Capítulo 2
Definición del Evangelio
El mundo conoce a Brigham Young como un gran colonizador que dirigió la transformación de un árido desierto en una floreciente comarca. Más aún, él fue un vigoroso maestro del Evangelio restaurado de Jesucristo que supo inspirar a los santos pioneros para que vivieran la doctrina concreta de una religión que asegura a toda persona la oportunidad de regresar a la presencia de Dios.
Las enseñanzas de Brigham Young
El Evangelio de Jesucristo abarca un sistema de leyes y ordenanzas que conducen a la salvación.
Nuestra religión no es ni más ni menos que el verdadero orden de los cielos, el sistema de leyes por el que se gobiernan los ángeles y los dioses. ¿Son ellos gobernados por la ley? Por supuesto. No existe ser alguno en toda la eternidad que no sea gobernado por la ley (DBY, 1).
El Evangelio del Hijo de Dios que se nos ha revelado es un programa o sistema de leyes y ordenanzas por cuya estricta obediencia se les asegura a los habitantes de esta tierra que pueden retornar a la presencia del Padre y del Hijo. Las leyes del Evangelio no son ni más ni menos que un cierto número de principios de la eternidad revelados a la gente, por medio de los cuales podrán regresar al cielo de donde procedieron (DBY, 1).
Cuando hablamos de la ley celestial que se nos ha revelado desde las alturas, es decir, del sacerdocio, nos estamos refiriendo al principio de salvación, un sistema perfecto de gobierno, de leyes y ordenanzas mediante las cuales podemos prepararnos para entrar de una puerta a otra y de un centinela a otro hasta llegar a la presencia misma de nuestro Padre y nuestro Dios (DBY, 130).
Podemos recibir la verdad y saber, aun en lo mas íntimo del alma, que el Evangelio es el poder de Dios para salvación y el camino a la vida eterna (DBY, 90).
Nuestra religión, al igual que todo aquello de lo que Dios es el Autor, es un sistema de leyes y orden. Él ha instituido leyes y ordenanzas para el gobierno y beneficio de los hijos de los hombres, para ver si éstos las obedecerían y demostrarían que son dignos de la vida eterna bajo la ley de mundos celestiales (DBY, 1).
El Señor no ha establecido leyes que me obliguen a calzar zapatos de un estilo determinado. Él nunca ha proclamado ninguna ley que especifique que yo debo usar botas de punta cuadrada o angular, ni que debo vestir chaquetas con cintura debajo de los brazos o con ruedo hasta el suelo, o que debo usar sacos como el que llevo puesto ahora. La inteligencia, hasta cierto punto, le ha sido acordada tanto al Santo como al pecador para que la emplee independientemente, ya sea que posean la ley del sacerdocio o no, ya sea que la hayan conocido o no (DBY, 63).
Todos sabemos que una de las peculiaridades de nuestra fe y religión consiste en no pedir nunca al Señor que haga algo sin estar nosotros mismos dispuestos a ayudarle en todo lo que podamos para que entonces Él haga el resto. No debo pedirle al Señor que haga lo que no estoy dispuesto a hacer yo mismo (DBY, 43).
El Evangelio de Jesucristo abarca todo lo que es verdad
Toda verdad existe para la salvación de los hijos de los hombres, para su beneficio y enseñanza, para incrementar su conocimiento de los principios divinos, y dicho conocimiento consiste en todo lo que es realidad y verdad; y toda verdad corresponde a lo que es divino (DBY, 11).
Estén dispuestos a recibir la verdad, no importa de quien proceda; no hay diferencia en ello. No importa si reciben el Evangelio por medio de José Smith o de Pedro, el que vivió en los días de Jesús. Recíbanla del uno o del otro. Si Dios ha llamado a una persona y la ha enviado a predicar el Evangelio, eso basta para mí; no interesa quién sea, porque lo único que quiero es conocer la verdad (DBY, 11).
