Capítulo 6
Jacob narra la historia judía: El cautiverio de los judíos en Babilonia y su regreso; el ministerio y la crucifixión del Santo de Israel; la ayuda recibida de los gentiles; y la restauración de los judíos en los últimos días cuando crean en el Mesías. Aproximadamente 559–545 a.C.
1 Las palabras de Jacob, hermano de Nefi, las cuales habló al pueblo de Nefi:
2 He aquí, amados hermanos míos, que yo, Jacob, habiendo sido llamado por Dios y ordenado conforme a su santo orden, y habiendo sido consagrado por mi hermano Nefi, a quien tenéis por rey o protector, y de quien dependéis para que os dé seguridad, he aquí, vosotros sabéis que os he hablado muchísimas cosas.
3 Sin embargo, os hablo otra vez, porque anhelo el bienestar de vuestras almas. Sí, grande es mi preocupación por vosotros, y a vosotros mismos os consta que siempre lo ha sido. Porque os he exhortado con toda diligencia y os he enseñado las palabras de mi padre; y os he hablado tocante a todas las cosas que están escritas, desde la creación del mundo.
4 Y ahora bien, he aquí, quisiera hablaros acerca de cosas que son y que están por venir; por tanto, os leeré las palabras de Isaías. Y son las palabras que mi hermano ha deseado que os declare. Y os hablo para vuestro bien, para que conozcáis y glorifiquéis el nombre de vuestro Dios.
5 Ahora bien, las palabras que os leeré son las que habló Isaías acerca de toda la casa de Israel; por tanto, se os pueden comparar, porque pertenecéis a la casa de Israel. Y hay muchas cosas que Isaías ha hablado, las cuales se os pueden comparar, pues sois de la casa de Israel.
6 Y estas son las palabras: Así dice el Señor Dios: He aquí, yo alzaré mi mano a los gentiles, y levantaré mi estandarte a los pueblos; y traerán en brazos a tus hijos, y en hombros llevarán a tus hijas.
7 Y reyes serán tus ayos, y sus reinas, tus nodrizas; con el rostro hacia la tierra se postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy el Señor; porque los que me esperan no serán avergonzados.
8 Y ahora yo, Jacob, quisiera hablar algo concerniente a estas palabras. Porque he aquí, el Señor me ha manifestado que los que se hallaban en Jerusalén, de donde vinimos, han sido destruidos y llevados cautivos.
9 No obstante, el Señor me ha mostrado que volverán otra vez. Y también me ha mostrado que el Señor Dios, el Santo de Israel, se ha de manifestar a ellos en la carne; y que después que se haya manifestado, lo azotarán y lo crucificarán, según las palabras del ángel que me lo comunicó.
10 Y después que hayan empedernido sus corazones y endurecido sus cervices contra el Santo de Israel, he aquí, los juicios del Santo de Israel vendrán sobre ellos. Y se aproxima el día en que serán heridos y afligidos.
11 Por lo que, después que sean echados de un lado a otro, pues así dice el ángel, muchos serán afligidos en la carne, y no se les permitirá perecer a causa de las oraciones de los fieles; y serán dispersados y heridos y odiados; sin embargo, el Señor será misericordioso con ellos, para que cuando lleguen al conocimiento de su Redentor, sean reunidos de nuevo en las tierras de su herencia.
12 Y benditos son los gentiles, acerca de quienes el profeta ha escrito; porque he aquí, si es que se arrepienten y no luchan contra Sion, ni se unen a esa grande y abominable iglesia, serán salvos; porque el Señor Dios cumplirá sus convenios que ha hecho a sus hijos; y por esta causa el profeta ha escrito estas cosas.
13 Por tanto, los que luchen contra Sion y contra el pueblo del convenio del Señor lamerán el polvo de sus pies; y el pueblo del Señor no será avergonzado. Porque los del pueblo del Señor son aquellos que lo esperan; pues todavía esperan la venida del Mesías.
14 Y he aquí, según las palabras del profeta, el Mesías se dispondrá por segunda vez a recuperarlos; por lo tanto, cuando llegue el día en que en él crean, él se manifestará a ellos con poder y gran gloria, hasta la destrucción de sus enemigos, y no será destruido ninguno que crea en él.
15 Y los que no crean en él serán destruidos tanto por fuego, como por tempestades, y por temblores de tierra, por la efusión de sangre y por pestilencia y por hambre. Y sabrán que el Señor es Dios, el Santo de Israel.
16 ¿Pues será quitada la presa al poderoso o será librado el cautivo legítimo?
17 Empero así dice el Señor: Aun los cautivos le serán quitados al poderoso, y la presa del tirano será librada; porque el Dios Fuerte librará a su pueblo del convenio. Pues así dice el Señor: Yo contenderé con aquellos que contiendan contigo;
18 y a los que te oprimen daré de comer su propia carne; y con su propia sangre serán embriagados como con vino dulce; y conocerá toda carne que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.