Capítulo 9
Jesús sana a un hombre ciego de nacimiento en un día de reposo — Los judíos le acusan de violar el día de reposo — Él los reprende por su ceguera espiritual.
1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?
3 Respondió Jesús: Ni este pecó ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se manifestasen en él.
4 Yo tengo que hacer las obras del que me envió, entretanto que dure el día; la noche viene cuando nadie puede trabajar.
5 Entretanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego
7 y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa Enviado). Entonces fue y se lavó; y cuando regresó, ya veía.
8 Entonces los vecinos y los que antes habían visto que era ciego decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba?
9 Unos decían: Este es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.
10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
11 Respondió él y dijo: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me untó los ojos y me dijo: Ve al Siloé y lávate. Y fui, y me lavé y recibí la vista.
12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No lo sé.
13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.
14 Y era el día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo y le había abierto los ojos.
15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos de qué manera había recibido la vista. Y él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé y ahora veo.
16 Entonces algunos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estos milagros? Y había disensión entre ellos.
17 Volvieron a decir al ciego: Tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.
18 Mas los judíos no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista;
19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego;
21 pero cómo ve él ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo.
22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo a los judíos, porque los judíos ya habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Cristo, sería expulsado de la sinagoga.
23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
24 Así que volvieron a llamar al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da la gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
26 Y le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27 Les respondió: Ya os lo he dicho, y no lo habéis oído. ¿Por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?
28 Entonces le insultaron y dijeron: Tú eres su discípulo, pero nosotros somos discípulos de Moisés.
29 Nosotros sabemos que habló Dios a Moisés, pero este, no sabemos de dónde es.
30 Respondió aquel hombre y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde es, y sin embargo a mí me abrió los ojos.
31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese oye.
32 Desde el principio nunca se ha oído decir que alguno haya abierto los ojos de uno que nació ciego.
33 Si este no viniera de Dios, no podría hacer nada.
34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste enteramente en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le echaron fuera.
35 Oyó Jesús que le habían echado fuera; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?
36 Respondió él y le dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
37 Y le dijo Jesús: Ya le has visto, y el que habla contigo, él es.
38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.
39 Y dijo Jesús: Yo, para juicio he venido a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.
40 Y algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Somos nosotros también ciegos?
41 Les dijo Jesús: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.