El “mormonismo”, así llamado, incluye cada principio referente a la vida y a la salvación por tiempo y eternidad. No importa quién lo posea. Si los infieles poseen una verdad, le pertenece al “mormonismo”. La verdad y la sana doctrina que posea el mundo sectario, el cual las tiene en abundancia, pertenecen a nuestra Iglesia. En cuanto a moralidad, muchos de ellos son, moralmente, tan buenos como nosotros; todo lo que es bueno, bello y digno de alabanza pertenece a esta Iglesia y reino. El “mormonismo” incluye toda verdad. No existe verdad alguna que no pertenezca al Evangelio. Es vida, vida eterna; es felicidad; es la plenitud de todo lo que pertenece a los dioses y en la eternidad de los dioses (DBY, 3).
En otras palabras, si el “mormonismo” no es mi vida misma, no creo tener vida. No comprendo ninguna otra cosa, porque integra todo lo que abarca el entendimiento humano. Si no contiene en sí mismo todo lo que hay en los cielos y en la tierra, no es lo que reclama ser (DBY, 2).
Quiero decirles a nuestros amigos que nosotros creemos en todo lo que es bueno. Si pueden encontrar una verdad en los cielos, la tierra o el infierno, esa verdad pertenece a nuestra doctrina. Nosotros creemos en ella; nos pertenece; la reclamamos (DBY, 2).
[El Evangelio] abarca toda moralidad, toda virtud, toda luz, toda inteligencia, toda grandeza y toda bondad. Propone un sistema de leyes y ordenanzas (DBY, 3).
Dicho plan incluye todo sistema de doctrina verdadera en la tierra, ya sea eclesiástica, moral, filosófica o civil; abarca todas las leyes buenas que se han promulgado desde los días de Adán hasta hoy; comprende las leyes de las naciones porque las supera en conocimiento y en pureza, abarca las doctrinas de la actualidad y las obtiene de toda fuente, unificándolas en un solo sistema y dejando toda la paja para que sea dispersada de acá para allá (DBY, 3–4).
Es nuestro deber y llamamiento como ministros de dicha salvación y del Evangelio recoger todo lo que es verdadero y rechazar todo error. Ya sea que encontremos una verdad entre quienes profesan ser infieles o entre los universalistas, católicos, metodistas, anglicanos, presbiterianos, bautistas, cuáqueros, tembladores o cualquier otros de las diversas y numerosas sectas y agrupaciones, todos los cuales poseen más o menos una verdad, es la responsabilidad de los élderes de la Iglesia (con Jesús, su Hermano mayor, a la cabeza) recoger, en el Evangelio que predicamos, todas las verdades que existan en el mundo referentes a la vida y la salvación… a las ciencias y la filosofía, doquiera se encuentren en toda nación, tribu, lengua y pueblo, y traerlas a Sión (DBY, 248).
Todo conocimiento y sabiduría y cada cosa buena que el corazón humano pueda desear se encuentra dentro del círculo de la religión que hemos aceptado (DBY, 446).
Nuestra religión abarca cada realidad que existe en el firmamento y en los cielos de los cielos, cada hecho que existe en la superficie de la tierra, en las profundidades de la tierra y en el cielo estrellado; en fin, encierra toda verdad existente en toda la eternidad de los dioses (DBY, 448).
Nuestra religión evalúa, considera e incluye toda la sabiduría del mundo, todo lo que Dios ha revelado al hombre. Dios ha revelado todas las verdades que el mundo posee actualmente, ya sean científicas o religiosas. A Él le debe todo el mundo lo que hoy conoce y disfruta; están en deuda con Él por todo eso y yo lo reconozco en todas las cosas (DBY, 2).
Nuestra religión contiene en sí misma toda ciencia verdadera que el hombre, los ángeles y los dioses conocen. Hay solamente un sistema y una ciencia de vida verdaderos; todo lo demás conduce a la muerte. Dicho sistema emana del Manantial de la vida (DBY, 2).
La verdad perdurará más allá del error. La vida permanecerá aún después de que hayan sido devorados por la muerte aquellos que rechacen las palabras de vida eterna. Me gusta la verdad porque es la verdad, porque es bella y agradable, porque es de naturaleza tan gloriosa, y tan digna de la admiración, de la fe y de la consideración de todos los seres inteligentes del cielo y de la tierra (DBY, 9).
