Tú eres José
Una velada con el élder Kim B. Clark
Devocional mundial para jóvenes adultos • 7 de mayo de 2017 • Tabernáculo de Salt Lake
Mis queridos hermanos y hermanas, agradezco estar con ustedes esta noche. Siento gran amor por ustedes. Siempre que estoy con los jóvenes adultos de esta Iglesia ¡siento amor y siento gozo!
Los invito a participar conmigo en lo que espero sea un recorrido de descubrimiento, fe e inspiración. Quiero llevarlos a los primeros días de la Restauración, cuando José Smith era un joven adulto. Los invito a hacer un recorrido que yo mismo he hecho. He pasado la mayor parte de mi vida estudiando y enseñando sobre líderes y las organizaciones que ellos dirigen. He tenido la bendición de conocer a grandes líderes y de trabajar con muchas de las organizaciones más selectas que las personas hayan creado sobre la tierra; pero este recorrido a las primeras experiencias de José en la Restauración ha reforzado mi convicción de que ustedes y yo somos parte de la organización más extraordinaria sobre la faz de la tierra, la Iglesia verdadera y viviente del Señor.
Deseo llevarlos a una época en la vida de José en la que afrontó incertidumbre y dificultad. Fue una etapa en la que estaba aprendiendo quién era él, quién era el Señor y cómo el Señor trabajaría con él.
Llegaría el momento en el que José sería el gran profeta de la Restauración, en el que reprendería a los guardias armados en la cárcel de Richmond con tal poder que ellos temblarían, en el que establecería la Iglesia, realizaría milagros poderosos, predicaría el Evangelio con un entendimiento maravilloso, construiría ciudades y templos, y establecería el fundamento para el recogimiento de Israel y la obra de salvación en ambos lados del velo. Pero quiero llevarlos a una época antes de eso, cuando José todavía no era lo que llegaría a ser. Deseo regresar a esos días porque esos días fueron para José lo que son los días ahora para ustedes. Creo que hay lecciones importantes sobre Jesucristo y Su doctrina, y acerca de Su profeta, José Smith, que aprenderán de los días en los que José era joven adulto. Sé que al escuchar esta noche con el Espíritu del Señor, el amor que sienten por el Señor y su fe en Él y en el Padre Celestial aumentarán, y su testimonio de la Restauración y del profeta José Smith será más fuerte.
El relato
Comienzo el relato con las planchas de oro. José Smith, a los 21 años, en septiembre de 1827, recibió las planchas del ángel Moroni, junto con dos piedras en aros de plata, que los nefitas llamaban intérpretes1. Más tarde, José y su esposa, Emma, se mudaron a Harmony, Pensilvania, el pueblo natal de Emma, debido a la intensa persecución en Palmyra, Nueva York2.
En Harmony, José copió los caracteres de las planchas y los estudió. Le pidió a su amigo Martin Harris que encontrara a alguien para traducir las planchas, pero Martin no tuvo éxito3.
Para febrero de 1828, a José le había quedado claro que tendría que traducir el registro él solo, con la ayuda de los intérpretes4. Con el tiempo, José aprendió a traducir el registro “… por el don y el poder de Dios”5.
Emma, que estaba embarazada de su primer hijo, fue la primera escribiente de José. Ella y José trabajaron en el registro hasta abril de 1828, cuando Martin Harris llegó a Harmony a escribir para José.
En junio, José había completado la traducción de la primera parte del registro, incluso lo que llamó el libro de Lehi. Martin Harris quería desesperadamente llevar el manuscrito a Nueva York para mostrárselo a su esposa y a su familia. José pidió permiso al Señor dos veces, pero cada vez la respuesta fue no. Martin insistió y José preguntó al Señor una tercera vez. Esta vez el Señor le dio permiso con la condición de que Martin Harris prometiera mostrar el manuscrito solo a su esposa y a otras pocas personas. Eufórico, Martin partió de inmediato para Palmyra con el manuscrito.
