Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Capítulo 1: La restauración del Evangelio: Ya rompe el alba


Capítulo 1

La restauración del Evangelio: Ya rompe el alba

“Este glorioso Evangelio dio inicio con la aparición del Padre y del Hijo al joven José”.

De la vida de Gordon B. Hinckley

A lo largo de su vida, el presidente Gordon B. Hinckley fomentó un gran respeto hacia las personas y los lugares relacionados con la restauración del Evangelio. Sentía una gratitud especial por José Smith y su función en la Restauración, y hablaba de “un deseo ferviente y cada vez mayor de dar testimonio de la divinidad del Señor y de la misión del profeta José Smith”1.

En 1935, cuando Gordon viajaba a casa de regreso de su misión que hizo en Inglaterra, él y otros exmisioneros visitaron la Arboleda Sagrada y el cerro Cumorah. También se detuvieron en la cárcel de Carthage, donde el profeta José y Hyrum Smith murieron como mártires. Anduvieron por las polvorientas calles de Nauvoo, donde los santos desterrados convirtieron un pantano en una hermosa ciudad. Sin duda, algunas reflexiones tocantes a las pruebas y los triunfos de los primeros santos se agolparon en la mente de Gordon mientras se hallaba en aquellos sitios y conforme proseguía hacia el Oeste a lo largo de la ruta pionera a Salt Lake City.

Durante las siguientes décadas, Gordon B. Hinckley regresó a los sagrados sitios de la Restauración muchas veces más. En el Devocional de Navidad de la Primera Presidencia del 3 de diciembre de 2000, compartió una experiencia que tuvo durante una visita a la Arboleda Sagrada:

“Hace algunos años, se me asignó asistir a una conferencia de estaca de la Estaca Rochester, Nueva York. El sábado les dije a las Autoridades Generales que me acompañaban: ‘Levantémonos temprano el domingo por la mañana y vayamos a la Arboleda Sagrada antes de la conferencia’; todos estuvieron de acuerdo. Según lo acordado y muy de mañana aquel día de reposo de primavera [boreal], el presidente de misión, el presidente de estaca, el representante regional y yo fuimos a Palmyra y entramos en la arboleda. No había nadie más allí. Fue apacible y hermoso. Había llovido durante la noche; había nuevas hojitas en los árboles.

“Nos comunicábamos en voz baja el uno con el otro. Nos arrodillamos en la tierra húmeda y oramos. No oímos ninguna voz, ni vimos ninguna visión. No obstante, de manera indescriptible, se nos dijo en la mente, a cada uno de nosotros, que sí, que ocurrió en ese lugar tal como José dijo que sucedió. Fue allí que Dios, nuestro Padre Eterno, y Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo resucitado, se aparecieron al joven de catorce años y hablaron con él. Su luz incomparable descansó sobre él y se le instruyó sobre lo que había de hacer.

“Aquella sublime ocasión, la Primera Visión, descorrió el velo a través del cual llegó a la tierra la restauración de la Iglesia de Cristo. Salió del desierto de la oscuridad, de la desolación de tiempos pasados al glorioso amanecer de un nuevo día. Luego llegó el Libro de Mormón como otro testigo del Señor Jesucristo. Su santo y divino sacerdocio fue restaurado de manos de quienes lo poseían en la antigüedad. Se confirieron llaves y poderes al Profeta y sus compañeros. La Iglesia primitiva se hallaba de nuevo sobre la tierra con todas las bendiciones, poderes, doctrinas, llaves y principios de las dispensaciones anteriores. Es la Iglesia [de Cristo]; lleva Su nombre; la gobierna Su sacerdocio. No hay otro nombre debajo del cielo por el cual los hombres puedan ser salvos. José Smith… llegó a ser Su gran testador”2.

Primera Visión

La Primera Visión dio comienzo al “último capítulo en la larga historia de los tratos de Dios con los hombres y las mujeres de la tierra”.

Enseñanzas de Gordon B. Hinckley

1

Después de la muerte del Salvador, la Iglesia que Él había establecido cayó en la apostasía.

[Jesucristo] fue y es la gran figura central de la historia del género humano, el cenit de los tiempos y las épocas de todos los hombres.

Antes de morir, había ordenado a Sus apóstoles; ellos siguieron adelante durante cierto tiempo. Su Iglesia estaba establecida3.

