Historias de fe
Los pioneros de Guatemala
Una noche, en el otoño de 1942, Carmen Gálvez y sus amigas jugaban al tenis de mesa en un club en Retalhuleu. “Oye, Carmen, ven. Este gringo quiere conocerte”, le dijo una amiga, señalando a John F. O’Donnal, un joven estadounidense a quien hacía poco tiempo el trabajo lo había llevado a Guatemala.
“¿Por qué tiene que ir una mujer a donde está el hombre?”, respondió secamente en español, pensando que O’Donnal no entendería. “Si él es un caballero”, dijo, “él puede venir hasta donde estoy”.
O’Donnal la sorprendió al cruzar la habitación y responder en perfecto español: “¿En dónde has estado?”. Luego de esa presentación, los dos se veían de vez en cuando. Después de un tiempo, comenzaron a salir y pronto se dieron cuenta de que estaban indiscutiblemente enamorados. Pero a causa de que John era Santo de los Últimos Días en vez de católico, los amigos y la familia de Carmen se oponían al deseo que ella tenía de casarse con él. A pesar de sus objeciones, John y Carmen se casaron el 19 de junio de 1943 en el club donde se conocieron.
Carmen quedó impresionada por la devoción que su nuevo esposo tenía hacia su fe. Mientras viajaban por todo Guatemala, John con frecuencia le decía a Carmen que un día se predicaría el Evangelio restaurado a las tribus nativas del lugar. “¡Tienen que saber, porque son un pueblo elegido!”, solía exclamar. Trabajó incansablemente para llevar la Iglesia a Guatemala. Mientras visitaba Salt Lake City, personalmente le pidió al presidente George Albert Smith que enviara misioneros. Poco después, los misioneros se mudaron a una habitación en la parte superior de la casa de la familia O’Donnal.
Carmen quería desesperadamente comprender la dedicación que su marido tenía por la Iglesia. Leyó el Libro de Mormón pero le resultó difícil entenderlo. “No significa nada para mí”, se quejó a su marido. John le pidió pacientemente que siguiera adelante, animándola a orar para recibir entendimiento.
Una noche, mientras John estaba ausente, Carmen continuó orando y leyendo el Libro de Mormón. Mientras oraba, sintió que la rodeaba una presencia oscura. “Por alguna razón”, pensó, “Satanás está tratando de destruirme por esto”. Corrió a la habitación de los misioneros y les pidió ayuda. Los misioneros le dieron una bendición del sacerdocio y le ayudaron a calmar sus temores. Después de eso, sintió que tenía que bautizarse.
El 13 de noviembre de 1948, Carmen de O’Donnal fue bautizada. En diciembre, se la llamó como presidenta de la Sociedad de Socorro en la Ciudad de Guatemala y comenzó a enseñar lecciones simplificadas sobre principios del Evangelio a nuevos miembros e investigadores.
En 1976, John F. y Carmen O’Donnal fueron llamados a presidir la misión de Ciudad de Guatemala y más tarde la Misión Guatemala Quetzaltenango. En Quetzaltenango, instituyeron un programa para capacitar a misioneros en cuatro idiomas mayas para que pudiesen predicar a los indígenas guatemaltecos. Al considerar las necesidades locales, también desarrollaron programas que tendrían un impacto en la Iglesia mundial: propusieron un horario consolidado de reuniones de tres horas para reducir el tiempo que tenían que viajar los miembros que recorrían largas distancias; crearon una serie de lecciones simplificadas de la Escuela Dominical para nuevos miembros, que se convirtió en la base de la clase Introducción al Evangelio (ahora llamada Principios del Evangelio); y supervisaron la construcción de centros de reuniones locales pequeños y menos costosos. John F. O’Donnal también fue clave para adquirir la propiedad donde más tarde se construyó el Templo de Ciudad de Guatemala, Guatemala. Posteriormente, cuando se dedicó el templo en 1984, él y Carmen sirvieron como el primer presidente y directora de las obreras.