Pero José estaba preocupado. En ese período, José recibió una visita de Moroni y fue reprendido por sus pedidos reiterados de permitir que Martin llevara el manuscrito. José tuvo que devolver a Moroni los intérpretes y las planchas6.
Como si no fuera suficiente preocupación, Emma dio a luz, pero el bebé no vivió. Emma también casi muere y José pasó dos semanas constantemente a su lado. Cuando se sintió mejor, Emma instó a José a que averiguara lo que había pasado con Martin y el manuscrito.
El día en que José llegó a Palmyra, Martin Harris le confirmó sus peores temores: el manuscrito se había perdido. Su madre describió la escena:
“José… se levantó de la mesa exclamando: ‘Martin, ¿has perdido el manuscrito?’.
“‘Sí; se perdió’, respondió Martin, ‘y no sé dónde está’.
“‘¡Oh!’… dijo José, apretando sus manos, ‘¡Todo está perdido! ¡Todo está perdido! ¿Qué haré? He pecado… Debí haber estado satisfecho con la primera respuesta que recibí del Señor …’ Lloraba y se quejaba, y caminaba continuamente …
“‘¡Cuánta reprobación merezco del ángel del Altísimo!’ …
“¿Qué podía decir para consolarlo, cuando él veía a toda la familia sentirse igual que él; los sollozos, los gemidos y los lamentos más amargos invadieron la casa … Siguió caminando de un lado a otro, mientras lloraba y se afligía, hasta cerca del amanecer, cuando, con persuasión, ingirió un poco de alimento.
“A la mañana siguiente, comenzó su viaje a casa. Nos despedimos afligidos, porque parecía que todo lo anticipado con tanto anhelo… se había esfumado en un momento, y perdido para siempre”7.
El viaje de cuatro días a Harmony debe haber sido duro para José. Estaba preocupado por Emma, y afligido por la pérdida de su primer hijo. Había perdido el manuscrito y ya no tenía las planchas ni los intérpretes. Fue un largo viaje a casa.
José tomó la decisión de volverse al Señor8. Describió lo que sucedió cuando regresó a Harmony con estas palabras:
“Poco después de mi llegada, empecé a humillarme ante el Señor en oración ferviente y… le supliqué que si era posible me concediera misericordia y me perdonara todo lo que había hecho contrario a Su voluntad”9.
“Me encontraba… caminando a cierta distancia cuando… el mensajero celestial que antes se había manifestado apareció y me entregó de nuevo el Urim y Tumim [los intérpretes]… Pregunté al Señor por medio de ellos y recibí la siguiente revelación”10.
La revelación que José recibió está registrada en la sección 3 de Doctrina y Convenios. Es una dura amonestación y un llamado a arrepentirse, con una promesa. Primero, la amonestación:
“Y he aquí, con cuánta frecuencia has transgredido los mandamientos y las leyes de Dios, y has seguido las persuasiones de los hombres.
“Pues he aquí, no debiste haber temido al hombre más que a Dios. Aunque los hombres desdeñan los consejos de Dios y desprecian sus palabras,
“sin embargo, tú debiste haber sido fiel; y con su brazo extendido, él te hubiera defendido de todos los dardos encendidos del adversario; y habría estado contigo en todo momento de dificultad”11.
José fue motivado por la persuasión y el temor de los hombres cuando pidió permiso reiteradamente al Señor para darle el manuscrito a Martin Harris. José había comenzado a arrepentirse, pero el Señor le enseñó que había algo más que hacer:
“He aquí, tú eres José, y se te escogió para hacer la obra del Señor, pero caerás por motivo de la transgresión, si no estás prevenido.
“Mas recuerda que Dios es misericordioso; arrepiéntete, pues, de lo que has hecho contrario al mandamiento que te di, y todavía eres escogido, y eres llamado de nuevo a la obra”12.
Moroni le pidió a José que regresara los intérpretes y las planchas, pero le prometió: “Si eres muy humilde y penitente, puede que los recibas de nuevo”13. José siguió arrepintiéndose y recibió de Moroni, no mucho tiempo después, las planchas y los intérpretes14.
