Capítulo 15
Absalón conspira contra David y consigue el apoyo del pueblo — David huye y Absalón entra en Jerusalén.
1 Aconteció después de esto que Absalón se hizo de un carro, y caballos y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
2 Y se levantaba Absalón de mañana y se ponía a un lado del camino que va a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía ante el rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
3 Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas, pero no tienes quien te oiga de parte del rey.
4 Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en esta tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o asunto, y yo les haría justicia!
5 Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse ante él, él extendía su mano, y lo abrazaba y lo besaba.
6 Y de esta manera hacía con todos los de Israel que venían al rey a juicio, y así les robaba Absalón el corazón a los de Israel.
7 Y aconteció que al cabo de cuarenta años, Absalón dijo al rey: Yo te ruego que me permitas ir a Hebrón a pagar mi voto que he prometido a Jehová.
8 Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur, en Siria, diciendo: Si Jehová me hace volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová.
9 Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó y se fue a Hebrón.
10 Pero envió Absalón espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta, diréis: Absalón reina en Hebrón.
11 Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban inocentemente, sin saber nada.
12 También, Absalón mandó buscar a Ahitofel, el gilonita, consejero de David, de Gilo su ciudad, mientras ofrecía sus sacrificios. Y la conspiración vino a ser grande, pues iba aumentando el pueblo que seguía a Absalón.
13 Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.
14 Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada.
15 Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están listos para todo lo que nuestro señor el rey decida.
16 El rey entonces salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey a diez mujeres concubinas para que guardasen la casa.
17 Salió, pues, el rey con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante.
18 Y todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.
19 Y dijo el rey a Itai, el geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, porque tú eres extranjero y desterrado también de tu lugar.
20 Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que andes de aquí para allá para ir con nosotros? Yo voy adonde pueda; tú vuelve y haz volver a tus hermanos, y que la misericordia y la verdad sean contigo.
21 Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que, o para muerte o para vida, donde esté mi señor el rey, allí estará también tu siervo.
22 Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa adelante. Y pasó Itai, el geteo, y todos sus hombres y toda su familia.
23 Y todo el país lloraba en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.
24 Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del convenio de Dios; y asentaron el arca del convenio de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.
25 Pero dijo el rey a Sadoc: Haz volver el arca de Dios a la ciudad; si yo hallo gracia ante los ojos de Jehová, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada.
26 Y si dice: No me complazco en ti; heme aquí, que haga de mí lo que bien le parezca.
27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y vuelvan con vosotros vuestros dos hijos: tu hijo Ahimaas y Jonatán hijo de Abiatar.
28 Mirad, yo me detendré en los llanos del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé noticias.
29 Entonces Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allá.
30 Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían.
31 Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.
32 Y aconteció que cuando David llegó a la cumbre del monte donde se adoraba a Dios, he aquí, Husai, el arquita, le salió al encuentro, trayendo rasgada su ropa y tierra sobre su cabeza.
33 Y le dijo David: Si vienes conmigo, me serás una carga;
34 pero si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo, entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel.
35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oigas en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.
36 Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; por medio de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oigáis.
37 Así fue Husai, amigo de David, a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.