Después de la muerte del Salvador, la Iglesia que Él había establecido cayó en la apostasía. Se cumplieron las palabras de Isaías, que dijo: “Y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, quebrantaron el convenio sempiterno” (Isaías 24:5)4.

Las epístolas de Pablo imploraban que hubiese fortaleza entre los seguidores de Cristo, no fuera que cayeran en los caminos del maligno; pero al final se impuso un espíritu de apostasía5.

Transcurrieron los siglos. Una nube de obscuridad se asentó sobre la tierra. Isaías lo describió de esta manera: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad los pueblos” (Isaías 60:2).

Era una época de pillaje y sufrimiento, caracterizada por largos y sangrientos conflictos… Eran tiempos de desesperanza, una época de amos y siervos.

Pasaron los primeros mil años y se dio comienzo al segundo milenio. Sus primeros siglos eran una continuación de los anteriores; eran tiempos cargados de temor y sufrimiento6.

2

El Renacimiento y la Reforma contribuyeron a preparar el camino para la restauración del Evangelio.

No obstante, de algún modo se encendió una luz en ese largo período de oscuridad; la era del Renacimiento trajo consigo un florecimiento del conocimiento, las artes y la ciencia, y se suscitó un movimiento de hombres y mujeres valientes e intrépidos que levantaron la vista al cielo en reconocimiento de Dios y de Su Hijo divino; lo conocemos como la Reforma7.

Los reformadores se esforzaron para cambiar la iglesia [cristiana], hombres destacados como Lutero, Melanchthon, Hus, Zwingli y Tyndale. Estos fueron hombres de gran valor, algunos de los cuales padecieron muertes crueles por sus creencias. Nació el protestantismo con su petición de reforma. Cuando esa reforma no se logró, sus precursores organizaron sus propias iglesias, lo cual hicieron sin contar con la autoridad del sacerdocio. Lo único que ellos deseaban era encontrar una forma mediante la cual pudiesen adorar a Dios como ellos pensaban que se le debía adorar.

Mientras esa causa se intensificaba por el mundo cristiano, las fuerzas políticas también se empezaban a movilizar. Vino entonces la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, lo cual resultó en el nacimiento de una nación cuya constitución declaraba que el gobierno no debía interferir en asuntos de religión. Era la alborada de un nuevo día, un día glorioso. Aquí [en EE. UU.] ya no hubo más una iglesia del estado. No se favorecía un credo más que otro.

Después de siglos de tinieblas, dolor y luchas, llegó el momento propicio para la restauración del Evangelio. Los antiguos profetas habían hablado de ese día tan esperado.

Toda la historia del pasado señalaba hacia esa época. Los siglos, con todos sus sufrimientos y esperanzas, habían llegado y se habían ido. El Juez Todopoderoso de las naciones, el Dios viviente, determinó que habían llegado los tiempos de los cuales habían hablado los profetas. Daniel había previsto una piedra cortada, no con mano, que llegó a ser un gran monte y llenó toda la tierra [véase Daniel 2:35, 44]8.

3

La Restauración dio inicio con la aparición del Padre y del Hijo al joven José Smith.

Después que muchas generaciones hubieron andado por la tierra —muchas de ellas en conflictos, odio, tinieblas y maldad— llegó el grandioso nuevo día de la Restauración. Este glorioso Evangelio dio inicio con la aparición del Padre y del Hijo al joven José9.

¡Qué verdaderamente extraordinaria fue la visión del año 1820, cuando José oró en el bosque y allí, ante él, aparecieron el Padre y el Hijo! Uno de ellos le habló, llamándolo por su nombre, y dijo, señalando al otro: “Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (José Smith—Historia 1:17).

Nunca antes había sucedido algo así. Uno tiende a preguntarse por qué era tan importante que ambos, el Padre y el Hijo, aparecieran. Creo que fue porque estaban iniciando la dispensación del cumplimiento de los tiempos, la última dispensación del Evangelio, la final, cuando se unirían en uno los elementos de todas las dispensaciones anteriores. Ese sería el último capítulo en la larga historia de los tratos de Dios con los hombres y las mujeres de la tierra10.

Cada afirmación que hacemos concerniente a la autoridad divina, cada verdad que ofrecemos concerniente a la validez de esta obra, todo ello tiene sus comienzos en la Primera Visión del joven Profeta. Sin ella no tendríamos mucho que decir. Fue la gran apertura del telón de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, en la cual Dios había prometido que restauraría todos los poderes, dones y bendiciones de todas las dispensaciones anteriores11.

