“Dad todas las alabanzas a Dios”
En 1983, Ghana afrontó una crisis alimentaria severa. Causada por una sequía y un repentino influjo de refugiados desde Nigeria, la crisis puso en peligro a los miembros de la Iglesia y sus vecinos con hambre y carencia. La Iglesia mundial respondió enviando dos barcos llenos de comida y provisiones para Ghana. El primer envío de cincuenta toneladas llegó el 15 de abril, y los miembros de la Iglesia se encargaron de distribuir las provisiones a muchas familias necesitadas.
Emmanuel Kissi, un doctor y uno de los primeros conversos de la Iglesia en Ghana, administraba un hospital para mujeres en Accra. Durante la hambruna, él mantuvo algunos de los alimentos y provisiones que envió la Iglesia en un almacén del hospital. Un día, una madre asolada por la pobreza con su hijo malnutrido llegaron al Hospital Deseret de Kissi buscando ayuda. Él llenó la pequeña canasta que llevaba la madre con comida y le pidió que se quitara el paño grande que usó para cubrir a su bebé mientras lo cargaba en su espalda y lo extendiera en el piso. Dr. Kissi puso arroz y frijoles (judías, porotos, habichuelas) en el paño. Lágrimas recorrieron las mejillas de los dos y la mujer cayó al piso y agradeció al Dr. Kissi. Él la tomó de la mano y la levantó. “Este alimento ha llegado a usted de Dios”, dijo él. “Debe dar todas las alabanzas a Dios”.
La escasez de alimentos también condujo a los miembros de Ghana a prepararse para que no debieran depender de fuentes externas por comida. Ellos establecieron granjas de bienestar en varias ciudades, siendo la más exitosa en Abomosu. El jefe de la aldea donó ocho hectáreas a la Iglesia sin ningún costo, y los miembros limpiaron el terreno y plantaron yuca (mandioca) y maíz. Más adelante, esa granja condujo a la creación de una cooperativa de agricultura en Abomosu que proporcionaba alimentos, servicios y oportunidades para trabajar juntos en el mejoramiento de la comunidad.