Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Capítulo 8: El convenio abrahámico


“Capítulo 8: El convenio abrahámico”, Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Russell M. Nelson, 2023

“Capítulo 8”, Enseñanzas: Russell M. Nelson

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Abraham orando.

Capítulo 8

El convenio abrahámico

Jesucristo, el Jehová del Antiguo Testamento, hizo promesas extraordinarias a Abraham […]. ¡Estas promesas divinas están disponibles para ustedes!

De la vida de Russell M. Nelson

Los ocho bisabuelos del presidente Russell M. Nelson fueron fieles discípulos de Jesucristo que sacrificaron mucho para recibir las bendiciones del Evangelio restaurado. Sin embargo, algunos de sus descendientes no siguieron su ejemplo “y, por ello”, dijo el presidente Nelson, “no me crie en un hogar centrado en el Evangelio.

“Yo adoraba a mis padres, lo eran todo para mí y me enseñaron lecciones muy importantes. No puedo agradecerles lo suficiente la feliz vida hogareña que nos proporcionaron a mí y a mis hermanos; pero a la vez, aun siendo niño, sentía un vacío en mi vida”.

El joven Russell no lo sabía en ese momento, pero anhelaba las bendiciones del convenio abrahámico. En su búsqueda de lo que le faltaba, desarrolló una pasión por aprender acerca del Evangelio.

Cuando cumplió dieciséis años, “su corazón comenzó a responder a las verdades del Evangelio y fue bautizado junto con sus hermanos”. En el momento de su bautismo, entró por lo que más tarde describiría como “la puerta que conduce a que lleguemos a ser coherederos de todas las promesas que el Señor extendió en la antigüedad a Abraham, Isaac, Jacob y su posteridad”. Aun así, anhelaba bendiciones mayores.

“Al madurar y empezar a comprender la magnificencia del plan del Padre Celestial”, recuerda, “solía decirme a mí mismo: ‘¡No quiero un regalo más de Navidad! Solo quiero sellarme a mis padres’. Ese anhelado evento no ocurrió sino hasta después de que mis padres tuvieron más de ochenta años, y así sucedió. No puedo expresar del todo la alegría que sentí ese día, y cada día siento aquel gozo de su sellamiento y que yo esté sellado a ellos”.

En ese momento comprendió lo que sus padres se habían estado perdiendo. Se emocionó al verlos a ellos y a sus hermanos en el templo, donde “aprend[ieron] en cuanto a todas las bendiciones reservadas para la posteridad fiel de Abraham, Isaac y Jacob”. Más tarde dijo de sus padres: “De todas las muchas grandes cosas que habían hecho por todos nosotros en el transcurso de los años, esa fue la mayor, ya que proporcionó la continuidad y la unidad que perpetuarían nuestra unidad familiar en las eternidades venideras”.

Enseñanzas de Russell M. Nelson

¿Qué es el convenio abrahámico y qué tiene que ver con cada uno de nosotros?

¿Qué es el convenio abrahámico y qué tiene que ver con […] cada uno de nosotros?

Hace unos 4000 años, Jesucristo, el Jehová del Antiguo Testamento, hizo promesas extraordinarias a Abraham.

Primero, el Salvador del mundo vendría a través del linaje de Abraham. Esa fue una promesa extraordinaria porque, en ese momento, Abraham y Sara no tenían posteridad y eran demasiado ancianos para tener hijos. Pero Dios es un Dios de milagros. El nacimiento de su hijo, Isaac, fue un milagro […].

Segundo, ¡a Abraham se le prometió una progenie eterna! [véase Génesis 15:5] […].

Una tercera promesa que hizo el Señor fue que la simiente de Abraham poseería el sacerdocio de Dios y administraría sus ordenanzas de exaltación. La simiente de Abraham tendría acceso al poder de Dios, el mismo poder por el cual se crearon este y otros mundos. Este es el poder mediante el cual el Señor sanaría y elevaría a aquellos que sufren […].

Una cuarta promesa que se le hizo a Abraham fue que todas las naciones de la tierra serán bendecidas a través de su linaje […].

