Capítulo 9
Las sagradas relaciones familiares
“Si somos fieles, nos relacionaremos unos con otros en un estado inmortal y glorioso… Las relaciones que aquí se forman, que son del carácter más perdurable, existirán en la eternidad”.
De la vida de Lorenzo Snow
Para su cumpleaños número 70, Lorenzo Snow invitó a todos sus hijos y sus familias a reunirse en Brigham City, Utah, para una “magnífica reunión y celebración de aniversario”. Hizo arreglos para el alojamiento y la comida, y para actividades que todos, incluso los niños, pudieran disfrutar. Escribió: “Cuanto más reflexiono sobre ese tema [de la reunión familiar], tanto mayores son mi afán y mis deseos de tener una reunión familiar, de verlos a todos juntos una vez en mi vida y darles una bendición de padre”. Los instó a que no permitieran que cosa alguna impidiera su asistencia, “excepto los obstáculos más graves e insuperables”1.
La familia Snow se reunió del 7 al 9 de mayo de 1884 y disfrutó de música, representaciones teatrales, discursos, poesía, juegos, comida y conversaciones amigables2. Eliza, hermana del presidente Snow, comentó que durante todo el evento éste asistió a “diversas reuniones de la familia y en carácter de patriarca… se ocupó de conferir bendiciones a sus miembros” y de brindar “muchos consejos, instrucción y admonición paternales”. Conforme la reunión se acercaba a su final, toda la familia se juntó para escucharlo hablar. De acuerdo con los registros de Eliza, él expresó “su satisfacción y gratitud hacia Dios por disfrutar la dicha de contemplar los rostros agradables y sonrientes de su numerosa familia, y por el bien que había previsto que resultaría de esa reunión”. Al mirar a su familia, el presidente Snow exclamó: “Mi corazón rebosa de los sentimientos más efusivos de gratitud hacia mi Padre Celestial… Las palabras carecen de elocuencia para expresar los profundos sentimientos de mi corazón por la oportunidad santa y sagrada en ésta, la celebración de mi cumpleaños número setenta, de ponerme de pie aquí y contemplar este espectáculo glorioso y celestialmente inspirador”.
El presidente Snow prosiguió: “Tenemos razones para esperar que ésta sea la última reunión familiar de este lado del mundo de los espíritus. Ruego que el Dios de nuestros padres nos ayude a guardar Sus leyes, a vivir vidas honorables, a preservar intacta nuestra virtud y nuestra integridad, a escuchar los susurros del Santo Espíritu y a procurar purificarnos a nosotros mismos diligentemente, a fin de que ni un miembro de esta familia se pierda al desviarse del sendero estrecho y angosto, sino que todos nos mostremos dignos de salir en la mañana de la primera resurrección, coronados de gloria, perpetuando en inmortalidad la unión familiar, y que continuemos aumentando en progenie a lo largo de las infinitas edades de la eternidad”3. [Véase la sugerencia 1 en la página 141.]
Las enseñanzas de Lorenzo Snow
Las relaciones familiares son sagradas y pueden fortalecerse en la eternidad.
Fomenten el matrimonio… y recalquen a [otras personas] el carácter sagrado de esa relación y la obligación bajo la que están de observar el gran mandamiento que Dios dio a nuestros primeros padres de multiplicarse y henchir la tierra [véase Génesis 1:28]. Eso es aún más necesario en vista de la presente tendencia en el mundo a hacer caso omiso de esa ley y a deshonrar el convenio del matrimonio. Es triste notar la frecuencia de los divorcios en la nación y la creciente inclinación a ver los hijos como un estorbo en lugar de un legado precioso del Señor4.
[El Señor] nos ha mostrado que si somos fieles, nos relacionaremos unos con otros en un estado inmortal y glorioso; que las relaciones que aquí se forman, que son del carácter más perdurable, existirán en la eternidad5.
En los mundos eternos continuaremos las relaciones que aquí se formen. Padres, madres, hermanas, hermanos: sí, las madres que ven fallecer a su lado a sus seres queridos, sepan que éstos serán suyos en el mundo de los espíritus y que los tendrán tal como los sepultaron. La esposa, cuando ve morir a su marido, cuando ve que la vida se aparta lentamente de él, sabe que lo tendrá otra vez y halla solaz, consuelo y gozo, provistos por las revelaciones del Todopoderoso, por el hecho de que tendrá a su esposo en los mundos eternos. Las mismas formas de relación de aquí existirán más allá del velo; los lazos que se formen aquí se fortalecerán en la otra vida que vendrá; y los Santos de los Últimos Días sienten una certeza, dado que Dios se la ha brindado6. [Véase la sugerencia 2 en la página 141.]
Los fieles Santos de los Últimos Días que no puedan casarse o criar hijos en esta vida recibirán todas las bendiciones de la exaltación en la vida venidera.
