Capítulo 11
Pablo habla de ciertas costumbres del cabello y del arreglo personal — Habrá herejías que pondrán a prueba a los fieles — Los emblemas sacramentales se toman en memoria de la carne y de la sangre de Cristo — Cuidaos de participar indignamente de ellos.
1 Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.
2 Y os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las enseñé.
3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios, la cabeza de Cristo.
4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.
5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza, porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
6 Porque si la mujer no se cubre la cabeza, córtese también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, cúbrase.
7 Porque el varón no ha de cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón,
8 porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,
9 Y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
10 Por lo cual, la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón.
12 Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
14 La naturaleza misma, ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso, porque en lugar de velo le es dado el cabello.
16 Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
17 Pero en esto que os anuncio, no os alabo, porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.
18 Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros disensiones; y en parte lo creo.
19 Porque es preciso que entre vosotros haya herejías, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
20 Cuando, pues, os reunís en común, esto no es comer la cena del Señor.
21 Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.
22 Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan,
24 y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
25 Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo convenio en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí.
26 Porque todas las veces que comáis este pan, y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28 Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí.
30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.
31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
32 Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
34 Si alguno tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.