4

Se restauraron la autoridad y las llaves del sacerdocio.

estatua de la restauración del sacerdocio

La autoridad y las llaves del Sacerdocio de Melquisedec se restauraron a la Tierra como parte de la Restauración.

Al restaurar el Sacerdocio Aarónico, el resucitado Juan el Bautista impuso las manos sobre la cabeza de José Smith y de Oliver Cowdery y dijo: “Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados” (D. y C. 13:1)12.

A esto le siguió una visita de Pedro, Santiago y Juan, Apóstoles del Señor Jesucristo, quienes confirieron sobre José y Oliver Cowdery el Sacerdocio de Melquisedec, el cual habían recibido estos apóstoles de las manos del Señor mismo13.

Tres de los apóstoles [del Salvador] —Pedro, Santiago y Juan— se aparecieron a José y a Oliver en alguna parte del “yermo” junto al río Susquehanna (véase D. y C. 128:20). Les colocaron las manos sobre la cabeza y les confirieron esa santa autoridad…

Puedo seguir mi línea de autoridad del sacerdocio directamente hasta ese acontecimiento, de la siguiente manera: Fui ordenado por David O. McKay; quien fue ordenado por Joseph F. Smith; quien fue ordenado por Brigham Young; quien fue ordenado por los Tres Testigos; quienes fueron ordenados por José Smith, hijo, y Oliver Cowdery; quienes fueron ordenados por Pedro, Santiago y Juan; quienes fueron ordenados por el Señor Jesucristo.

De manera semejante ha llegado hasta [cada poseedor del Sacerdocio de Melquisedec]. Cada uno de ustedes, hermanos poseedores de este sacerdocio, también lo ha recibido siguiendo una línea directa desde el conferimiento hecho por Pedro, Santiago y Juan14.

5

Por conducto de José Smith el Señor ha revelado verdades que nos distinguen de todas las demás iglesias.

Permítanme mencionar algunas de las muchas doctrinas y prácticas que nos distinguen de todas las demás iglesias, todas las cuales han provenido de la revelación dada al joven Profeta. Ustedes las conocen, pero vale la pena su repetición y reflexión.

La Trinidad

La primera de ellas… es la manifestación de Dios mismo y de Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo resucitado. Según mi opinión, esta grandiosa visión es el acontecimiento más sublime que ha acaecido desde el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor en el meridiano de los tiempos.

No existe registro de ningún otro acontecimiento que se le iguale.

Durante siglos, los hombres se han reunido y discutido en cuanto a la naturaleza de la Deidad. En el año 325, Constantino convocó en Nicea a eruditos de diversas facciones. Después de dos meses de enconado debate, llegaron a un acuerdo sobre la definición que por generaciones ha llegado a ser, entre los cristianos, la declaración doctrinal sobre la Deidad.

Los invito a leer esa definición y a compararla con la declaración del joven José, que dice simplemente que Dios apareció ante él y le habló. José lo vio y lo oyó; tenía la forma de hombre, un ser tangible; a Su lado estaba el Señor resucitado, otro ser, a quien presentó como Su Amado Hijo y con quien José también habló.

Yo supongo que en el breve período de esa extraordinaria visión José aprendió más en cuanto a la Deidad que todos los eruditos y los clérigos del pasado.

En esa revelación divina se reafirmó, sin duda alguna, la realidad de la resurrección literal del Señor Jesucristo.

Ese conocimiento de la Deidad, que estuvo escondido del mundo durante siglos, fue la primera cosa grandiosa que Dios reveló a Su siervo escogido15.

El Libro de Mormón como testigo complementario de la Biblia.

pintura, Un Pastor

“El Libro de Mormón… habla como una voz desde el polvo en testimonio del Hijo de Dios”.

Hablaré ahora de otra cosa muy importante que Dios ha revelado.

El mundo cristiano acepta la Biblia como la palabra de Dios, pero la mayoría no tiene idea de cómo fue que la obtuvimos.

Acabo de terminar de leer un libro recién publicado por un famoso erudito. De la información que él presenta, se deduce que los diversos libros de la Biblia fueron organizados en lo que parece ser un orden no metódico. En algunos casos, los escritos no se redactaron sino hasta mucho después de ocurridos los hechos que describen. Uno se podría preguntar: “¿Es verdadera la Biblia? ¿Es en verdad la palabra de Dios?”.