El otro día vino una mujer a nuestra oficina y solicitó verme por un asunto privado. Me dijo que se sentía muy mal, ya que sus oportunidades de conseguir esposo no habían sido favorables… Quería saber cuál sería su condición en la otra vida si no lograba tener éxito en conseguir esposo durante esta. Supongo que dicha pregunta surge en el corazón de nuestros jóvenes… Deseo brindar una pequeña explicación para solaz y consuelo de las personas que estén en esa condición. “Ningún Santo de los Últimos Días que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las oportunidades de hacerlas. En otras palabras, si un joven o una joven no tiene la oportunidad de casarse y lleva una vida fiel hasta la hora de su muerte, tendrá todas las bendiciones, la exaltación y la gloria que tendrá cualquier hombre o mujer que tenga esa oportunidad y la aproveche. Eso es seguro y verdadero…
A las personas que no tienen la oportunidad de casarse en esta vida, si mueren en el Señor, se les proporcionarán los medios mediante los cuales podrán obtener todas las bendiciones necesarias para las personas que están casadas. El Señor es misericordioso y bondadoso, y no es injusto. No hay injusticia en Él; y no consideraríamos que fuera justo que una mujer o un hombre muriera sin haber tenido la oportunidad de casarse si no pudiera remediarse en la otra vida. Habría injusticia en ello; y sabemos que el Señor no es un ser injusto. Mi hermana Eliza R. Snow, creo yo, fue tan buena mujer como cualquier mujer Santo de los Últimos Días que jamás haya vivido, y vivió en condición de soltera hasta después de tener la capacidad de tener hijos… No puedo imaginar ni por un momento que ella perdiera siquiera una cosa debido a ello. Se le compensará en la otra vida, y tendrá un reino tan grandioso como hubiera tenido si hubiese tenido la oportunidad de tener hijos en esta vida7.
Cuando el esposo y la esposa disfrutan de una unidad de criterio, fomentan el amor y la bondad en el hogar.
Procuren que los malentendidos pequeños y triviales sobre cuestiones domésticas no envenenen su felicidad8.
Esposas, sean fieles a sus esposos. Sé que deben tolerar muchas cosas desagradables y que sus esposos también tienen que tolerar algunas cosas. Indudablemente, en ocasiones pasan por pruebas a causa de su esposo, tal vez debido a la ignorancia de ellos, o quizás a veces debido a la misma ignorancia de ustedes…
…Sólo digo que sus esposos son imperfectos, tan imperfectos como ustedes, y probablemente algunos de ellos sean peores; no obstante, no importa; traten de tolerar lo desagradable que surge a veces y cuando se encuentren en la próxima vida se sentirán dichosos de haber tolerado esas cosas.
A los esposos les digo: Muchos de ustedes no valoran a sus esposas como deberían hacerlo… Sean amables con ellas. Cuando vayan a alguna reunión, deben cargar al bebé al menos durante la mitad del tiempo. Cuando sea preciso acunarlo, y no tengan mucho que hacer, acúnenlo. Sean amables cuando en ocasiones tengan que hacer un pequeño sacrificio para ello; determinen ser amables de todos modos, sin importar cuál sea el sacrificio9.
Los hombres deben ser más paternales en el hogar, poseer mejores sentimientos en lo referente a sus esposas e hijos, vecinos y amigos; más bondadosos y más semejantes a Dios. Cuando visito a alguna familia, admiro ver cómo el cabeza de ésta les ministra en carácter de hombre de Dios, amable y tierno, lleno del Espíritu Santo y de la sabiduría y del entendimiento del cielo10.
Si alguna vez se casan y forman una familia en Sión, si alguna vez logran ese matrimonio celestial que es necesario para existir allí, tienen que ligar esa familia en unión y debe existir el Espíritu del Señor en el cabeza de dicha familia, y él tiene que poseer la luz y la inteligencia que, si se llevan a la práctica en la vida cotidiana y en la conducta de esas personas, será la salvación de dicha familia, ya que éste tiene la salvación de ellos en sus manos.
Él se pone manos a la obra y aúna sus sentimientos y afectos con los de ellos tanto como esté dentro de su poder, y se esfuerza por procurar todas aquellas cosas que sean necesarias para la comodidad y bienestar de ellos; y ellos, por su parte, tienen que a su vez manifestar el mismo sentimiento, la misma amabilidad y la misma disposición, y manifestar al máximo de su capacidad sentimientos de gratitud por las bendiciones que reciben.
Esto es necesario a fin de que pueda haber una unidad de sentimiento o unidad de criterio y un afecto correspondido, para que al ser uno puedan estar ligados de ese modo11.
Cuando [el hombre] se arrodilla en presencia de su esposa e hijos, el don y el poder del Espíritu Santo debe inspirarle a fin de que el esposo pueda ser el tipo de hombre que honre una buena esposa, y para que el don y el poder de Dios puedan estar sobre ellos continuamente. Deben ser uno en sus familias para que el Espíritu Santo pueda descender sobre ellos, y deben vivir de tal manera que la esposa pueda santificarse mediante la oración, a fin de que vea la necesidad de santificarse en la presencia de su esposo y la de sus hijos, a efectos de que puedan ser uno, juntos, a fin de que el hombre y la esposa puedan estar completamente unidos, aptos para ocupar un lugar en el establecimiento y la formación del reino de Dios, para que puedan infundir un espíritu puro e impartir instrucción pura a sus hijos y a los hijos de sus hijos12. [Véase la sugerencia 3 en la página 141.]
