Los santos franceses durante la Segunda Guerra Mundial
En 1939, ante la inminencia de la guerra, los líderes de la Iglesia volvieron a evacuar a todos los misioneros de Francia. Una vez que los misioneros partieron, Gaston y Flore Chappuis —que habían sido llamados a presidir la Iglesia en Francia— cerraron la misión y salieron del país en agosto de 1940. Antes de irse, Gaston escribió a Léon Fargier, de Valence: “Eres el único miembro activo del sacerdocio en Francia —escribió—. Sé que harás lo mejor que puedas y usarás el talento que el Señor te ha dado”.
Durante la guerra, Fargier viajó extensamente por todo el país para visitar a los miembros. Efectuó ordenanzas, administró la Santa Cena y ministró a otros santos. Ya fuera en tren, en bicicleta o a pie, sus viajes semanales a menudo comenzaban el sábado a primera hora de la mañana y acababan el domingo a última hora de la tarde. En muchas ocasiones, Fargier viajó cientos de kilómetros en un solo fin de semana para asegurarse de que los miembros de la Iglesia tuvieran acceso a las ordenanzas del sacerdocio. La labor de Fargier no pasó desapercibida. Un periódico parisino informó el 1 de julio de 1941 que Fargier había bautizado a quince conversos en la piscina municipal de Grenoble.
Eveline Kleinert, presidenta de la Sociedad de Socorro en París, prestó servicio incansablemente a los miembros de la Rama París. Gaston Chappuis, que prestó servicio como presidente de la Rama París, pidió a Kleinert que sirviera como secretaria de la rama. Cuando Chappuis cerró la misión y se fue de París, Kleinert fue la única líder de la rama que quedó en la ciudad. Kleinert llevaba a cabo reuniones en su hogar. Cuando la tensión de la guerra hizo que les fuera imposible reunirse cada semana, ella mantuvo el contacto con los miembros de la rama por correo. Al alargarse la guerra, muchos miembros de la rama estaban enfermos y desanimados.
Kleinert escribió a Fargier. En febrero de 1944, Fargier viajó a París para animar a los desalentados santos parisinos. Kleinert registró en su diario que el gozo de los miembros fue completo cuando Fargier administró la Santa Cena y les dio bendiciones del sacerdocio. Un mes después, el esposo de Kleinert, Charles, vio un panfleto colgado en la sede de la Cruz Roja en París que anunciaba los servicios religiosos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que llevaban a cabo soldados estadounidenses. Los esfuerzos de Fargier y Kleinert permitieron que la luz del Evangelio permaneciera en Francia durante la guerra, y prepararon el camino para el crecimiento de la Iglesia a finales de la década de 1940 y posteriormente.