Línea por línea
1 Corintios 15:20–22
En estos versículos el apóstol Pablo afirma que la resurrección de Cristo implica que todos volverán a levantarse.
Ahora Cristo se ha levantado de los muertos
“No hay palabras en la cristiandad que tengan mayor significado para mí que las que pronunció el ángel a la llorosa María Magdalena y a la otra María cuando se acercaban al sepulcro para cuidar del cuerpo de su Señor: ‘¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado’ (Lucas 24:5–6).
“Con esa declaración se acababa de rescatar a aquellos que habían vivido y muerto, a aquellos que actualmente viven y que un día morirán, y a aquellos que aún nacerán y morirán.
“Como resultado de la victoria de Cristo sobre el sepulcro, todos resucitaremos; ésa es la redención del alma”.
Presidente Thomas S. Monson, “No está aquí, sino que ha resucitado”, Liahona, abril de 2011, pág. 4.
Primicias de los que durmieron
Primicias: las frutas, las verduras y los granos que maduran antes que el resto de la cosecha.
Conforme a la ley de Moisés, se ofrecían las primicias como sacrificio sagrado al Señor para mostrarle gratitud y devoción. Dado que las primicias son una señal de que la cosecha ha comenzado y que aún habrá muchas más, el apóstol Pablo está diciendo que Jesucristo fue el primero de entre los muertos (“los que durmieron”) en volver a levantarse y que muchos más aún serán resucitados.
Así como en Adán todos mueren
Debido a la caída de Adán y Eva, todo el género humano debe pasar por la muerte física (véase 2 Nefi 9:6; Moisés 6:48).
En Cristo todos serán vivificados
“¿Apreciamos en su plenitud la tremenda importancia de nuestra creencia en una resurrección literal y universal? La promesa de la inmortalidad constituye un concepto básico de nuestra fe…
“En nuestra jornada eterna, la resurrección es la imponente demarcación del camino que indica el fin de la mortalidad y el principio de la inmortalidad… También sabemos, por revelación moderna, que sin la reunión de nuestro espíritu con nuestro cuerpo en la resurrección no podríamos recibir ‘una plenitud de gozo’ (D. y C. 93:33–34)”.
Véase élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Resurrección”, Liahona, julio de 2000, págs. 17–18.