Principios de ministración
Lo que el relato de la Navidad nos enseña sobre la ministración
“Estos son días de felicidad. Canta que viene ya la Navidad. Cuenta la historia de lo que pasó cuando Jesús en el mundo nació” (“Canto de Navidad”, Canciones para los niños, pág. 32).
Liahona, diciembre de 2019
La Navidad es una época maravillosa en la que las ovejas, los pastores, los pesebres y las estrellas adquieren repentinamente un nuevo significado. Se convierten en personajes importantes al repetir el relato de uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad: el nacimiento de Jesucristo. Muchas familias exhiben un nacimiento o pesebre en su hogar; otras insisten en leer el relato del nacimiento de Jesús o en participar en una dramatización. Al igual que todos los relatos de Cristo, el relato de Su nacimiento está lleno de lecciones de las que podemos aprender cómo ministrar, cómo compartir Su luz para iluminar el mundo. “El relato de la Navidad es un relato de amor”, dijo el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia.
“En los relatos del nacimiento de Cristo podemos ver y sentir quién fue y quién es Él. Ello aligera nuestra carga durante el trayecto y nos llevará a olvidarnos de nosotros mismos y a aligerar la carga de otras personas”1.
“… no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7)
El mesonero no dio cabida al Salvador, ¡pero nosotros no tenemos que cometer ese error! Podemos darle cabida en nuestro corazón al hacer un lugar para nuestros hermanos y hermanas en nuestras mesas, en nuestros hogares y en nuestras tradiciones. Podemos hacer que muchas tradiciones familiares resulten más dulces, e incluso más memorables, si incluimos a otras personas. Daiana y su familia tienen la tradición de invitar a alguien a pasar la Navidad con ellos. Cada diciembre, hablan en cuanto a quién les gustaría invitar y toman una decisión al respecto2. Tal vez en su familia podrían comenzar una tradición similar; quizás a alguien a quien ministren le gustaría unirse a su familia para cantar juntos sus canciones navideñas favoritas. También podrían hacer lugar durante la cena de Navidad para alguien que quizás no tenga familia en la zona.
¿Qué mejor manera de celebrar al Salvador que seguir Su ejemplo de incluir a los demás? Recuerden que Él invita “a todos ellos a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles” (2 Nefi 26:33). Hagan lugar e incluyan a los demás.
“Y había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños” (Lucas 2:8)
Parece apropiado que los pastores se encontrasen entre los primeros en ir a ver al pequeño Salvador. Los profetas de antaño se refirieron a Jesucristo como el “Pastor de Israel” (Salmos 80:1) y el “Pastor sobre toda la tierra” (1 Nefi 13:41); el mismo Cristo dijo: “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas” (Juan 10:14). El conocer a nuestras ovejas y velar por ellas es una parte clave de pastorear y ministrar como lo hace el Salvador.
Con las luces brillantes y las resplandecientes decoraciones, hay mucho que ver durante la Navidad, pero tal vez podamos encontrar la mayor belleza de esta época cuando nos acordemos de centrarnos en aquellos a quienes ministramos y velemos por nuestros propios rebaños. Un modo de velar puede ser fijarse en cuál es la golosina favorita de alguien o preguntar sobre los planes que alguien tenga para las fiestas. Velamos por los demás al ver y reconocer sus necesidades, tanto las obvias como las que no lo son tanto.
Cuando Cheryl perdió repentinamente a su esposo, Mick, quedó destrozada. Al acercarse la primera Navidad que pasaría sin él, su soledad se acrecentó. Afortunadamente, Shauna, su hermana ministrante, estaba allí. Shauna y su esposo, Jim, invitaron a Cheryl muchas veces a salir durante las fiestas. Notaron el abrigo desgastado que ella llevaba y decidieron hacer algo al respecto. Unos días antes de Navidad, Shauna y Jim le llevaron a Cheryl un regalo navideño: un hermoso abrigo nuevo. Estaban al tanto de la necesidad física que Cheryl tenía de una prenda de abrigo, así como también de sus necesidades emocionales de consuelo y compañía. Hicieron algo para satisfacer esas necesidades de la mejor manera posible y dieron un hermoso ejemplo de cómo nosotros también podemos velar por nuestros rebaños3.