Mis queridos hermanos y hermanas, esas promesas, que se dieron primero a Abraham y luego se reafirmaron en su hijo Isaac y su nieto, Jacob (quien se convirtió en “Israel”), se conocen como el convenio abrahámico, y están al alcance de todos los hijos de Dios. ¡Sí, estas promesas divinas están disponibles para ustedes!

La historia nos dice que, a pesar de esas promesas, muchos que eran de la casa de Israel en los tiempos bíblicos rechazaron las enseñanzas del Señor y persiguieron a los profetas. El Señor se enojó y respondió a los rebeldes con una promesa, declarando: “os esparciré entre las naciones” [Levítico 26:33].

¡Dios esparció a Israel por todo el mundo! Pero lo hizo con la promesa de que, un día, el Israel disperso se volvería a recoger en el redil del Señor. ¡Y ese día prometido es hoy!.

Como los de antaño, hemos recibido el santo sacerdocio y el Evangelio sempiterno. Abraham, Isaac y Jacob son nuestros antepasados y nosotros somos de Israel. Tenemos derecho a recibir el Evangelio, las bendiciones del sacerdocio y la vida eterna. Las naciones de la tierra serán bendecidas mediante nuestros esfuerzos y mediante la labor de nuestra posteridad. La descendencia literal de Abraham y los que son recogidos con su familia mediante adopción reciben esas bendiciones prometidas, las que se basan en el hecho de que aceptemos al Señor y obedezcamos Sus mandamientos.

Preguntas para el estudio

¿Cómo explicarían a un niño las promesas del convenio abrahámico? Como preguntó el presidente Nelson, ¿qué tiene que ver el convenio abrahámico con cada uno de nosotros?

Con el bautismo, entramos en la senda de los convenios y la seguimos de manera más completa en el templo

El plan que se expuso en el Gran Concilio de los cielos incluía el serio entendimiento de que todos seríamos separados de la presencia de Dios. Sin embargo, Dios prometió que proporcionaría un Salvador que vencería las consecuencias de la Caída. Dios dijo a Adán después de su bautismo:

“Eres según el orden de aquel que fue sin principio de días ni fin de años, de eternidad en eternidad.

“He aquí, eres uno en mí, un hijo de Dios; y así todos pueden llegar a ser mis hijos” (Moisés 6:67–68).

Adán y Eva aceptaron la ordenanza del bautismo y comenzaron el proceso de ser uno con Dios. Habían entrado en la senda de los convenios.

Cuando ustedes y yo también entramos en esa senda, tenemos una nueva forma de vida. De ese modo, creamos una relación con Dios que le permite bendecirnos y cambiarnos. La senda de los convenios nos lleva de regreso a Él. Si permitimos que Dios prevalezca en nuestra vida, ese convenio nos acercará más y más a Él. Todos los convenios tienen por objeto ser vinculantes; crean una relación con lazos sempiternos.

Adán y Eva, Noé y su esposa, Abraham y Sara, Lehi y Saríah, y todos los otros devotos discípulos de Jesucristo —desde que se creó el mundo— han hecho los mismos convenios con Dios. Han recibido las mismas ordenanzas que nosotros, como miembros de la Iglesia restaurada del Señor hoy en día hemos hecho: esos convenios que recibimos en el bautismo y en el templo.

El Salvador invita a todos a seguirle a las aguas del bautismo y, con el tiempo, a hacer convenios adicionales con Dios en el templo y a recibir esas otras ordenanzas esenciales y ser fieles a ellas. Se requiere todo eso si deseamos ser exaltados con nuestra familia y con Dios para siempre.

El convenio del matrimonio efectuado en el templo está directamente relacionado con ese convenio abrahámico. En el templo, los matrimonios aprenden en cuanto a todas las bendiciones reservadas para la posteridad fiel de Abraham, Isaac y Jacob.

Al igual que Adán lo hizo, ustedes y yo entramos de modo individual en la senda de los convenios al bautizarnos. Luego entramos más completamente en ella en el templo. Las bendiciones del convenio abrahámico se confieren en los santos templos.