Más tarde, preocupado por el avance lento de la traducción durante el invierno de 1829, José le pidió al Señor que le enviara un escribiente15. En abril, el Señor envió a Oliver Cowdery a Harmony para servir como escribiente de José tras su milagrosa conversión16.
Con la llegada de Oliver, el proceso de traducción avanzó a un ritmo extraordinario.
La traducción del Libro de Mormón estuvo llena de milagros y bendiciones para José.
Sin embargo, la pregunta sobre qué hacer con el libro de Lehi en verdad lo preocupaba. Sin el registro de Lehi, no habría explicación sobre la familia de Lehi, el viaje a la tierra prometida ni el origen de los nefitas y los lamanitas.
En mayo de 1829, el Señor le reveló a José un plan, establecido por siglos, para reemplazar el libro de Lehi con lo que conocemos ahora como las planchas menores de Nefi. Esas planchas contenían un resumen del libro de Lehi y las profecías y enseñanzas de Nefi y otros profetas. Esos escritos, contenidos en el Libro de Mormón desde 1 Nefi hasta Palabras de Mormón, fueron inspirados por el Señor, preservados por cientos de años y agregados al registro por Mormón bajo la dirección del Señor17.
José y Oliver no tradujeron de nuevo el libro de Lehi. El Señor advirtió a José que hombres malvados habían cambiado el manuscrito original y estaban al acecho para interrumpir la obra del Señor. José tradujo las planchas menores de Nefi y colocó la traducción al inicio del Libro de Mormón.
La traducción del Libro de Mormón trajo experiencias maravillosas: se restauró el sacerdocio, José y Oliver fueron bautizados y recibieron el don del Espíritu Santo18. Once testigos vieron las planchas y dieron testimonio de su realidad.
El Libro de Mormón, con el testimonio de los testigos, se publicó en 1830. Martin Harris, que fue uno de los testigos, hipotecó su granja para pagar la impresión.
Tengo aquí dos tesoros de las colecciones históricas de la Iglesia que quiero mostrarles. El primero es una página del manuscrito original del Libro de Mormón. Esta página contiene la traducción al inglés de 1 Nef1 3:7:
“Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado”.
El segundo tesoro es un ejemplar de la primera edición del Libro de Mormón.
Lo que José recibió por revelación fue impreso en Palmyra y está aquí en el Libro de Mormón. El relato que les he contado sobre José cuando era joven adulto, sobre Emma, Martin Harris, Oliver Cowdery, Moroni y el Libro de Mormón es verdadera.
Lo que este relato significa para ustedes
Los invito, queridos hermanos y hermanas, a aplicar este relato a su experiencia en la vida. El Señor los prepara y les enseña, así como lo hizo con José cuando era joven adulto. Hay lecciones importantes que pueden aprender de la experiencia de José. Esta noche quiero centrarme en tres: fe y confianza en Jesucristo, arrepentimiento, y el poder espiritual del Libro de Mormón.
Lección 1: Fe y confianza en Jesucristo
Comienzo con la lección 1: Fe y confianza en Jesucristo.
Quiero que piensen por un momento en la situación de José cuando Martin Harris le pidió que preguntara por tercera vez al Señor. El Señor ya había dicho que no dos veces. El tercer pedido de Martin creó un dilema para José; fue una prueba de su fe.
Piensen; por un lado, José tenía fe en Jesucristo y fue bendecido con muchas experiencias espirituales extraordinarias. Él había visto y hablado con el Padre y el Hijo; tuvo entrevistas con Moroni y otros profetas; acababa de experimentar la milagrosa traducción del Libro de Lehi usando los intérpretes y su piedra vidente19.
