlas primero …

“… [Querríamos] ir y predicar antes de [darle] la oportunidad al Señor de [prepararnos]”93.

En ese espíritu, ¿podría añadir algunas de las preguntas que recibimos del hermano Webb el año pasado y que nos invitan a considerarlas en nuestra preparación para enseñar?

  • ¿Comienza mi preparación para la clase con la búsqueda de las Escrituras?

  • ¿Me deleito94 en las Escrituras que estoy enseñando hoy y son “un fuego ardiente metido en mis huesos?”95.

  • ¿Comprendo los detalles y la doctrina que el escritor inspirado quería que viera y entendiera?

  • ¿He buscado las palabras de los profetas por su énfasis, percepción y testimonio acerca de un pasaje de las Escrituras?

  • En cada caso, ¿he buscado y encontrado la manera para que el pasaje de las Escrituras testifique del Salvador y de Su expiación?96.

Que la palabra en nuestras aulas sea más cortante que una espada de dos filos97 gracias a que ¡las Escrituras arden dentro de nosotros! Que tengamos la determinación de distinguir los detalles y ¡la doctrina digna de lealtad! Que ayudemos a nuestros alumnos a que aprendan a descubrir los hermosos testigos de las Escrituras del plan del Padre Celestial y de Su muy Amado Hijo98.

Les agrego mi testimonio, en especial del amor del Padre Celestial99 que se hace manifiesto y disponible a través de la milagrosa expiación de Su Hijo. Expreso mi gratitud por el privilegio extraordinario de ser parte de la maravillosa Restauración que hace que se “[conozca Su] nombre en la tierra para siempre”100. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notes

  1. See Chad H. Webb, “An Invitation to Study the Doctrine and Covenants” (Seminaries and Institutes of Religion satellite broadcast, Aug. 5, 2014), lds.org/broadcasts.

  2. An estimated 200,000 seminary students read the Doctrine and Covenants last year. If they read for 15 minutes per day and read for 180 school days, that equals 9 million hours of personal scripture study.

  3. J. Reuben Clark Jr., The Charted Course of the Church in Education, rev. ed. (1994), 9.

  4. Chad H. Webb, “An Invitation to Study the Doctrine and Covenants,” lds.org/broadcasts.

  5. Doctrine and Covenants 11:2.

  6. Doctrine and Covenants 11:21.

  7. Elder Bruce R. McConkie taught that the first key to understanding the Bible is to read the Bible:

    “Could any key be more obvious than this? Simply read the book itself. Unless and until we do, nothing else will fall into place. We cannot do other than rate this key as a ten on our scale. All biblical scholarship and understanding begin with reading the basic source material.

    “One of our problems is that we read what others have said about the Bible. …

    “Read the book itself. ‘Search the scriptures’ (John 5:39). Treasure up the Lord’s word. Go to the source” (“The Bible, a Sealed Book” [Church Educational System symposium, Aug. 17, 1984] 4, si.lds.org).

  8. President Marion G. Romney said, “When I drink from a spring I like to get the water where it comes out of the ground, not down the stream after the cattle have waded in it. … I appreciate other people’s interpretation, but when it comes to the gospel we ought to be acquainted with what the Lord says” (from an address to religious educators, quoted by J. Richard Clarke, “My Soul Delighteth in the Scriptures,” Ensign, Nov. 1982, 15).

  9. President Harold B. Lee taught: “You cannot lift another soul until you are standing on higher ground than he is. You must be sure, if you would rescue the man, that you yourself are setting the example of what you would have him be. You cannot light a fire in another soul unless it is burning in your own soul” (“Stand Ye in Holy Places,” Ensign, Oct. 2008, 47). Elder Neal A. Maxwell said: “Part of what may be lacking, at times, in the decent teacher is a freshening personal excitement over the gospel which could prove highly contagious. Since we can only speak the smallest part of what we feel, we should not let that ‘smallest part’ shrink in its size” (“Teaching by the Spirit—‘The Language of Inspiration’” (Church Educational System symposium on the Old Testament, Aug. 15, 1991, 5, si.lds.org).