En el bautismo, hacemos convenio de servir al Señor y de guardar Sus mandamientos [véase Doctrina y Convenios 20:37]. Cuando participamos de la Santa Cena, renovamos ese convenio y declaramos que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. De ese modo, somos adoptados como Sus hijos e hijas y se nos conoce como hermanos y hermanas. Él es el padre de nuestra nueva vida. Finalmente, en el santo templo, podemos llegar a ser coherederos de las bendiciones de una familia eterna como una vez se prometió a Abraham, Isaac, Jacob y su posteridad [véanse Gálatas 3:29; Doctrina y Convenios 86:8–11]. Por lo tanto, el matrimonio celestial es el convenio de la exaltación.

Pregunta para el estudio

¿Qué promesas han hecho ustedes a Dios al recibir las ordenanzas del sacerdocio?

Jesucristo es la figura central del convenio abrahámico

El sacrificio expiatorio del Salvador permitió que el Padre cumpliera las promesas que hizo a Sus hijos. Debido a que Jesucristo es “el camino, y la verdad y la vida”, se deduce que “nadie viene al Padre sino por [Él]” (Juan 14:6). El cumplimiento del convenio abrahámico se hace posible gracias a la Expiación de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Jesucristo es la figura central del convenio abrahámico. […]

A quienes hacen convenios sagrados y los guardan se les promete la vida eterna y la exaltación, “el mayor de todos los dones de Dios” (Doctrina y Convenios 14:7). Jesucristo es el garante de esos convenios (véanse Hebreos 7:22; 8:6). Los que guardan convenios, aman a Dios y le permiten prevalecer por sobre todas las demás cosas en su vida lo convierten en la influencia más poderosa de su vida.

Preguntas para el estudio

¿En qué sentido Jesucristo es la figura central del convenio abrahámico? ¿Qué pueden hacer ustedes para centrar su vida en Él?

Cada persona que acepta plenamente el Evangelio llega a ser uno de los hijos del convenio de Dios

La red del Evangelio para recoger al Israel esparcido es amplia. Hay lugar para cada persona que abrace plenamente el Evangelio de Jesucristo. Cada converso llega a ser uno de los hijos de Dios por convenio, ya sea por nacimiento o por adopción. ¡Cada uno se convierte en pleno heredero de todo lo que Dios ha prometido a los fieles hijos de Israel!

Cada uno de nosotros tiene un potencial divino porque cada uno es un hijo de Dios; cada uno es igual ante Su vista. Las implicaciones de esta verdad son profundas. Hermanos y hermanas, por favor escuchen atentamente lo que voy a decir. Dios no ama a una raza más que a otra. Su doctrina sobre este asunto es clara. Él invita a todos a venir a Él, “sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres” [2 Nefi 26:33].

Les aseguro que su posición ante Dios no la determina el color de su piel. La aprobación o desaprobación de Dios depende de su devoción a Dios y a Sus mandamientos, y no del color de la piel.

Somos hombres y mujeres de Dios precisamente porque hemos hecho convenios con Él. Somos de Abraham; somos hijos del convenio, del convenio abrahámico. Los que no descienden directamente de Abraham pero aceptan el Evangelio mediante el arrepentimiento y el bautismo llegan a ser la simiente de Abraham por adopción [véanse Gálatas 3:26–29; Abraham 2:10]. Por tanto, ¡todas las promesas de Abraham también son suyas! Ellos también llegan a ser los hijos elegidos del Señor. Para decirlo de manera simple, todos los que están dispuestos a hacer convenios con Dios y guardarlos son Su pueblo del convenio.

Pregunta para el estudio

¿De qué manera podría influir el convenio abrahámico en la forma en que ustedes interactúan con los demás?

