2005
Élderes en mi clase de inglés
septiembre de 2005


Élderes en mi clase de inglés

Me sentí nerviosa e insegura al caminar rumbo a mi nueva aula con otras 30 chicas que no se conocían. Asistiría con ellas a una escuela católica privada durante los siguientes cinco años. De buenas a primeras, nuestra maestra nos preguntó si todos nos habíamos bautizado en la Iglesia Católica; como fui la única que dijo que no, todas se quedaron mirándome.

Aquél fue mi primer día en una escuela nueva de Salzburgo, Austria, una escuela de monjas. No tardé en acostumbrarme a los crucifijos que había en cada aula, a los devocionales de cada mañana y a las monjas. Sin embargo, a mis compañeras les parecía extraño tener a un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días entre ellas. Sentían curiosidad por conocer mis creencias, pero yo no era capaz de responder a todas sus preguntas con precisión. Me preguntaba cómo podría lograr permiso para invitar a los misioneros.

Al fin se presentó la ocasión. Cierto año no había nadie en mi clase de inglés que tuviera como lengua materna ese idioma, así que les pregunté a mis compañeras si les parecía bien que invitáramos a los misioneros. Luego pregunté a los misioneros si se les permitía ir a las escuelas. Por último, pregunté a mi profesora de inglés si los misioneros podrían venir. Hice circular una lista en la que cada alumna escribió el tema del que quería que hablaran los misioneros y me sorprendió ver que la mayoría de ellas quería saber por qué habían decidido ir a la misión, qué tipo de labor desempeñaban y en qué se diferenciaba nuestra Iglesia de las demás.

Los élderes Allen y Jones fueron a la clase y dedicaron casi toda la hora a hablar de la Iglesia. ¡Fue increíble! Cuando se fueron, mis compañeras me bombardearon con más preguntas.

Aquel año dejé de ser la única persona miembro de la Iglesia en aquella escuela. Gracias a que dos amigas Santos de los Últimos Días comenzaron a ir a esa misma escuela, la canción “Oración de un niño” (Canciones para los niños, págs. 6–7) ahora forma parte del repertorio de la maestra de música.

Hablar del Evangelio de Jesucristo no fue tan difícil como pensaba. Me siento muy agradecida con mi Padre Celestial por Su Hijo Jesucristo y por Su maravilloso Evangelio. También me siento agradecida por cada oportunidad que tengo de compartir mi testimonio por medio del Espíritu Santo.

Anette Malzl Knapp es miembro del Barrio Graz, Estaca Viena, Austria.

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