Me deleito en esto, porque la verdad fue diseñada para sostenerse a sí misma; se basa en realidades eternas y perdurará mientras que todo lo demás, tarde o temprano, perezca (DBY, 11).
Toda persona que viva de conformidad con las leyes que el Señor ha dado a Su pueblo, y que haya recibido las bendiciones que Él reserva para los fieles, debe ser capaz de distinguir las cosas de Dios de las que no son de Dios, diferenciar la luz de las tinieblas, lo que viene de los cielos de lo que proviene de otros lugares. Tal es la satisfacción y el consuelo de que disfrutan los Santos de los Últimos Días que viven su religión; éste es el conocimiento que posee cada uno de nosotros que de tal manera vive (DBY, 35).
¡Cuán fácil es vivir conforme a la verdad! ¿Han pensado en esto, amigos míos? ¿Han pensado alguna vez en ello, hermanos y hermanas? En cada circunstancia de la vida, no importa si ocurre entre los humildes o entre los soberbios, la verdad es siempre la guía más segura y la más fácil para gobernar nuestra vida (DBY, 11).
Nuestra religión es, simplemente, la verdad. La define esta sola expresión: abarca toda verdad, no importa dónde se encuentre, en todas las obras de Dios y del hombre, sean ya visibles o invisibles al ojo mortal (DBY, 2).
A través del poder del sacerdocio, el Evangelio es el medio de salvación para todos los hijos de Dios.
El Evangelio que predicamos es el Evangelio de vida y salvación. La Iglesia que representamos es la Iglesia y Reino de Dios, y posee la única doctrina mediante la cual podrán los hijos de los hombres ser llevados de vuelta a la presencia de nuestro Padre y nuestro Dios. El Señor ha extendido Su mano para restaurar todas las cosas como en el principio y, por medio de la administración de Su Santo Sacerdocio, salvar a todos los que puedan ser salvos, limpiar al mundo de las consecuencias de la Caída y entregárselo a las manos de Sus santos (DBY, 4).
El sacerdocio… es un orden y sistema de gobierno perfecto y lo único que puede librar a la familia humana de todos los males que afligen a las personas, y asegurarles felicidad y bienaventuranza en la vida venidera (DBY, 130).
El Evangelio y el sacerdocio son los medios que Él emplea para salvar y exaltar a Sus hijos obedientes para que posean con Él Su misma gloria y tengan el poder de ser ceñidos con coronas de gloria, inmortalidad y vida eterna (DBY, 5).
Todo acto que llevemos a cabo debe administrarse con la guía del sacerdocio (DBY, 133).
No existe ordenanza declarada por la propia voz de Dios, mediante Su Hijo Jesucristo o a través de la voz de cualquiera de Sus Profetas, Apóstoles o Evangelistas que sea innecesaria. Todas las ordenanzas, todos los mandamientos y requerimientos son necesarios para la salvación de la familia humana (DBY, 152).
Con respecto a las ordenanzas de Dios, podemos declarar que las obedecemos porque Él así lo requiere; y cada partícula de sus requisitos trae consigo una filosofía lógica… Esa filosofía se extiende a toda la eternidad y es en la que los Santos de los Últimos Días creemos. Cada porción de la verdad que recibe toda persona constituye un don de Dios. Recibimos estas verdades y progresamos de gloria en gloria, de vida eterna en vida eterna, y así obtenemos un conocimiento de todas las cosas y llegamos a ser Dioses, sí, Hijos de Dios (DBY, 152).
El Evangelio de Jesucristo es la ruta libre, la puerta abierta de acceso en el sendero o la vía desde la tierra a los cielos, a través de la cual los hijos de los hombres en diversos llamamientos, de acuerdo con su correspondiente responsabilidad y posición en la sociedad en que viven, reciben revelaciones directas. El Evangelio de salvación es una parte de la ley relacionada con el reino donde mora Dios; y las ordenanzas pertinentes al Santo Sacerdocio son los medios por los cuales los hijos de los hombres tienen acceso al camino de vida que les permita prolongar su viaje hasta retornar a la presencia de su Padre y su Dios (DBY, 6).
