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Enseñar la doctrina


“Enseñar la doctrina”, Enseñar a la manera del Salvador: Para todos los que enseñan en el hogar y en la Iglesia, 2022

“Enseñar la doctrina”, Enseñar a la manera del Salvador

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Enseñar la doctrina

Aunque a lo largo de Su vida Jesús creció en sabiduría y conocimiento, no recibió educación formal como otros líderes religiosos de Su época. Sin embargo, cuando enseñaba, el pueblo se maravillaba, diciendo: “¿Cómo sabe este de letras, sin haber estudiado?”. ¿Por qué eran tan poderosas Sus enseñanzas? “Mi doctrina no es mía”, explicó el Salvador, “sino de aquel que me envió” (Juan 7:15–16). La doctrina es la verdad eterna (la cual se halla en las Escrituras y en las palabras de los profetas de los últimos días) que nos muestra el camino para llegar a ser como nuestro Padre Celestial y regresar a Él. Independientemente de la experiencia que tenga como maestro, usted puede enseñar con poder, como lo hacía el Salvador, al enseñar la doctrina del Padre. Usted y aquellos a quienes enseñe se maravillarán de las bendiciones que Dios envía cuando la enseñanza y el aprendizaje se basan en Su palabra.

Para enseñar la doctrina:

  • Aprenda la doctrina de Jesucristo por usted mismo.

  • Enseñe de las Escrituras y de las palabras de los profetas de los últimos días.

  • Ayude a los alumnos a buscar, reconocer y entender las verdades que se encuentran en las Escrituras.

  • Céntrese en las verdades que conducen a la conversión y edifican la fe en Jesucristo.

  • Ayude a los alumnos a encontrar la relevancia en lo personal en la doctrina de Jesucristo.

El Salvador aprendía la doctrina

Parece claro que el Salvador aprendió de las Escrituras en Su juventud al aumentar “en sabiduría […] y en gracia para con Dios” (véase Lucas 2:52). Su profunda comprensión de la doctrina del Padre se hizo evidente cuando Sus padres lo encontraron en el templo, a temprana edad, enseñando a los maestros judíos y respondiendo a sus preguntas (véase Traducción de José Smith, Lucas 2:46 [en Lucas 2:46, nota b al pie de página]). Más adelante, cuando Satanás le presentó una gran tentación en el desierto, el conocimiento que Jesús tenía de la doctrina de las Escrituras lo ayudó a resistirla (véase Lucas 4:3–12).

Usted también puede procurar aprender la doctrina verdadera más profundamente antes de enseñarla. Al prepararse para enseñar y aprender con otras personas, preste atención a lo que el Señor ha dicho acerca de las verdades que está enseñando. Escudriñe las Escrituras y las palabras de los profetas vivientes para buscar explicaciones y consejo. Vivir y poner en práctica las verdades que estudie invitará al Espíritu a enseñarle la doctrina de maneras aún más profundas y a confirmar la veracidad de la doctrina en el corazón de las personas a quienes enseñe.

Preguntas para reflexionar: ¿Por qué es importante comprender las verdades del Evangelio por nosotros mismos? ¿De qué modo ha logrado una comprensión más profunda de las verdades del Evangelio? ¿Qué se siente inspirado a hacer para mejorar su estudio de las Escrituras y de las palabras de los profetas vivientes?

De las Escrituras: Proverbios 7:1–3; 2 Nefi 4:15–16; Doctrina y Convenios 11:21; 88:118

El Salvador enseñaba de las Escrituras

Después de la muerte del Salvador, dos de Sus discípulos se hallaban caminando y conversando con una mezcla de tristeza y asombro en el corazón. ¿Cómo podían encontrar sentido a todo lo que había acontecido? Jesús de Nazaret, el hombre en que confiaban que fuera su Redentor, había muerto hacía tres días. Y luego recibieron la noticia de que Su sepulcro estaba vacío, ¡y que ángeles declaraban que estaba vivo! En ese momento crucial en la fe de esos discípulos, un extraño se unió a ellos en su viaje. Los consoló al “declara[r] en todas las Escrituras lo que de[l] [Salvador] decían”. Finalmente, los viajeros se dieron cuenta de que su maestro era Jesucristo mismo, y que Él en verdad había resucitado. ¿Cómo lo reconocieron? “¿No ardía nuestro corazón en nosotros”, reflexionaron más tarde, “mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?” (véase Lucas 24:27, 32).

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “El propósito central de todas las Escrituras es llenar nuestras almas de fe en Dios el Padre y en Su Hijo Jesucristo” (“La bendición de las Escrituras”, Liahona, mayo de 2010, pág. 34). A lo largo de Su ministerio, Jesús utilizó las Escrituras para enseñar, corregir e inspirar a los demás. Asegúrese de que lo que enseñe no se aleje de las Escrituras y de las palabras de los profetas. Al confiar fielmente en la palabra de Dios mientras enseña, puede hacer por otras personas lo que el Salvador hacía: puede ayudarles a conocerlo, porque todos necesitamos que nuestra fe en el Salvador se fortalezca con regularidad. El amor que siente por las Escrituras será evidente para aquellos a quienes enseñe, y su enseñanza invitará al Espíritu a hacer que sus corazones ardan con el testimonio del Padre y del Hijo.