  10. Marion G. Romney, “The Message of the Old Testament” (Church Educational System symposium on the Old Testament, Aug. 17, 1979), 1, si.lds.org.

  11. See David A. Bednar, “A Reservoir of Living Water” (Church Educational System fireside for young adults, Feb. 4, 2007), speeches.byu.edu (text), LDS.org (video).

  12. Neal A. Maxwell, The Smallest Part (1973), 4; see also Neal A. Maxwell, “The Inexhaustible Gospel,” Ensign, Apr. 1993, 69.

  13. Elder Richard G. Scott said, “Principles are concentrated truth, packaged for application to a wide variety of circumstances” (“Acquiring Spiritual Knowledge,” Ensign, Nov. 1993, 86; see also Gospel Teaching and Learning: A Handbook for Teachers and Leaders in Seminaries and Institutes of Religion [2012], 5–7). Brother Chad Webb has suggested that to determine if something is a principle, we might ask ourselves, “Is it always true? Is it applicable in every condition, every time, every circumstance, and to every people?”

  14. Elder Scott also taught: “As you seek spiritual knowledge, search for principles. Carefully separate them from the detail used to explain them” (“Acquiring Spiritual Knowledge,” 86; see also Gospel Teaching and Learning, 26–31).

  15. Boyd K. Packer, Let Not Your Heart Be Troubled (1991), 15.

  16. See C. S. Lewis, “Meditation in a Toolshed,” in God in the Dock: Essays on Theology and Ethics, ed. Walter Hooper (1970), 212–15.

  17. Robert J. Matthews, “What is Religious Education?” (unpublished address to religious educators, Aug. 31, 1989), 2.

  18. Elder D. Todd Christofferson taught, “The gift of the Holy Ghost … is the messenger of grace by which the blood of Christ is applied to take away our sins and sanctify us” (“The Power of Covenants,” Ensign, May 2009, 22; see also Area Directors’ Convention, 2011, session on “The Role of the Holy Ghost”).

  19. See Alma 23:5–7.

  20. Henry B. Eyring, “Teaching the Old Testament” (Church Educational System symposium on the Old Testament, Aug. 10, 1999), 5, si.lds.org.

  21. Marion G. Romney, “The Message of the Old Testament,” 3, si.lds.org; see also Gospel Teaching and Learning, 26–28.

  22. Boyd K. Packer, “Principles,” Ensign, Mar. 1985, 8; see also Gospel Teaching and Learning, 26–28.

  23. Joseph Smith, in History of the Church, 3:30. Expanded quotation: “The fundamental principles of our religion are the testimony of the Apostles and Prophets, concerning Jesus Christ, that He died, was buried, and rose again the third day, and ascended into heaven; and all other things which pertain to our religion are only appendages to it.”

  24. President Marion G. Romney taught, “The message of the Old Testament is the message of Christ and his coming and his atonement” (“The Message of the Old Testament,” 4, si.lds.org).

  25. See 1 Nephi 6:4; D&C 76:40–43. President Ezra Taft Benson defined the gospel in “The Gospel Teacher and His Message” ([address to religious educators, Sept. 17, 1976], si.lds.org). President Henry B. Eyring defined “two views of the gospel” in “Eyes to See, Ears to Hear” ([Church Educational System symposium on the New Testament, Aug. 16, 1984], si.lds.org; also quoted in Teaching and Learning, 54). See also the use of the word gospel in J. Reuben Clark Jr., “The Charted Course of the Church in Education.”

  26. 2 Corinthians 3:14, 16; see also Joseph Smith Translation, 2 Corinthians 3:14, 16.

  27. President Boyd K. Packer taught that the Atonement “is the very root of Christian doctrine. You may know much about the gospel as it branches out from there, but if you only know the branches and those branches do not touch that root, if they have been cut free from that truth, there will be no life nor substance nor redemption in them” (“The Mediator,” Ensign, May 1977, 56; also quoted in Gospel Teaching and Learning, 1).

