“15 – 21 agosto. Salmos 49–51; 61–66; 69–72; 77–78; 85–86: ‘Contaré lo que ha hecho por mi alma’”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical: Antiguo Testamento 2022 (2021)
“15 – 21 agosto. Salmos 49–51; 61–66; 69–72; 77–78; 85–86”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical: 2022
15 – 21 agosto
Salmos 49–51; 61–66; 69–72; 77–78; 85–86
“Contaré lo que ha hecho por mi alma”
Al prepararse para enseñar, considere el consejo dado por el élder David A. Bednar: “hablar y exponer solamente no es enseñar. [Enseñar] el Evangelio a la manera del Señor implica observar, escuchar y discernir como requisitos previos a hablar” (“Llegar a ser un misionero según Predicad mi Evangelio”, Liahona, octubre de 2013, pág. 50).
Anote sus impresiones
Invitar a compartir
Una manera de invitar a los miembros de la clase a que hablen de algo que hayan leído durante la semana podría ser escribir en la pizarra “Mis labios se regocijarán” o “Mi lengua hablará también de tu justicia” (Salmo 71:23, 24). Ellos podrían indicar lo que hayan encontrado que los ayuda a “regocijar[se]” o a “hablar […] de [la] justicia [del Señor]”.
Enseñar la doctrina
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador”.
-
En el Salmo 51 se describen los sentimientos que muchos de nosotros tenemos cuando procuramos arrepentirnos y ser perdonados. A fin de ayudar a los miembros de la clase a entender mejor el arrepentimiento y a sentirse inspirados a arrepentirse a menudo, podría sugerirles que escudriñen el Salmo 51 con esta pregunta en mente: ¿Qué significa arrepentirse? Después permítales que digan algunas posibles respuestas. (En “Recursos adicionales” se ofrecen perspectivas que pueden ser de utilidad). ¿Por qué a veces el arrepentimiento parece ser desagradable? ¿Qué encontramos en este salmo que pueda hacer que el arrepentimiento sea una experiencia de gozo?
-
¿Cómo describiríamos lo que se siente al recibir perdón del pecado mediante el poder expiatorio de Jesucristo? Invite a los miembros de la clase a que compartan sus ideas al respecto y anímelos a que busquen pasajes en Salmos 51; 85–86 que describan el efecto de Su perdón purificador en nuestra vida (por ejemplo, véanse Salmos 51:1–2, 7–12; 85:2–9). Usted podría mostrar imágenes u objetos que ayuden a los miembros de la clase a visualizar esas frases. Entonces, los miembros de la clase podrían expresar sus sentimientos sobre el Salvador Jesucristo y Su disposición de expiar por nuestros pecados a fin de que podamos ser perdonados. También podrían entonar juntos un himno sobre el sacrificio expiatorio del Salvador, tal como “Asombro me da” (Himnos, nro. 118).
-
A fin de arrepentirnos, necesitamos tener fe no solo en que Jesucristo puede purificarnos, sino también en que Él lo hará. Es posible que durante la semana los miembros de la clase hayan encontrado pasajes en Salmos 51; 85–86 que aumentaron su fe en la disposición que el Señor tiene de perdonar. Anímelos a que compartan lo que hayan encontrado. También podría señalarles Salmo 86:5, 13, 15 y preguntarles qué enseñan esos versículos acerca del Señor. ¿Qué podría significar que Él “abund[a] en misericordia y verdad”? (versículo 15). ¿Por qué es importante que nosotros sepamos eso?
Nuestro testimonio de Jesucristo puede ayudar a que otras personas vengan a Él.
-
Una de las grandes bendiciones de reunirnos en la Escuela Dominical es la oportunidad que tenemos de obtener fortaleza de la fe y el testimonio de otros seguidores de Jesucristo. A fin de ofrecer esa oportunidad a los miembros de la clase, podría pedirles que lean Salmo 66:16 y que reflexionen sobre esta pregunta: Si tuvieran que “conta[r] lo que [el Señor] ha hecho por [su] alma”, ¿qué contarían? Mientras reflexionan, podrían leer los versículos 5–20 para obtener ideas. Permítales que escriban sus respuestas. Después invítelos a que se “c[uenten]” el uno al otro —en grupos pequeños o como clase— lo que Jesucristo ha hecho por su alma.
Recursos adicionales
El arrepentimiento significa cambio.
El presidente Russell M. Nelson describió el arrepentimiento de esta manera:
“… cuando Jesús nos pide a ustedes y a mí que nos “arrepintamos”, nos invita a cambiar nuestra mente, conocimiento, espíritu, e incluso cómo respiramos. Nos pide que cambiemos la forma en que amamos, pensamos, servimos, invertimos el tiempo, tratamos a nuestra esposa, enseñamos a nuestros hijos y aun cómo cuidamos nuestro cuerpo.
“Nada es más liberador, más ennoblecedor ni más crucial para nuestro progreso individual que centrarse con regularidad y a diario en el arrepentimiento. El arrepentimiento no es un suceso; es un proceso; es la clave de la felicidad y la paz interior. Cuando lo acompaña la fe, el arrepentimiento despeja el acceso al poder de la expiación de Jesucristo […].
“Al escoger arrepentirnos, ¡escogemos cambiar! Permitimos que el Salvador nos transforme en la mejor versión de nosotros. Escogemos crecer espiritualmente y recibir gozo; el gozo de la redención en Él. Al escoger arrepentirnos, escogemos llegar a ser más semejantes a Jesucristo”(“Podemos actuar mejor y ser mejores”, Liahona, mayo de 2019, pág. 67).