Como hijos del convenio, sabemos quiénes somos y lo que Dios espera de nosotros

Algunos de nosotros somos descendientes literales de Abraham; otros son congregados en su familia por adopción; el Señor no hace acepciones. Juntos recibimos las bendiciones prometidas si buscamos al Señor y obedecemos Sus mandamientos; pero si no lo hacemos, perdemos las bendiciones del convenio. A fin de ayudarnos, en Su Iglesia se proporcionan bendiciones patriarcales para dar a cada persona que la reciba una visión de su futuro, así como una conexión con el pasado, incluso la declaración de su linaje remontándose a Abraham, Isaac, y Jacob. […]

Al reconocer que somos hijos del convenio, sabemos quiénes somos y lo que Dios espera de nosotros; Su ley se escribe en nuestros corazones; Él es nuestro Dios y nosotros somos Su pueblo. Los consagrados hijos del convenio permanecen firmes, aun en medio de la adversidad. Cuando esa doctrina se arraiga profundamente en nuestro corazón, incluso el aguijón de la muerte se mitiga y nuestra energía espiritual se fortalece.

Ustedes pueden reclamar todas las bendiciones del convenio abrahámico, destinado a cumplirse en estos últimos días. Las bendiciones y responsabilidades que una vez se extendieron a otras naciones (véase Gálatas 3:7–9, 14, 27, 29) ahora se nos han dado a nosotros (véase Doctrina y Convenios 110:12). Las bendiciones patriarcales revelan nuestro vínculo con los grandes patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Somos la descendencia de Abraham, por medio de la cual serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Esa identidad merece nuestra preciada prioridad, la que a su vez nos brinda las bendiciones del cielo.

Preguntas para el estudio

¿De qué modo les ha ayudado la bendición patriarcal a entender quiénes son y lo que Dios espera de ustedes?

¡El Señor ha renovado el convenio abrahámico y nosotros podemos participar en él!

Este convenio sempiterno fue restaurado como parte de la gran restauración del Evangelio en su plenitud. ¡Piensen en ello! […].

En el texto final del Antiguo Testamento, leemos acerca de la promesa de Malaquías de que Elías el Profeta “hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (Malaquías 4:6). En el antiguo Israel, tal referencia a los padres habría incluido a los padres Abraham, Isaac y Jacob. Esa promesa se aclara cuando leemos la versión diferente de ese versículo que Moroni citó al profeta José Smith: “Y él [Elías el Profeta] plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se volverá a sus padres” (José Smith—Historia 1:39). Dichos padres ciertamente incluyen a Abraham, Isaac y Jacob (véase Doctrina y Convenios 27:9–10) […].

Debido a que el Sacerdocio de Melquisedec ha sido restaurado, las mujeres y los hombres que guardan los convenios tienen acceso a “todas las bendiciones espirituales” del Evangelio (Doctrina y Convenios 107:18; cursiva agregada).

Una semana después de la dedicación del Templo de Kirtland en 1836, bajo la dirección del Señor, apareció Elías el Profeta. ¿Cuál era su propósito? “Hacer volver […] los hijos a los padres” (Doctrina y Convenios 110:15). También apareció Elías. ¿Cuál era su propósito? Entregar a José Smith y a Oliver Cowdery “la dispensación del evangelio de Abraham, diciendo que en nosotros y en nuestra descendencia serían bendecidas todas las generaciones después de nosotros” (Doctrina y Convenios 110:12). De este modo, el Maestro confirió a José Smith y a Oliver Cowdery la autoridad del sacerdocio y el derecho de transmitir las singulares bendiciones del convenio abrahámico a otras personas.

Permítanme invitarlos a leer 1 Nefi, capítulo 15, que trata sobre el recogimiento de Israel. Me gustaría que, cuando puedan, lean el capítulo completo, pero solo voy a seleccionar el versículo 18:

“Por tanto, nuestro padre [Lehi] no ha hablado solamente de nuestra posteridad, sino también de toda la casa de Israel, indicando el convenio que se ha de cumplir en los postreros días, convenio que el Señor hizo con nuestro padre Abraham, diciendo: En tu posteridad serán benditas todas las familias de la tierra”.

Subráyenlo, memorícenlo, entiéndanlo, junto con la fecha de esta revelación. ¿Cuál es la fecha? ¡592–600 a. C.! Por lo tanto, deben entender que, seiscientos años antes de que Jesús naciera en Belén —seiscientos años antes de que naciera el Salvador— los profetas sabían que ese convenio se cumpliría en los últimos días.