Por otro lado, José tenía 22 años y estaba preocupado. Tenía una esposa maravillosa, que estaba embarazada de su primer hijo. No tenía dinero, ni educación ni medios para proveer para su familia. Estaba rodeado de escépticos y acosadores, y tenía pocos amigos. No había consultores a quién preguntar, ni mesa directiva, ni banqueros que le dieran fondos y consejos. Él sabía que tenía que publicar los registros, pero no tenía idea cómo pagar por la impresión si Martin Harris lo abandonaba. Su vida estaba llena de incertidumbre.
A pesar de su gran legado de experiencias espirituales, José “[temió] al hombre más que a Dios”20 y eligió preguntar por tercera vez, provocando así el desagrado del Señor y desencadenando lo que causó la pérdida del manuscrito. Pero el Señor fue misericordioso con José. Usó la fe que José ya tenía para ayudarlo a arrepentirse y preparó los medios para compensar la pérdida del manuscrito.
En muchas maneras, la situación de ustedes es como la de José. Son jóvenes adultos con preocupaciones e incertidumbres sobre el matrimonio y la familia, educación, trabajo y sobre encontrar su lugar en este mundo y en el Reino del Señor. Puede que haya otros desafíos y problemas en su vida.
Como José, ustedes ya tienen recursos y experiencias espirituales. Han sentido el Espíritu del Señor en oración, en las Escrituras, en el servicio a los demás. Han experimentado el amor, la gracia y el poder del Señor Jesucristo en el arrepentimiento, en la Santa Cena y en el santo templo.
Cuando afronten pruebas, como seguramente lo harán, no escuchen a sus miedos ni dependan de las persuasiones de los hombres. En vez de ello, los invito a que hagan las cosas que el Señor ayudó a José a hacer. Les prometo que traerán poder espiritual a su vida.
Primero, recurran a las experiencias y recursos espirituales que ya tienen para encontrar más fe y confianza en Jesucristo. Confíen en las bendiciones espirituales que han sentido y recibido a fin de obtener fortaleza para seguir avanzando con fe en el Salvador. Él es la bendición más importante de todas. Su amor nunca falla. Él estará con ustedes en todo momento de dificultades.
Segundo, miren hacia adelante con fe para ver que el Salvador influye en su vida. Recuerden cómo el Señor preparó a Oliver Cowdery para ser el escribiente de José y ayudó a José a compensar la pérdida de las 116 páginas con las planchas menores de Nefi21. El Señor actuó en la vida de José y también en la de ustedes. Ustedes tienen una identidad y un propósito eternos, y un destino divino. El Señor está participando en su vida ahora mismo; va delante de ustedes, abriendo puertas, preparando a otras personas para que los ayuden y abriendo el camino delante de ustedes.
Lección 2: El arrepentimiento
Prosigo ahora con la lección 2: El arrepentimiento.
Volvamos ahora al momento en que José descubre que se perdió el manuscrito. José sabía que había pecado contra el Señor y transgredido Sus mandamientos. Lo abrumaba la culpa y el dolor; pero José se volvió al Señor y encontró el milagro del perdón y el gozo de la redención.
El Señor esperaba de José un alto estándar, sin excusas. Trataba a José como el gran profeta que Él quería que José llegara a ser. José temió al hombre más que a Dios; confió en su propio entendimiento y no en Dios. Para José, el arrepentimiento era mucho más que simplemente decir: “Cometí un error. Lamento haber perdido el manuscrito”. José tenía que superar las actitudes, miedos y tendencias en su vida que eran la raíz de sus pecados; y necesitaba crecer, aprender y cambiar a lo largo de toda su vida.
José necesitaba un cambio en el corazón que solo es posible mediante la misericordia, el amor y el poder de Jesucristo. Eso fue exactamente lo que José recibió. El Señor conocía el potencial del carácter noble de José. Cuando le dijo a José: “… tú eres José… arrepiéntete… todavía eres escogido”22, pueden escuchar en esas palabras al Salvador extendiendo a José Su amor y misericordia, anhelando que José cambie.
También pueden escuchar al Señor enseñar a José quién es realmente. Quizás había crecido como un niño pobre, en una granja y sin educación, pera esa no era su verdadera identidad. Él era José el Profeta, vidente elegido mediante el cual Jesucristo restauraría la plenitud de Su evangelio a la tierra.
