En el ministerio de Jesús
Los padres de Georges Zokou lo apoyaron cuando se unió a la Iglesia mientras estudiaba en Bouaké, pero varios años después su padre se sorprendió cuando Zokou decidió servir en una misión de dos años antes de ir a la universidad. “Esta misión […] me ayudará muchísimo”, suplicó Zokou. “Sé que recibiré muchas bendiciones durante y después de mi misión”. El padre de Zokou estuvo de acuerdo con firmar la solicitud misional, pero aclaró que esperaba ver resultados cuando su hijo regresara. “Quiero ver las bendiciones”, dijo él.
Zokou fue llamado a servir en Costa de Marfil a partir de septiembre de 1997. Cerca del final de su misión, fue asignado a entrenar al élder estadounidense Jonathan Barrett. Zokou quedó profundamente impresionado por la sólida ética de trabajo y la conducta amigable de su compañero, y el hecho de que nunca se quejara de la vida misional. “[No tenía] problemas con la comida; no tenía problemas con el sol; no tenía problemas con nada”, recordó Zokou.
Sin embargo, un lluvioso sábado por la mañana, un desconocido apuñaló a Barrett. Zokou empujó al atacante y llevó de urgencia a su compañero al hospital, pero después de una espera angustiosa, se enteró de que Barret había fallecido.
“¿Por qué le pasa algo así a un joven inocente?”, se preguntaba a sí mismo Zokou una y otra vez después de la muerte de Barrett. Le costó mucho entender por qué una persona tan buena había sido asesinada sin motivo, especialmente si estaba sirviendo como misionero. “Mi mente estaba turbada. Volvía a pensar en lo mismo una y otra vez”, recordó Zokou. Al meditar en la muerte de su compañero, Zokou tomó una decisión: “Voy a dejar mi misión ahora porque no puedo poner fin a todo este dolor”.
El presidente de la misión le dijo a Zokou que podía regresar a casa si quería, pero le aseguró: “Quiero que sepa que Dios lo ama. Todos los miembros de la Iglesia están orando por usted y por la familia del élder Barrett”. Le pidió a Zokou que trabajara en la oficina de la misión durante una semana y pensara en lo que debía hacer. Al final de esa semana, Zokou decidió quedarse para terminar la misión y le escribió regularmente cartas y correos electrónicos a la familia de Barrett.
“Oro al Padre Celestial para que no tenga que pasar por este mismo problema otra vez”, Zokou recuerda haber pensado, “[pero] este problema me cambió como persona, cambió mis sentimientos y mi personalidad”. Poco a poco, Zokou aceptó lo que había sucedido. “Uno puede estar en el ministerio de Jesucristo, pero necesitamos estar preparados para todo, incluso la muerte”. Aun cuando su misión no fue fácil, Zokou tuvo la certeza, después de haber terminado su servicio, de que este había valido la pena. “Tengo la fe y tengo este testimonio, así que tengo muchas oportunidades”, declaró. “He recibido las bendiciones”.