Preguntas para reflexionar: ¿De qué modo ha influido en usted algún maestro que haya usado las Escrituras para ayudarle a llegar a conocer mejor al Salvador? ¿Qué podría hacer para basarse más en las Escrituras y en las palabras de los profetas al enseñar? ¿Cómo puede ayudar a las personas a quienes enseña a conocer y amar la palabra de Dios?

De las Escrituras: Lucas 4:14–21; Alma 31:5; Helamán 3:29–30; 3 Nefi 23

El Salvador ayudaba a las personas a buscar, reconocer y entender la verdad

Un intérprete de la ley preguntó a Jesús: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. En respuesta, el Salvador remitió a quien preguntaba a las Escrituras: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”. Eso hizo que el hombre no solo encontrara la respuesta: “Am[a] al Señor tu Dios […] y a tu prójimo”, sino que también le surgiera otra una pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. El Salvador contestó tal pregunta con una parábola sobre tres hombres que vieron a otro viajero en necesidad de ayuda. Solo uno de los tres, un samaritano, a quien los judíos odiaban solo por su procedencia, se detuvo para ayudar. Entonces Jesús invitó al intérprete de la ley a responder su propia pregunta: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel?” (véase Lucas 10:25–37).

¿Por qué cree que el Salvador enseñaba de esa manera, respondiendo a preguntas con invitaciones a escudriñar, meditar y descubrir? Parte de la respuesta es que el Señor valora el esfuerzo que implica la búsqueda de la verdad. “[B]uscad, y hallaréis”, nos ha invitado una y otra vez (véanse, por ejemplo, Mateo 7:7; Lucas 11:9; Doctrina y Convenios 4:7). Él recompensa los actos de fe y paciencia del que busca.

Al igual que el Salvador, usted puede ayudar a quienes enseña a reconocer y entender la verdad. Las Escrituras, por ejemplo, están colmadas de verdades del Evangelio, pero a veces se requiere un esfuerzo concienzudo para encontrarlas. Al aprender juntos de las Escrituras, deténgase y pregunte a las personas a quienes enseña qué verdades del Evangelio encuentran. Ayúdeles a reconocer cómo se relacionan esas verdades con el plan de salvación del Padre Celestial. A veces las verdades eternas se declaran en las Escrituras, y otras veces se ilustran en los relatos y en la vida de las personas sobre las que leemos. También puede ser útil explorar juntos el contexto histórico de los versículos que están leyendo, así como el significado de los versículos y cómo se aplican a nosotros en la actualidad.

Preguntas para reflexionar: ¿Cómo reconoce las verdades eternas en las Escrituras o en las palabras de los profetas? ¿Cómo bendicen esas verdades su vida? ¿Cuáles son algunas maneras en las que puede ayudar a los alumnos a reconocer y a entender verdades que serán significativas para ellos y los acercarán más a Dios?

De las Escrituras: Juan 5:39; 1 Nefi 15:14; Doctrina y Convenios 42:12

Alumnos estudiando

Podemos ayudar a las personas a quienes enseñamos a encontrar y reconocer la verdad por sí mismas.

El Salvador enseñaba las verdades que conducen a la conversión y edifican la fe

Cierto día de reposo, el Salvador y Sus discípulos sentían hambre y, al pasar por un campo, comenzaron a arrancar espigas para comer el grano. Los fariseos, siempre ansiosos por recalcar las sutilezas de la ley de Moisés, señalaron que recoger grano era, desde un punto de vista estricto, una forma de trabajo, lo cual estaba prohibido en el día de reposo (véase Marcos 2:23–24). Para utilizar la expresión de Jacob, el profeta del Libro de Mormón, los fariseos estaban “traspasando lo señalado” (véase Jacob 4:14). En otras palabras, estaban tan centrados en las interpretaciones de los mandamientos que dictaba la tradición que no podían ver el propósito divino de esos mandamientos: acercarnos más a Dios. De hecho, los fariseos ni siquiera se dieron cuenta de que Aquel que dio el mandamiento de honrar el día de reposo estaba ante de ellos.

El Salvador aprovechó esa oportunidad para testificar de Su identidad divina y para enseñar por qué es importante el día de reposo. Fue creado para nosotros como un día para adorar al Señor del día de reposo, que es Jesucristo mismo (véase Marcos 2:27–28). Tales verdades nos ayudan a entender que los mandamientos de Dios tienen que ver con mucho más que simplemente nuestro comportamiento exterior. Tienen el propósito de ayudarnos a cambiar el corazón y llegar a estar convertidos más plenamente.

Considere detenidamente la doctrina y los principios en los que decida centrarse. Aunque en las Escrituras hay muchas verdades que se pueden analizar, es mejor centrarse en las verdades del Evangelio que conducen a la conversión y edifican la fe en Jesucristo. Las verdades sencillas y básicas que el Salvador enseñó y ejemplificó son las que más poder tienen para cambiar nuestra vida, por ejemplo, las verdades acerca de Su expiación, el Plan de Salvación, los mandamientos de amar a Dios y a nuestro prójimo, etc. Invite al Espíritu a dar testimonio de estas verdades, para que puedan penetrar profundamente en el corazón de aquellos a quienes enseña.