  28. Gospel Teaching and Learning, 52.

  29. Richard G. Scott, “Acquiring Spiritual Knowledge,” 86; see also Gospel Teaching and Learning, 26.

  30. Henry B. Eyring, “Converting Principles” (remarks at an evening with Elder L. Tom Perry, Feb. 2, 1996), 1, si.lds.org; also quoted in Gospel Teaching and Learning, 54.

  31. See Gospel Teaching and Learning, 26–27.

  32. The Prophet Joseph Smith taught, “We may conclude, that though there were different dispensations, yet all things which God communicated to His people were calculated to draw their minds to the great object, and to teach them to rely upon God alone as the author of their salvation” (Teachings of Presidents of the Church: Joseph Smith [2007], 49).

  33. See Ruth 1:19.

  34. See Ruth 2:14.

  35. See Ruth 4:1.

  36. “The word here rendered ‘redeemer’ we translate literally from Hebrew go’el and this is its proper translation. It is rendered merely ‘kinsman’ in the King James English translation. The function of a go’el was to make it possible for a widow who had lost home and property to return to her former status and security and to have seed to perpetuate her family.

    “It is easy to see why the later prophets borrowed this word from the social laws of Israel and used it to describe the functions of Him who would become the Divine Redeemer: Think of what He does to restore us to proper status with God, and to give us future security and eternal ‘seed’” (Ellis T. Rasmussen, An Introduction to the Old Testament and Its Teachings, Part 1 (syllabus for Religion 301, 1972), 157; and Old Testament Student Manual: Genesis–2 Samuel (Church Educational System manual, 2003), 263.

  37. See Ruth 4:10.

  38. See Ruth 4:13; see also Ruth 4 chapter heading.

  39. John 19:30; see Ruth 3:18.

  40. This beautiful story “speaks of and symbolically demonstrates God’s redeeming power; it teaches us of how we can access that power and exemplifies how we should emulate our Redeemer. Numerous elements of the story serve as types of Christ. It is about hope in Israel. [Perhaps part of] the reason we love the story so much is because … our souls intuitively resonate with the redemption of Ruth; we long for what happened to her on a mortal level to happen to us in both a mortal and eternal way. Ruth satisfies some of our soul’s yearning for deliverance. It highlights our reasons for hope” (Kerry Muhlestein, “Ruth, Redemption, Covenant, and Christ,” in D. Kelly Ogden, Jared W. Ludlow, and Kerry Muhlstein, eds., The Gospel of Jesus Christ in the Old Testament, 38th Annual Brigham Young University Sidney B. Sperry Symposium [2009], 187–88).

  41. See Boyd K. Packer, “Self-Reliance” (Brigham Young University fireside, Mar. 2, 1975), speeches.byu.edu.

  42. See Alma 12:9–11; 3 Nephi 26:1–11 (especially verses 9–10). Elder Jeffrey R. Holland stated: “When crises come in our lives—and they will—the philosophies of men interlaced with a few scriptures and poems just won’t do. Are we really nurturing our youth … in a way that will sustain them when the stresses of life appear? Or are we giving them a kind of theological Twinkie—spiritually empty calories? President John Taylor once called such teaching ‘fried froth,’ the kind of thing you could eat all day and yet finish feeling totally unsatisfied. During a severe winter several years ago, President Boyd K. Packer noted that a goodly number of deer had died of starvation while their stomachs were full of hay. In an honest effort to assist, agencies had supplied the superficial when the substantial was what had been needed. Regrettably they had fed the deer but they had not nourished them” (“A Teacher Come from God,” Ensign, May 1998, 26–27).