Nosotros respondemos que lo es, hasta donde esté traducida correctamente. La mano del Señor tuvo que ver con su creación; pero ya no está sola; hay otro testigo de las verdades significativas e importantes que en ella se encuentran.

En las Escrituras se declara que “por boca de dos o de tres testigos se establecerá toda palabra” (2 Corintios 13:1).

El Libro de Mormón ha salido a la luz por el don y el poder de Dios; habla como una voz desde el polvo en testimonio del Hijo de Dios; habla de Su nacimiento, de Su ministerio, de Su crucifixión y resurrección, y de Su aparición a las personas rectas en la tierra de Abundancia del continente americano.

Es algo que se puede palpar, que se puede leer, que se puede poner a prueba. En su contenido se encuentra la promesa de su origen divino. Millones de personas ya lo han puesto a prueba y se han dado cuenta de que es un registro verdadero y sagrado…

Así como la Biblia es el testamento del Viejo Mundo, el Libro de Mormón es el testamento del Nuevo Mundo, y van de la mano al declarar a Jesucristo como el Hijo del Padre…

Este libro sagrado, que salió a la luz como una revelación del Todopoderoso, es en verdad otro testamento de la divinidad de nuestro Señor16.

La autoridad del sacerdocio y la organización de la Iglesia.

El sacerdocio es la autoridad para actuar en el nombre de Dios… Recientemente leí otro libro, el cual trata de la apostasía de la Iglesia Primitiva. Si la autoridad de esa Iglesia se perdió, ¿cómo se habría de restaurar?

La autoridad del sacerdocio vino del único lugar del que podía provenir, o sea, del cielo; se confirió de manos de aquellos que lo poseyeron cuando el Salvador anduvo sobre la tierra…

Cuán bello es el despliegue del modelo de restauración que llevó a la organización de la Iglesia en el año 1830… El nombre mismo de la Iglesia vino por revelación. ¿De quién era la Iglesia? ¿De José Smith? ¿Era de Oliver Cowdery? No, era la Iglesia de Jesucristo, restaurada en la tierra en estos últimos días17.

La familia

Otra grandiosa y singular revelación dada al Profeta fue el plan para la vida eterna de la familia.

La familia es una creación del Todopoderoso; representa la más sagrada de todas las relaciones; representa la más importante de todas las empresas; es la organización fundamental de la sociedad.

Mediante las revelaciones de Dios a Su Profeta llegaron la doctrina y la autoridad bajo las cuales las familias se sellan no solo por esta vida, sino por toda la eternidad18.

La inocencia de los niños pequeños

La inocencia de los niños es otra revelación que Dios ha dado por conducto del profeta José. La práctica general es el bautismo de los niños pequeñitos para quitar los efectos de lo que se describe como el pecado de Adán y de Eva. Bajo la doctrina de la Restauración, el bautismo es para la remisión de nuestros pecados individuales y personales; se convierte en un convenio entre Dios y el hombre, y se lleva a cabo al llegar a la edad de responsabilidad, cuando las personas tienen la edad suficiente para distinguir lo bueno de lo malo. Se lleva a cabo por inmersión como símbolo de la muerte y de la sepultura de Jesucristo, y de Su levantamiento en la Resurrección19.

La salvación de los muertos

Mencionaré otra verdad revelada. Se nos dice que Dios no hace acepción de personas y, sin embargo, que yo sepa, en ninguna otra iglesia se han tomado medidas para que las personas que están más allá del velo de la muerte reciban toda bendición que se concede a los vivos. La gran doctrina de la salvación de los muertos atañe exclusivamente a esta Iglesia… A los muertos se les da la misma oportunidad que a los vivos. Repito, ¡qué glorioso y maravilloso es que el Todopoderoso haya tomado esas medidas por medio de Su revelación a Su profeta!20.

La naturaleza, el propósito y el potencial de los hijos de Dios

Se ha revelado la naturaleza eterna del hombre; somos hijos e hijas de Dios. Dios es el Padre de nuestro espíritu; vivimos antes de venir aquí; teníamos una personalidad. Nacimos en esta vida bajo un plan divino, y estamos aquí para probar nuestra dignidad, actuando con el albedrío que Dios nos ha dado. Al morir, seguiremos viviendo. Nuestra vida eterna se compone de tres fases: una, nuestra existencia preterrenal; dos, nuestra existencia terrenal; y tres, nuestra existencia posterrenal. Al morir, salimos de este mundo y traspasamos el velo hacia la esfera en la que somos dignos de entrar. Esta, vuelvo a repetir, es una doctrina única, singular y preciosa de esta Iglesia, la cual se ha recibido por medio de la revelación21.

