Imagínate que solo te queda una semana de vida. ¿Adónde irías? ¿Qué harías? ¿Estaría un templo en tu lista de destinos?
Así fue para el Salvador; lo cual no es una sorpresa, porque las experiencias con el templo estuvieron entretejidas a lo largo de Su vida desde el principio. Jesús fue llevado al templo cuando era bebé, donde un hombre y una mujer lo reconocieron como el Mesías. Más tarde, regresó al templo cuando era joven y enseñó a quienes estaban adorando allí.
Durante la semana antes de morir, Jesús regresó al templo de Jerusalén una vez más. Echó fuera a las personas que estaban comprando y vendiendo cosas. Él ayudó a quienes que estaban sufriendo. Luego fue a quedarse en casa de Lázaro, María y Marta.
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Nota: Esto es parte de una serie sobre la semana previa a la resurrección del Salvador.