Cuando el Salvador visitó a los nefitas después de Su Resurrección, tenía muchas cosas importantes que decirles.
Por ejemplo, citó al profeta Malaquías, cuyas enseñanzas no estaban en las planchas de bronce porque él aún no había nacido cuando Lehi salió de Jerusalén.
Uno de los temas de Malaquías, el diezmo, viene acompañado de una promesa maravillosa.
“Probadme ahora en esto, dice el Señor de los Ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros una bendición tal que no haya donde contenerla” (3 Nefi 24:10).
En otras palabras: “Adelante, ponedme a prueba y comprobad si digo la verdad”.
En efecto, el Señor está diciendo: “probadme”.
Si tienes ingresos, pero aún no has descubierto las bendiciones del diezmo para ti, ¡ahora es un buen momento para comenzar! Da al Señor una décima parte de todo lo que ganes. El obispo o uno de sus consejeros puede explicarte la manera de hacerlo.
¡El Señor ansía demostrar que Sus promesas son verdaderas!