Luego de cumplir diecinueve años, a las mujeres jóvenes de la Iglesia se las invita a prestar servicio como misioneras de tiempo completo. ¿Estás pensando servir?
Nunca es mala idea prepararse, ni siquiera si tus planes terminan cambiando.
Recientemente preguntamos a algunas misioneras qué fue lo que las ayudó a prepararse para su misión. Estas son algunas de sus respuestas:
Hermana Daniels
“Lo que más me ayudó a prepararme para mi misión fue establecer hábitos de estudio de las Escrituras. Comencé a leer el Libro de Mormón cada día a la hora que mejor me convenía.
“Cuando tenía una pregunta, no me importaba cuántos capítulos tuviera que leer. Dedicaba tiempo a buscar la respuesta en esos pasajes de las Escrituras o en otras buenas fuentes como los profetas vivientes o el sitio web de la Iglesia. Eso me ayudó a prepararme para servir, porque conocer las Escrituras es muy importante para los misioneros. Las personas te harán muchas preguntas, y las Escrituras responden las más difíciles de la vida”.
Hermana Jackson
“Cuando estaba en la escuela secundaria no sabía si iba a servir en una misión, así que comencé a asistir a las clases de preparación misional de mi estaca. Si finalmente decidía servir, me alegraría de haber recibido las clases, y si no, de todas maneras aprendería cosas importantes sobre cómo compartir el Evangelio.
“Fue asistiendo a las clases y estudiando Predicad Mi Evangelio que recibí mi respuesta en cuanto a servir. El Padre Celestial puede guiarnos mejor cuando comenzamos a prepararnos para servir en una misión al establecer hábitos de estudio de las Escrituras, aprender los principios básicos y purificarnos. No todos prestarán servicio, pero todos pueden prepararse para servir ¡y serán bendecidos por eso!”.
Hermana Goss
“Algo que me ayudó a prepararme fue establecer y fortalecer mis cimientos sobre el estudio diario de las Escrituras. No es necesario ser un experto en el Libro de Mormón para tener la confirmación espiritual de que es verdadero.
“Soy una persona callada así que, a fin de poder salir de mi zona de confort antes de la misión, hice un esfuerzo por saludar y sonreír a tantas personas como pudiera cuando estaba fuera de casa. Eso me ayudó a reconocer que ellos realmente son hijos amados de Dios y también aumentó mi deseo de compartir el Evangelio restaurado”.
¡Gracias por compartir sus consejos, hermanas! ¡Sigan trabajando así!