El profeta José Smith
Las revelaciones dadas a José Smith afirman que fue un profeta de Dios.
La Primera Visión
Un jovencito lee la Biblia y sus ojos se detienen en un extraordinario pasaje de las Escrituras; ese momento cambiaría el mundo.
Está deseoso de saber qué iglesia lo conducirá a la verdad y a la salvación. Ha tratado con casi todo lo demás, y ahora recurre a la Biblia y lee estas palabras: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”1.
Reflexiona en ellas una y otra vez, y el primer destello de luz penetra la obscuridad. ¿Es ésa la respuesta? ¿Es el medio para salir de la confusión y la obscuridad? ¿Puede ser así de sencillo, preguntar a Dios y Él responderá? Al fin decide que debe preguntar a Dios o permanecer en las tinieblas y la confusión.
Sin embargo, a pesar de lo ansioso que está, no corre a un rincón tranquilo y ora apresuradamente. Sólo tiene catorce años, pero en su apuro por saber, no se apresura. Ésa no va a ser simplemente otra oración; decide dónde ir y cuándo hacer el intento y se prepara para hablar con Dios.
Entonces llega el día, es la mañana de un día hermoso y despejado, a principios de la primavera de 18202. Camina solo en la quietud de una arboleda cercana bajo los árboles que se erigen sobre él. Llega al lugar que había escogido de antemano, se arrodilla y eleva a Dios los deseos de su corazón.
Para describir lo que sucede después, él dice:
“…vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
“…Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: [José], Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo”!3.
Sólo veinticuatro años después, José Smith y su hermano Hyrum morirían a causa de lo que comenzó allí.
Oposición
José dijo que cuando tenía diecisiete años, un ángel le había dicho que “entre todas las naciones… se tomaría [su] nombre para bien y para mal… entre todo pueblo”4. Esa profecía continúa cumpliéndose hoy al extenderse La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por todo el mundo.
La oposición, la crítica y el antagonismo acompañan a la verdad. Siempre que se revele la verdad en cuanto al propósito y al destino del hombre, habrá una fuerza que se oponga a ella. Comenzando con Adán y Eva en el Jardín de Edén, siguiendo con el ministerio de Cristo, y hasta nuestros días, siempre habrá el empeño por falsificar, destruir, oponer y frustrar el plan de vida.
Busquen a la persona que recibió más persecución injusta que ninguna otra; Aquél que fue impugnado, desafiado, rechazado, castigado, abandonado y crucificado; Aquél que descendió debajo de todo y allí encontrarán la verdad, al Hijo de Dios, el Salvador de toda la humanidad. ¿Por qué no lo dejaron tranquilo?
¿Por qué? Porque Él es la verdad y siempre habrá oposición a la verdad.
Luego, busquen a alguien que sacó a la luz otro testamento de Jesucristo y otras Escrituras; busquen a alguien que fue el instrumento mediante el cual se restauró la plenitud del Evangelio y la Iglesia de Jesucristo sobre la tierra; búsquenlo y encontrarán críticas injustas. ¿Por qué no dejarlo tranquilo?
¿Por qué? Porque él enseñó la verdad y siempre habrá oposición a la verdad.
El torrente de revelación
Las revelaciones dadas a José Smith afirman que fue un profeta de Dios. Consideremos algunas de ellas, veamos parte de la luz y la verdad revelada por medio de él que brilla en pleno contraste con las creencias comunes de su época y de la nuestra.
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Dios es un ser individual y exaltado, un Padre Eterno; Él es nuestro Padre.
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Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo son seres distintos5.
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Ustedes son más que humanos, son hijos de Dios, el Padre Eterno, y pueden llegar a ser como Él6 si tienen fe en Su Hijo, se arrepienten, reciben las ordenanzas, reciben el Espíritu Santo y perseveran hasta el fin7.
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La Iglesia de Jesucristo hoy en día es básicamente igual que la iglesia que Él organizó durante Su ministerio terrenal, con profetas y apóstoles, los sacerdocios de Melquisedec y levítico, élderes, sumos sacerdotes, diáconos, maestros, obispos y setentas; todo como se describe en la Biblia.
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La autoridad del sacerdocio fue quitada de la tierra después de la muerte del Salvador y Sus apóstoles y se restauró nuevamente en nuestros días.
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La revelación no ha cesado y los cielos continúan abiertos; Dios habla a los profetas en la actualidad y les hablará a ustedes y a mí también8.
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Hay algo más después de esta vida que sólo el cielo y el infierno; hay grados de gloria, y lo que hagamos en esta vida es de importancia trascendental9.
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Más que meramente creer en Cristo de forma pasiva, deberíamos “[elevar] hacia [Él] todo pensamiento”10, “[hacer] todo cuanto [hagamos] en el nombre del Hijo”11, “recordarle siempre, y… guardar sus mandamientos… para que siempre [podamos] tener su Espíritu con [nosotros]”12.
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Los miles de millones que viven y mueren sin el Evangelio y sin las ordenanzas necesarias para la salvación no están perdidos. Mediante la expiación de Cristo, “[pueden] salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio”13 administradas tanto por los vivos como por los muertos14.
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No todo comenzó al nacer; ustedes vivieron antes en la presencia de Dios como Sus hijos e hijas y se prepararon para esta vida mortal15.
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El matrimonio y la familia no son tradiciones de los hombres hasta que la muerte nos separe. Fueron establecidos para que fueran eternos por medio de convenios realizados con Dios. La familia es el modelo de los cielos16.
Y ésa es una parte del torrente de revelación dado a José Smith. ¿De dónde vinieron estas revelaciones que traen luz a la oscuridad, claridad a la duda, y que han inspirado y mejorado a millones de personas? ¿Qué es más probable, que él lo haya inventado todo solo, o que haya recibido ayuda del cielo? ¿Las Escrituras que produjo suenan a las palabras de un hombre o a las palabras provenientes de Dios?
Conclusión
No hay controversia en cuanto a lo que José Smith hizo, sólo en la forma en que lo hizo y por qué. Y no hay muchas opciones; o era un farsante o un profeta; o hizo lo que hizo por sí solo o tuvo ayuda de los cielos. Miren la evidencia, pero miren toda la evidencia, su vida completa, no un aspecto individual. Más importante aún, hagan lo que hizo el joven José: “[pidan] a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y [les] será [dado]”17. Ésa no es únicamente la manera de saber la verdad en cuanto al Libro de Mormón y a José Smith; es el modelo a seguir para saber la verdad de todas las cosas18.
José Smith fue un profeta de Dios, como también lo es Thomas S. Monson hoy en día. Por medio de José Smith las llaves del reino una vez más “han sido entregadas al hombre en la tierra, y de allí rodará el evangelio… como la piedra cortada del monte, no con mano… hasta que llene toda la tierra”19.
Dios es nuestro Padre Eterno y Jesús es el Cristo; a Ellos adoramos. Nada se compara a Sus creaciones, al Plan de Salvación y al sacrificio expiatorio del Cordero de Dios. En esta dispensación, cumplimos con el plan del Padre y participamos de los frutos de la Expiación sólo mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio que han sido restauradas por medio de José Smith. Testifico de Ellos: Dios el Padre Eterno y Jesucristo, el Salvador del mundo; y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.