Las leyes y ordenanzas que el Señor ha revelado en estos últimos días han sido diseñadas para la salvación de todos los hijos e hijas de Adán y Eva (DBY, 1).
Nosotros declaramos a todos los habitantes de la tierra, desde los valles a la cabeza de los montes, que somos La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días… y que tenemos la doctrina de vida y salvación para todos los de corazón sincero en todo el mundo (DBY, 7).
Sugerencias para el estudio
El Evangelio de Jesucristo abarca un sistema de leyes y ordenanzas que conducen a la salvación.
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Según el presidente Young, el Evangelio de Jesucristo es el “poder de Dios para salvación”. ¿Cómo se compara esta declaración con la definición del Evangelio que enunció el Salvador en 3 Nefi 27:13–14?
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¿Qué función cumple el Evangelio de Jesucristo en llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre? (Véase también Moisés 1:39; Abraham 3:25.) ¿Por qué necesitamos un sistema de leyes y ordenanzas para regresar a la presencia de Dios? ¿De qué manera resultan las leyes y ordenanzas de Dios para “beneficio de los hijos de los hombres”? (Véase también 2 Nefi 2:13, 16.)
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El presidente Young enseñó que Dios “se gobierna por leyes”. ¿Cómo puede ayudarnos este conocimiento? (Véase también D. y C. 82:10.)
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El presidente Young describió el Evangelio como un sistema de orden. ¿En qué situaciones espera Dios que empleemos nuestro propio criterio razonable? (Véase también D. y C. 58:26–29.)
El Evangelio de Jesucristo abarca todo lo que es verdad
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El presidente Young exhortó a los Santos de los Últimos Días a ser indagadores de la verdad. ¿Por qué es necesario comprender que el Evangelio de Jesucristo abarca todo lo que es verdad? ¿Por qué debemos aceptar la verdad doquiera pueda encontrarse? ¿Qué podemos aprender de la declaración del presidente Young en cuanto a que “toda verdad corresponde a lo que es divino”?
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¿Qué nos enseñan las declaraciones del presidente Young en cuanto a aceptar y amar a la gente de otras religiones?
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¿Cómo podemos distinguir entre la verdad y el error? (Véase también 1 Corintios 2:11, 14; Moroni 7:12–17.) ¿Por qué es tan importante en estos últimos días la capacidad para “recoger todo lo que es verdadero y rechazar todo error”?
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¿Cómo influye el conocimiento de las verdades del Evangelio en nuestra manera de vivir? ¿Por qué es que “la verdad es siempre la guía más segura y la más fácil para gobernar nuestra vida”? ¿Cómo afectan nuestra vida las mentiras y las decepciones? (Véase también D. y C. 88:86.)
A través del poder del sacerdocio, el Evangelio es el medio de salvación para todos los hijos de Dios.
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¿Cuál es la relación entre el sacerdocio y el Evangelio de Jesucristo? ¿Por qué son las ordenanzas del sacerdocio tan esenciales en el plan del Evangelio?
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¿Cuál es la función de los quórumes, grupos y comités locales del sacerdocio como ministros del Evangelio? ¿Qué lugar ocupa la Sociedad de Socorro en relación con la enseñanza de la verdad y el fortalecimiento de la fe en el Evangelio de Jesucristo? ¿Qué experiencias ha tenido usted en que alguien haya prestado servicio cristiano? ¿Qué influencia han ejercido en ustedes tales experiencias?
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El presidente Young enseñó que el Evangelio es “la puerta abierta de acceso en el sendero o la vía desde la tierra a los cielos”. ¿Qué responsabilidad se ha dado a quienes hayan aceptado el Evangelio restaurado en cuanto a difundir el testimonio de sus leyes, sus ordenanzas y su verdad? (Véase también Mateo 28:19–20; Proverbios 22:6.)