“… los pastores se dijeron los unos a los otros: Pasemos, pues, hasta Belén” (Lucas 2:15)
¡“Pasemos, pues” es una entusiasta invitación! Los pastores no dieron por sentado que sus amigos estarían demasiado cansados para recorrer el trayecto; no se dirigieron en silencio a Belén solos, sino que con gozo se volvieron el uno al otro y dijeron: “¡Pasemos, pues!”.
Aunque quizás no podamos invitar a nuestros amigos a que vengan a ver al pequeño Salvador, podemos invitarlos a sentir el espíritu de la Navidad (o el espíritu de Cristo) al prestar servicio con nosotros. “La manera de aumentar el espíritu de la Navidad es tender la mano con generosidad a los que nos rodean y dar de nosotros mismos”, dijo Bonnie L. Oscarson, ex Presidenta General de las Mujeres Jóvenes4. Imaginen que están sosteniendo una vela; sin duda, otras personas pueden ver la luz de su vela y beneficiarse de ella, pero imaginen el calor que sentirían si ustedes utilizan su vela para encender la de ellas y les permiten sostener la luz por sí mismas.
Cristo mismo enseñó que aquellos que lo siguen tendrán la luz de la vida (véase Juan 8:12). El servir como Él lo hizo es una manera en que podemos seguirlo y disfrutar de la luz prometida. De modo que, ¡compartan la luz invitando a otras personas a servir con ustedes! ¿Cómo pueden servir juntos ustedes y aquellos a quienes ministran? Juntos pueden preparar una comida favorita o sorprender a alguien con un pequeño regalo o una nota. Juntos pueden sentir la luz que proviene de seguir el ejemplo de servicio de Cristo.
“… dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño” (Lucas 2:17)
Es fácil imaginar la gozosa alegría de los pastores cuando compartieron la increíble noticia del nacimiento de Cristo con el mayor número de personas posible. ¡El Mesías profetizado, anunciado por los ángeles, había venido! ¡Él estaba aquí! De hecho, el compartir las buenas nuevas del Salvador es un tema importante del relato de la Natividad. Los ángeles cantaron; la estrella señaló el camino y los pastores lo dieron a conocer en otros lugares.
Podemos agregar nuestras voces al relato de la Navidad al compartir las buenas nuevas y testificar del Salvador. La hermana Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, enseñó: “Al tener el privilegio de representar al Salvador en los esfuerzos que hagan para ministrar, pregúntense: ‘¿Cómo puedo compartir la luz del Evangelio con esa persona o familia? ¿Qué es lo que el Espíritu me inspira a hacer?’”5.
A continuación figuran algunas sugerencias que ustedes pueden considerar mientras procuran saber cómo pueden compartir su testimonio del Salvador y de Su evangelio:
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Busquen un pasaje de las Escrituras que capte los sentimientos que ustedes tienen del Salvador o que exprese por qué le están agradecidos. Compártanlo con aquellos a quienes ministren.
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Envíen un mensaje de texto o por las redes sociales con un video de Navidad. ¡Hay algunos videos excelentes en ChurchofJesusChrist.org!
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Relaten a un amigo un recuerdo o una tradición especial que les haga recordar a Cristo.
Tengan fe en que el Espíritu Santo testificará de la veracidad de su testimonio, así como testificó a Simeón y a Ana de que el niño Jesús era el Salvador (véase Lucas 2:26, 38).
“Para honrar verdaderamente la venida [de Jesucristo] al mundo, debemos hacer lo que Él hizo y extender nuestra compasión y misericordia a nuestros semejantes”, dijo el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles. “Eso lo podemos hacer cada día, mediante palabras y hechos. Que esto se convierta en nuestra tradición navideña, no importa dónde estemos: que seamos un poco más amables, más indulgentes, menos críticos, más agradecidos y más generosos al compartir nuestra abundancia con los necesitados”6.