  43. Henry B. Eyring, “Eyes to See, Ears to Hear,” si.lds.org; also quoted in Gospel Teaching and Learning, 54.

  44. David A. Bednar, “A Reservoir of Living Water,” 4, speeches.byu.edu.

  45. Henry B. Eyring, “Teaching the Old Testament,” 2, si.lds.org.

  46. David A. Bednar, “A Reservoir of Living Water,” 6, speeches.byu.edu.

  47. Exodus 6:7.

  48. Exodus 7:17; see also Exodus 7:5; 8:10, 22; 9:14, 16, 29; 10:2; 11:7; 14:4, 18; 16:6, 12; 29:46.

  49. See 1 Samuel 17:46.

  50. See 2 Kings 5:15.

  51. See 1 Kings 18:37.

  52. See Daniel 4:17, 26.

  53. 1 Samuel 17:46.

  54. See Psalm 59:13; 67:2; 83:18; 109:27.

  55. See Isaiah 5:19; 9:9; 19:21; 37:20; 41:20, 22–23; 41:26; 43:10; 45:3, 6; 49:23, 26; 52:6; 60:16.

  56. See Ezekiel 6:10, 14; 7:4, 9, 27; 11:10, 12; 12:15–16; 13:9, 14, 21, 23; 14:8; 15:7; 16:62; 17:21, 24; 20:20; 22:16; 24:27; 25:7; 35:4, 12, 15.

  57. Isaiah 45:6.

  58. See the section “Why Are We Making These Changes?” on “New Religion and Institute Courses: Additional Information,” si.lds.org/announcement-new-religion-courses.

  59. Boyd K. Packer, “Scriptures,” Ensign, Nov. 1982, 53.

  60. 2 Nephi 3:12.

  61. David A. Bednar, “A Reservoir of Living Water,” 6, speeches.byu.edu.

  62. Elder Neal A. Maxwell described it this way: “Cluster your scriptures together so that the Old Testament scripture on a particular topic is related [to the other books of scripture] and to the utterances of living prophets. The scriptures of the Church need each other. … And they help each other. …

    “… [Then] you will … make the teaching moment more significant. …

    “… Help your students avoid the tendency to skim lightly over the surface of the scriptures. … Encourage them to cluster the scriptures topically, as if they were a bunch of grapes from which you would then squeeze all the juice, and distill all the meaning” (“The Old Testament: Relevancy within Antiquity” [Church Educational System symposium on the Old Testament, Aug. 16, 1979], 1–2, si.lds.org.

  63. See Old Testament Student Manual: Genesis–2 Samuel, 111–15.

  64. Bruce R. McConkie, The Promised Messiah: The First Coming of Christ (1978), 453.

  65. 2 Nephi 11:4; see also Hosea 12:10; Alma 30:23–60 (especially verses 40–41); Moses 6:59–63.

  66. See Moses 6:63. Elder Bruce R. McConkie taught: “The revealed accounts of the Creation are designed to accomplish two great purposes. Their general purpose is to enable us to understand the nature of our mortal probation, a probation in which all men are being tried and tested ‘to see if they will do all things whatsoever the Lord their God shall command them.’ (Abr. 3:25.) Their specific purpose is to enable us to understand the atoning sacrifice of the Lord Jesus Christ, which infinite and eternal Atonement is the very foundation upon which revealed religion rests” (“Christ and the Creation,” Ensign, June 1982, 13).

  67. See Alma 33:19; see also Topical Guide, “Jesus Christ, Types of, in Anticipation”.

  68. “Your fathers did eat manna in the wilderness and are dead.

    “This is the bread which cometh down from heaven, that a man may eat thereof, and not die.

    “I am the living bread” (John 6:49–51); see also Exodus 17:6; 1 Corinthians 10:4; Topical Guide, “Jesus Christ, Types of, in Anticipation.”

  69. See Exodus 12:5–14.

  70. Galatians 3:24.

  71. Father of a multitude. Originally called Abram, ‘exalted father.’” (Bible Dictionary, “Abraham”).

  72. Elder Dallin H. Oaks explained: “This story … shows the goodness of God in protecting Isaac and in providing a substitute so he would not have to die. Because of our sins and our mortality, we, like Isaac, are condemned to death. When all other hope is gone, our Father in Heaven provides the Lamb of God, and we are saved by his sacrifice” (“Bible Stories and Personal Protection,” Ensign, Nov. 1992, 37).