Cuando del Señor llamó a José al arrepentimiento, fue un llamado para que José hiciera los cambios necesarios a fin de elevarse y lograr su verdadera identidad mediante el poder de la expiación de Jesucristo. El Salvador ya había sufrido todo lo que José padeció, lo cual fue real y duro, y muy preocupante. Jesucristo ofreció a José el camino al perdón y a la redención. Durante muchos días, semanas y meses, José buscó el perdón del Señor y Su poder redentor, y los recibió.
Hermanos y hermanas, el Señor establece estándares muy altos para ustedes también, sin excusas. Él los trata como el discípulo valiente y compasivo que desea que sean; pero Él también los ama, como amó a José. Todos cometemos errores de vez en cuando, y cada uno necesita las bendiciones del arrepentimiento.
Como pueden ver de la experiencia de José, el arrepentimiento es mucho más que decir al Señor y a su obispo que hicieron algo mal. Pecar es alejarse del Señor; arrepentirse es regresar a Él. El arrepentimiento requiere un cambio en el corazón y la mente, un cambio de vida adecuado a su situación personal.
Más aun, el arrepentimiento los bendice continuamente. Es la manera en que el Señor nos ayuda a actuar mejor y a ser mejores a lo largo de la vida. Es la manera en que ustedes se elevan y logran su identidad eterna como hijos e hijas de Dios y verdaderos seguidores de Jesucristo.
Las promesas son verdaderas, hermanos y hermanas. Vuélvanse al Señor Jesucristo; arrepiéntanse de sus pecados y guarden Sus mandamientos. Él posee misericordia infinita23, y como José enseñó después: “Nuestro Padre Celestial es más… extenso en sus misericordias y bendiciones de lo que estamos dispuestos a creer o recibir”24. Jesucristo eligió sufrir por sus pecados y todos sus dolores y penas para que Él pudiera perdonarlos, sanarlos, cambiarlos, fortalecerlos y bendecirlos con gozo. Él verdaderamente es el Salvador y Redentor.
Lección 3: El poder espiritual del Libro de Mormón
Ahora sigo con la lección 3: El poder espiritual del Libro de Mormón.
Una vez que José fue perdonado de sus pecados, se regocijó al recibir las planchas y los intérpretes de nuevo25. Su experiencia con el manuscrito perdido había grabado en su alma la importancia del Libro de Mormón en la obra del Señor. El mensaje central de los profetas del Libro de Mormón es su testimonio de Jesucristo y de Su doctrina. Hay poder espiritual en ese libro.
Podemos ver ese poder en la experiencia de la traducción de José. La traducción no fue mecánica; fue una experiencia espiritual y le enseñó la forma de actuar del Señor y del Espíritu Santo. El Libro de Mormón fue una experiencia reveladora para José de principio a fin; le enseñó la doctrina de Jesucristo, y el Señor lo llamó para que la viviera: para que actuara con fe en Jesucristo, se arrepintiera, se bautizara y recibiera el Espíritu Santo26.
El Señor bendijo a José con mayor poder espiritual en estas experiencias. Después de ser bautizado, por ejemplo, dijo que fue “[lleno] del Espíritu Santo” y “el verdadero significado e intención de [las Escrituras]” fue “[comprendido]”27.
El Señor usó la salida a luz del Libro de Mormón para elevar a José y acercarlo a Él. El Señor lo instruyó y fortaleció al traer a luz ese libro por el poder del Espíritu Santo.
El Libro de Mormón puede ser una experiencia reveladora para ustedes, así como lo fue para José.
Los profetas que escribieron el Libro de Mormón vieron nuestros días. Nos escribieron a nosotros. Sus palabras hablan de nuestra época, nuestras necesidades y nuestro objetivo. Si tienen un corazón abierto al leer y orar sobre el Libro de Mormón, el Espíritu Santo 28 les “manifestará la verdad”29; sabrán que el Señor Jesucristo es su Salvador y Redentor y que José Smith es el Profeta de la Restauración.
