“Hacer realidad una profecía en mi propio país”, Historias mundiales: Togo, 2018
“Hacer realidad una profecía en mi propio país”, Historias mundiales: Togo
“Hacer realidad una profecía en mi propio país”
Dieudonné Attiogbe se unió a la Iglesia en 1989 cuando trabajaba para la embajada togolesa en Londres. Por aquel entonces, le preocupaba que el Evangelio todavía no estuviera disponible en Togo. “Cuando me bauticé”, dijo Attiogbe, “estuve casi todo el día llorando y lloraba porque pensaba en las personas de mi país”.
Attiogbe estaba resuelto a llevar el Evangelio a su tierra natal, pero le fue difícil al ser el único miembro cuando regresó a Togo. “Echaba mucho de menos la Iglesia”, recordó. A veces viajaba a los barrios y ramas de Ghana o de Costa de Marfil “solo para sentir el espíritu de la Iglesia allí”. En un viaje a Ghana, el élder Emmanuel Kissi, de los Setenta, instó a Attiogbe a escribir una carta a las oficinas del Área de la Iglesia en Sudáfrica para solicitar consejo y ayuda. “Él estaba ahí, alentándome”, dijo Attiogbe acerca de Kissi, “y me dijo que […] yo podía ayudar a que la Iglesia creciera en Togo”.
Resultó que, en realidad, Attiogbe no era el único miembro en Togo. La oficina de la Iglesia en Johannesburgo le envió una lista de varios togoleses que habían regresado al país luego de bautizarse en el extranjero y Attiogbe les escribió cartas a todos ellos. Alrededor de 1996, Attiogbe formó un grupo de Santos de los Últimos Días en Togo junto con Koffi Afangbedji, quien se había unido a la Iglesia en Dinamarca, y Agnon Didier. El grupo se reunía en una pequeña habitación que Attiogbe consiguió en el pueblo de Nkafu, donde a veces hasta tres personas debían compartir una silla, y el hijo de Attiogbe tocaba los himnos en un piano de juguete.
Al año siguiente, un miembro togolés llamado Michel Avegnon, quien poco antes había regresado de una misión en Ghana, fue llamado a dirigir la obra misional. Enseñó a personas a las que Attiogbe había dado a conocer el Evangelio restaurado. Poco después, se llevaron a cabo los primeros bautismos en Togo en la piscina de un hotel.
Para Attiogbe, aquel crecimiento fue la culminación de varios años de sueños y esfuerzo. “Aquel fue un día de gran gozo porque pensé en la forma en la que yo había recibido el Evangelio”, dijo. “Mi deseo era compartirlo con mis paisanos togoleses cuando regresara a casa, porque estaba muy emocionado”. El progreso de la Iglesia en Togo, dijo Attiogbe, “es solo una parte de la piedra sobre la cual Daniel habló en la Biblia […]; la profecía del profeta Daniel se está haciendo realidad en este instante en mi propio país”.