Preguntas para reflexionar: ¿Cuáles son algunas verdades del Evangelio que le han ayudado a estar más convertido a Jesucristo y a tener mayor fe en Él? ¿De qué manera le ha ayudado algún maestro a centrarse en las verdades más esenciales del Evangelio? ¿Qué cosas puede enseñar para ayudar a los demás a convertirse más profundamente a Jesucristo?

De las Escrituras: 2 Nefi 25:26; 3 Nefi 11:34–41; Doctrina y Convenios 19:31–32; 68:25–28; 133:57; Moisés 6:57–62

El Salvador ayudaba a las personas a encontrar la relevancia en lo personal en Su doctrina

“Este a los pecadores recibe y con ellos come”, se quejaron los fariseos en cuanto a Jesús, dando a entender que esa conducta no era apropiada para un maestro espiritual (véase Lucas 15:2). Jesús vio en ello una oportunidad para enseñarles algunas verdades espirituales profundas. ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo ayudaba a los fariseos a entender que eran los corazones de ellos —y no el Suyo— los que eran impuros y necesitaban sanación? ¿De qué manera utilizaba Su doctrina para mostrarles que debían cambiar los pensamientos y la conducta?

Lo hizo hablándoles de una oveja que se apartó del rebaño y de una moneda que se perdió. Les habló de un hijo rebelde que procuró el perdón y de un hermano mayor que se rehusó a recibirlo y comer con él. Cada una de esas parábolas contenía verdades pertinentes para la manera en que los fariseos veían a los demás, y les enseñaba que cada alma es de inmenso valor (véase Lucas 15). El Salvador no les dijo a los fariseos (ni nos dice a ninguno de nosotros) con quién debían identificarse en Sus parábolas. A veces nos identificamos con el padre ansioso; otras veces con el hermano envidioso; y a menudo somos la oveja perdida o el hijo insensato. Sin embargo, cualesquiera que sean nuestras circunstancias, por medio de Sus parábolas el Salvador nos invita a encontrar relevancia en Sus enseñanzas: a descubrir lo que Él desea que aprendamos y lo que tal vez necesitamos cambiar en nuestro propio modo de pensar y comportamiento.

Quizás perciba que algunos alumnos no entienden por qué algunas verdades son importantes para ellos. Al considerar las necesidades de las personas a las que enseña, piense en cómo las verdades de las Escrituras podrían ser significativas y de provecho en sus circunstancias. Una de las maneras en que puede ayudar a los alumnos a entender la relevancia de las verdades que descubren es hacer preguntas como las siguientes: “¿Cómo puede ayudarle esto con algo que le suceda en este momento?”. “¿Por qué es importante para usted saber esto?”. “¿Qué diferencia podría marcar en su vida?”. Escuche a las personas a las que enseña. Permita que hagan preguntas y aliéntelos a relacionar las enseñanzas del Salvador con sus vidas. También podría mencionar la forma en que lo que enseña tiene relevancia para usted en su vida; aquello puede invitar al Espíritu a enseñar a los alumnos de manera individual el modo en que la doctrina puede marcar una diferencia en sus vidas.

Preguntas para reflexionar: ¿Qué es lo que hace que las verdades del Evangelio sean significativas y de provecho para usted? ¿Qué cosas le ayudan a encontrar relevancia en lo personal cuando estudia el Evangelio? ¿Qué hace para centrarse en las verdades que son relevantes para las personas a las que enseña?

De las Escrituras: 1 Nefi 19:23; 2 Nefi 32:3; Doctrina y Convenios 43:7–9

Algunas maneras de poner en práctica lo que está aprendiendo:

  • Evalúe lo que está enseñando para asegurarse de enseñar la doctrina verdadera. Estas preguntas le pueden ayudar:

    • Lo que voy a enseñar, ¿se basa en las Escrituras y en las palabras de los profetas de los últimos días?

    • ¿Hay varios profetas que han enseñado esto? ¿Qué están enseñando los líderes actuales de la Iglesia al respecto?

    • ¿De qué modo ayudará esto a otras personas a edificar la fe en Jesucristo, arrepentirse y progresar a lo largo de la senda de los convenios?

    • ¿Está en armonía con las impresiones del Espíritu Santo o me siento espiritualmente inquieto al respecto?

  • Estudie a diario la palabra de Dios para aprender la doctrina verdadera por usted mismo.

  • Al enseñar, pida a los alumnos que lean las Escrituras y las palabras de los profetas modernos.

  • Enséñeles a utilizar las notas al pie de página, la Guía para el Estudio de las Escrituras y otros recursos mientras estudian las Escrituras.

  • Invite a los alumnos a buscar verdades en los pasajes de las Escrituras o en los relatos.

  • Testifique de cómo ha llegado a saber que una doctrina determinada es verdadera.

  • Utilice relatos o metáforas para ayudar a los alumnos a lograr una comprensión más profunda de las verdades del Evangelio.