Ahora, aquí estamos [hoy]. Todos los profetas que han escrito sobre esto predijeron este día. ¡Ustedes y yo podemos participar en ello! No somos espectadores como eran todos los demás. Podemos participar. ¡Esto es tan emocionante que apenas puedo esperar para saltar de la cama todas las mañanas!.

Pregunta para el estudio

¿Qué bendiciones han recibido gracias a la renovación del convenio abrahámico? ¿Cómo pueden contribuir al cumplimiento de ese convenio?

Invitaciones y promesas

¡Estas promesas divinas están disponibles para ustedes!

Mis queridos hermanos y hermanas, esas promesas, que se dieron primero a Abraham y luego se reafirmaron en su hijo Isaac y su nieto, Jacob (quien se convirtió en “Israel”), se conocen como el convenio abrahámico, y están al alcance de todos los hijos de Dios. ¡Sí, estas promesas divinas están disponibles para ustedes!.

Recibir las ordenanzas y los convenios esenciales y ser fieles a ellos

Adán y Eva, Noé y su esposa, Abraham y Sara, Lehi y Saríah, y todos los otros devotos discípulos de Jesucristo —desde que se creó el mundo— han hecho los mismos convenios con Dios. Han recibido las mismas ordenanzas que nosotros, como miembros de la Iglesia restaurada del Señor hoy en día hemos hecho: esos convenios que recibimos al ser bautizados y en el templo.

El Salvador invita a todos a seguirle a las aguas del bautismo y, con el tiempo, a hacer convenios adicionales con Dios en el templo y a recibir esas otras ordenanzas esenciales y ser fieles a ellas. Se requiere todo eso si deseamos ser exaltados con nuestra familia y con Dios para siempre.

El convenio del matrimonio efectuado en el templo está directamente relacionado con ese convenio abrahámico. En el templo, los matrimonios aprenden en cuanto a todas las bendiciones reservadas para la posteridad fiel de Abraham, Isaac y Jacob.

Al igual que Adán lo hizo, ustedes y yo entramos de modo individual en la senda de los convenios al bautizarnos. Luego entramos más completamente en ella en el templo.

En el bautismo, hacemos convenio de servir al Señor y de guardar Sus mandamientos [véase Doctrina y Convenios 20:37]. Cuando participamos de la Santa Cena, renovamos ese convenio y declaramos que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. De ese modo, somos adoptados como Sus hijos e hijas y se nos conoce como hermanos y hermanas. Él es el padre de nuestra nueva vida. Finalmente, en el santo templo, podemos llegar a ser coherederos de las bendiciones de una familia eterna como una vez se prometió a Abraham, Isaac, Jacob y su posteridad [véanse Gálatas 3:29; Doctrina y Convenios 86:8–11]. Por lo tanto, el matrimonio celestial es el convenio de la exaltación.

Ustedes pueden reclamar todas las bendiciones del convenio abrahámico

Ustedes pueden reclamar todas las bendiciones del convenio abrahámico, destinado a cumplirse en estos últimos días. Las bendiciones y responsabilidades que una vez se extendieron a otras naciones (véase Gálatas 3:7–9, 14, 27, 29) ahora se nos han dado a nosotros (véase Doctrina y Convenios 110:12). Las bendiciones patriarcales revelan nuestro vínculo con los grandes patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Somos la descendencia de Abraham, por medio de la cual serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Esa identidad merece nuestra preciada prioridad, la que a su vez nos brinda las bendiciones del cielo.

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Discursos relacionados

El convenio sempiterno” (Liahona, octubre de 2022; texto de un discurso que el presidente Nelson pronunció en marzo de 2022)

Convenios” (Conferencia General de octubre de 2011)

El recogimiento del Israel disperso” (Conferencia General de octubre de 2006)

Los hijos del convenio” (Conferencia General de abril de 1995)

Thanks for the Covenant” (devocional de la Universidad Brigham Young, 22 de noviembre de 1988)

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