Los hijos aprenden mejor el Evangelio cuando sus padres y madres procuran la inspiración y dan un buen ejemplo.
Esta obra a la que estamos consagrados no es nuestra; es la obra de Dios. Una inteligencia superior dirige nuestros movimientos… El futuro de este reino descansará en nuestra simiente; y su poder y triunfo final descansará en la formación y capacitación apropiada de dicha simiente. Si deseamos ejercer una influencia apropiada en nuestra familia, debemos darles un buen ejemplo así como impartirles buenos preceptos. Tenemos que poder decir: “Haz lo que hago” con la misma facilidad que decimos “Haz lo que digo”13.
Esfuércense por enseñar a sus hijos, tanto por ejemplo como por precepto, de tal manera que ellos sigan los pasos de ustedes sin vacilar y lleguen a ser tan valientes en defensa de la verdad como ustedes lo hayan sido14.
Los hombres que deseen retener su posición ante Dios en el santo sacerdocio deben tener el espíritu de profecía y estar cualificados para administrar vida y salvación a las personas; e [incluso], si no pueden hacerlo para el mundo, deben hacerlo en el hogar, en su familia, en sus comercios y en las calles, para que se pueda inspirar su corazón con palabras de vida cuando estén junto a la chimenea, cuando enseñen el Evangelio a sus hijos y a sus vecinos al mismo grado que cuando hablan a sus hermanos desde este púlpito. Ese [acto de] tener un poco del Espíritu cuando se está ante las personas y luego dejarlo de lado no es aceptable. Algunos hombres hablan a la gente y luego van a casa… y, en lugar de tener las palabras de vida en ellos, llegan a secarse y morir [en lo espiritual], mas ello ya no será aceptable.
Los padres de Israel tienen el deber de despertar y llegar a ser salvadores de hombres, para que puedan andar ante el Señor con la fortaleza de fe y la energía decidida que les asegurará la inspiración del Todopoderoso para enseñar las palabras de vida a su familia…
En ello veremos una actitud de determinación que nos permitirá llegar a ser uno, para que podamos aprender cómo amarnos unos a otros, y ruego al Señor que deposite en cada uno de nuestros corazones el amor que depositó en Jesús, Su Hijo, y que continúe depositando el conocimiento de aquello que es bueno15.
Es responsabilidad del padre estar cualificado para enseñar e instruir a sus hijos e impartirles principios, de modo que al avenirse a dichas instrucciones, éstos puedan ser lo más dichosos que sus naturalezas tengan la capacidad [de ser] en condición de niños, mientras que, al mismo tiempo, aprendan los principios en base a los cuales puedan obtener la mayor felicidad y gozo en condición de adultos16.
Si somos diligentes en cultivar en nosotros mismos los principios puros de vida y salvación, nuestros hijos crecerán en el conocimiento de esas cosas y serán más capaces que nosotros de promover con mayor facilidad el orden de los cielos y establecer la felicidad y la paz en torno a ellos17. [Véanse las sugerencias 4 y 5 en la página 141.]
Sugerencias para el estudio y la enseñanza
Considere estas ideas al estudiar el capítulo o al prepararse para enseñarlo. Para obtener ayuda adicional, consulte las páginas V–VIII.
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Repase los sentimientos del presidente Snow en cuanto a reunir a toda su familia (páginas 133, 135). ¿Cuáles son algunos de los buenos resultados que pueden producirse cuando reunimos a nuestra familia? ¿Cómo podemos ayudar a nuestra familia a mantenerse unida?
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¿De qué maneras resulta relevante hoy en día el segundo párrafo completo de la página 135? ¿Qué podemos hacer para ayudar a los jóvenes de la Iglesia a comprender el carácter sagrado del convenio del matrimonio? ¿Qué podemos hacer para ayudarles a esperar anhelosamente el matrimonio y la paternidad y la maternidad?
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El presidente Snow dijo que los “malentendidos pequeños y triviales” pueden “ envene[nar] [nuestra] felicidad” en el hogar (página 137). ¿Cuáles son algunas ideas específicas que pueden ayudarnos a evitar ese “veneno”? (Para ver algunos ejemplos, consulte las páginas 137–140.)
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Estudie la sección que comienza en la página 139. ¿Por qué considera que los padres deben poder decir “Haz lo que hago”, además de “Haz lo que digo”? ¿De qué maneras pueden los padres enseñar mediante el ejemplo? ¿Qué principios ha aprendido usted gracias al buen ejemplo de sus padres?
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El presidente Snow expresó preocupación por los padres y madres que enseñan con poder en la iglesia pero no en el hogar (páginas 139–140). Piense en cuanto a lo que usted puede hacer para compartir “las palabras de vida” con su familia.
Pasajes de las Escrituras que se relacionan con el tema: 1 Nefi 8:10–12; Helamán 5:12; D. y C. 68:25–28; 93:40–50; 132:19–20.