  73. “King of Salem” (Hebrews 7:1–2); “the king of heaven” (Joseph Smith Translation, Genesis 14:36 [in the Bible appendix]); “King of righteousness” (Hebrews 7:2); see also Topical Guide, “Jesus Christ, Types of, in Anticipation.”

  74. Joseph Smith Translation, Genesis 14:33 (in the Bible appendix); see also Topical Guide, “Jesus Christ, Types of, in Anticipation.”

  75. See Genesis 37:27–28.

  76. See Moses 1:26; see also Deuteronomy 18:15; 3 Nephi 20:23; The Pearl of Great Price Teacher Manual (Church Educational System manual, 2000), 9–11.

  77. Romans 5:14.

  78. See 2 Nephi 2:23.

  79. See Moses 4:18.

  80. See 2 Nephi 2:25.

  81. Daniel 6:3.

  82. Daniel 6:3–4, 6–7.

  83. Daniel 6:4; see also verse 5.

  84. Daniel 6:6–7.

  85. Luke 22:39; see Daniel 6:10.

  86. See Daniel 6:10.

  87. Daniel 6:14.

  88. Daniel 6:17.

  89. Daniel 6:19.

  90. See Daniel 6:22.

  91. Daniel 6:23.

  92. Alfred Edersheim, Bible History: Old Testament, one vol. ed. (1982), xiii; also quoted in Old Testament Student Manual: Genesis–2 Samuel, 22.

  93. Marion G. Romney, “The Message of the Old Testament,” 1, si.lds.org.

  94. See Psalm 1:2–3.

  95. Jeremiah 20:9; see also Gospel Teaching and Learning, 29–30.  President Boyd K. Packer explained:

    “‘There is a great body of evidence,’ Brother [Wilford B.] Lee wrote, ‘to indicate that, in moral behavior especially, people do not act in accordance with their knowledge.’ And he observed that one could hardly find an obese person who does not know that, if he is to reduce his weight, a part of what he must do is to reduce his intake of food. Can you imagine a medical doctor who uses cigarettes and does not know that smoking is detrimental to his health? Were you ever acquainted with a divorce of parents in which both of the parties didn’t know full well that tragic effects would be visited upon their children? In such cases the persons know the right course but still fail to follow it.

    “As regards righteous behavior, then, to know intellectually is not enough. The feelings must be engaged” (Let Not Your Heart Be Troubled [1991], 14).

  96. In The Charted Course of the Church in Education, President J. Reuben Clark Jr. taught that in our study and teaching, there are actually “two prime things which may not be overlooked, forgotten, shaded, or discarded.” The first, of course, is the Savior and His Atonement. “The second of the two things to which we must all give full faith is that the Father and the Son actually and in truth and very deed appeared to the Prophet Joseph in a vision in the woods” (1–2).

  97. In its commentary for Doctrine and Covenants 6:2, the Doctrine and Covenants Student Manual contains the following explanation: “Many swords of ancient times had only one cutting edge. When someone decided to make a two-edged sword, the effectiveness of the weapon was increased tremendously. Now it could cut in any direction, no matter how the blow was struck. Thus, the likening of the word of God to the two-edged sword is a vivid simile. Just as a sharp sword can cut deep enough to sever limbs and destroy life, so the word of the Lord is powerful enough that it can bring destruction of the soul (spiritual death) to those who do not give heed to it (see Hebrews 4:12; Revelation 1:16; 2:12, 16). The word of God also has power to pierce the soul as a sword and penetrate to the inmost parts of man (see 3 Nephi 11:3; D&C 85:6). It can cut through error and falsehood with double-edged efficiency” ([Church Educational System manual, 2001], 15).

  98. See Mormon 5:14.

  99. See 1 Nephi 11:22.

  100. Abraham 1:19.