La revelación moderna

Les presento este breve resumen del enorme derramamiento de conocimiento y autoridad de Dios sobre la cabeza de Su Profeta… Hay [algo] más que debo mencionar. Es el principio de la revelación moderna. El artículo de fe que el Profeta escribió dice:

“Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios” (Artículos de Fe 1:9).

Una Iglesia que crece, una Iglesia que se está extendiendo sobre la tierra en estos tiempos difíciles, necesita revelación constante de los cielos para guiarla y llevarla adelante.

Con oración y con el afán de buscar la voluntad del Señor, testificamos que se recibe guía, que la revelación llega y que el Señor bendice Su Iglesia mientras avanza en su sendero señalado.

Seguimos adelante en el firme cimiento del divino llamamiento del profeta José y de las revelaciones de Dios que se recibieron por medio de él22.

Siendo yo el decimoquinto sucesor de José Smith y el portador del manto profético que vino sobre él, declaro solemnemente mi testimonio de que el relato que hizo el profeta José de [los sucesos de la Restauración] es verdadero, de que el Padre… dio testimonio de la divinidad de Su Hijo, de que el Hijo instruyó al joven profeta, y de que siguió una serie de acontecimientos que llevaron a la organización de la “única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra” [D. y C. 1:30]23.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Preguntas

  • ¿Por qué las personas del mundo necesitaban que la Iglesia y el evangelio de Jesucristo fuesen restaurados? (Véase la sección 1). ¿De qué maneras preparó el Señor el camino para la restauración del Evangelio? (Véase la sección 2).

  • Medite en las enseñanzas del presidente Hinckley sobre la Primera Visión (véase la sección 3). ¿De qué modo ha influido en usted el testimonio que tiene de la Primera Visión?

  • ¿Por qué era necesario que el sacerdocio fuera restaurado por mensajeros celestiales? (Véase la sección 4). ¿Por qué es importante que los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec puedan ver que su línea de autoridad llega hasta Jesucristo?

  • En la sección 5, repase el resumen de algunas de las verdades que el profeta José Smith recibió mediante revelación. ¿De qué manera dichas verdades han bendecido su vida? ¿Cómo podríamos ayudar a los hijos a comprender y valorar esas verdades?

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema

Isaías 2:1–3; Hechos 3:19–21; Apocalipsis 14:6–7; 2 Nefi 25:17–18; D. y C. 128:19–21.

Ayuda para el estudio

“El estudio del Evangelio resulta más eficaz cuando se recibe instrucción del Espíritu Santo. Siempre comience su estudio del Evangelio con una oración, pidiendo que el Espíritu Santo le ayude a aprender” (Predicad Mi Evangelio, 2004, pág. 18).

Notas

  1. Véase Sheri L. Dew, Go Forward with Faith: The Biography of Gordon B. Hinckley, 1996, pág. 326.

  2. Véase “My Redeemer Lives”, Ensign, febrero de 2001, pág. 72.

  3. “En el cenit de los tiempos”, Liahona, enero de 2000, págs. 87–88.

  4. Véase “La piedra cortada del monte”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 84.

  5. “Ya rompe el alba”, Liahona, mayo de 2004, pág. 82.

  6. “En el cenit de los tiempos”, pág. 88.

  7. “Ya rompe el alba”, pág. 83.

  8. “En el cenit de los tiempos”, págs. 88–89.

  9. “Ya rompe el alba”, pág. 83.

  10. “La piedra cortada del monte”, pág. 84.

  11. Véase Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 226.

  12. “Las cosas de las que tengo convicción”, Liahona, mayo de 2007, pág. 84.

  13. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, Liahona, mayo de 2005, pág. 82.

  14. Véase Discourses of President Gordon B. Hinckley, Volume 2: 2000–2004, 2005, pág. 411.

  15. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, págs. 80–81.

  16. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, págs. 81–82.

  17. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, pág. 82.

  18. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, pág. 82.

  19. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, pág. 82.

  20. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, págs. 82–83.

  21. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, pág. 83.

  22. “Las cosas grandes que Dios ha revelado”, pág. 83.

  23. “Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001, pág. 24.