Ya sea que aún no sean miembros de la Iglesia o sean miembros desde hace mucho o poco tiempo, los invito a que hagan lo que hizo José: lean el Libro de Mormón, oren sobre él, actúen con fe en Jesucristo para arrepentirse, bautizarse y recibir el Espíritu Santo. Luego, sigan adelante para recibir y guardar todas las ordenanzas y convenios de salvación, incluso la ordenanza de sellamiento en el templo.
Sé del poder del Libro de Mormón por muchas, muchas experiencias personales. Quiero compartir una de ellas con ustedes esta noche; una que ocurrió cuando yo era joven adulto. Había estado en mi misión en Alemania por dos meses. Habían sido dos meses difíciles y estaba desalentado. Una mañana me arrodillé y le dije al Padre Celestial mis preocupaciones. Le dije: “Padre Celestial, por favor ayúdame”. Mientras oraba oí una voz tan perceptible y clara como si alguien estuviera parado a mi lado. La voz dijo: “Cree en Dios”.
Me senté en la cama y abrí el Libro de Mormón en Mosíah, capítulo 4, versículos 9 y 10, y leí las palabras del rey Benjamín:
“Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que él tiene toda sabiduría y todo poder, tanto en el cielo como en la tierra…
“… creed que debéis arrepentiros de vuestros pecados, y abandonarlos, y humillaros ante Dios… y ahora bien, si creéis todas estas cosas, mirad que las hagáis”30.
Al leer esas palabras sentí como si el rey Benjamín me estuviera hablando a mí. Sentí el poder del Espíritu Santo en el corazón; sabía que esa era la respuesta a mi oración. Necesitaba confiar en el Señor, arrepentirme e ir a trabajar. Desde ese día, el Libro de Mormón ha sido una fuente de poder espiritual en mi vida.
Mis queridos hermanos y hermanas, sé que el Libro de Mormón los guiará a Jesucristo y a Su doctrina. Lean el Libro de Mormón, estúdienlo, oren en cuanto a él, atesórenlo en la mente y el corazón cada día, como el presidente Monson nos ha aconsejado que lo hagamos. En cada momento de su vida, nuestro Señor y Salvador hablará paz a su alma, los elevará y fortalecerá, y los acercará más y más a Él, mediante ese libro, por el poder del Espíritu Santo.
Testimonio
Estas tres lecciones de los años de José como joven adulto testifican del poder de Jesucristo y de Su doctrina. Doy testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo viviente del Dios viviente. Hay un Redentor. ¡Él vive!
Espero y ruego que aprendan de la vida de José. Aunque tuvo dificultades en sus años como joven adulto, él confió en el Señor y el Señor lo bendijo para llegar a ser el gran Profeta de la Restauración. José hizo la santa obra de Dios. ¡La Restauración es verdadera! Recuerden esto: Jesús es el Cristo y José es Su profeta. Hay una cadena ininterrumpida de llaves del sacerdocio, autoridad y poder que vincula a José Smith con Thomas S. Monson. El presidente Monson es el profeta del Señor en la tierra hoy. Todo es verdad.
Por lo tanto, mis queridos hermanos y hermanas de toda la tierra, les digo: confíen en el Señor Jesucristo. Él sabía el nombre de José; Él sabe el nombre de ustedes. Él los ama y participa en su vida. Mediante Su misericordia, gracia y amor pueden elevarse y, como el profeta José, superar cada prueba y llegar a ser lo que están destinados a ser: valientes, fieles Santos de los Últimos Días; líderes en su familia eterna y en Su Iglesia verdadera y viviente; verdaderos discípulos de Jesucristo, llenos de Su luz y Su amor, preparados para recibir al Salvador cuando venga otra vez. De eso testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.
© 2015 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Aprobación del inglés: 04/17. Aprobación de la traducción: 03/17. Traducción de “Thou Art Joseph”. Spanish. PD60003848 002