Enseñar a los jóvenes y a los jóvenes adultos
Apliquen sus corazones para entender


Apliquen sus corazones para entender

Una velada con una Autoridad General • 8 de febrero de 2019 • Tabernáculo de Salt Lake City

Mis queridos hermanos y hermanas, es un verdadero gozo servir con ustedes en esta gran obra. Les expreso mi amor y gratitud por todo el trabajo extraordinario que llevan a cabo al ayudar a criar a la nueva generación de jóvenes y jóvenes adultos para que aprendan de manera profunda en el evangelio de Jesucristo.

Cuando el aprendizaje del Evangelio es profundo, nuestros alumnos crecen (1) en conocimiento y entendimiento, (2) en la capacidad para una acción justa y eficaz y (3) para llegar a ser más y más como el Salvador.

El entendimiento del Evangelio es un eslabón crítico entre el conocimiento del Evangelio y la acción justa y eficaz. Esta noche quiero compartir con ustedes algunos pensamientos breves sobre lo que podemos hacer para ayudar a nuestros alumnos a crecer en su entendimiento del evangelio de Jesucristo.

Comienzo con esa maravillosa frase que utilizó Abinadí para reprender a los sacerdotes del rey Noé: “No habéis aplicado vuestros corazones para entender; por tanto, no habéis sido sabios”1.

Los sacerdotes tenían las Escrituras, y sabían acerca de la ley y los profetas, pero no habían aplicado su corazón al entendimiento. El corazón es el centro simbólico de nuestra voluntad, nuestros deseos, nuestros compromisos, nuestros valores y prioridades, nuestros sentimientos y nuestro testimonio de la verdad2.

Entender el Evangelio es mucho más que una experiencia cognitiva3. Es una experiencia espiritual en la que el Espíritu Santo testifica de la verdad, ilumina nuestra mente y cambia nuestro corazón4. El entendimiento del corazón es un don del Espíritu.

Cuando uno de sus alumnos desea aplicar su corazón para entender un principio del Evangelio como la fe en Jesucristo, esa persona debe ejercer su albedrío para elegir a Jesucristo y vivir ese principio. Su experiencia con el principio es la puerta a su corazón. Su acción autoriza al Espíritu Santo a testificar, iluminar y cambiar la forma en que su corazón acoge al Señor y a ese principio5. A medida que la persona continúe viviendo el principio, reflexione sobre su experiencia y testifique de lo que sabe que es verdad, su entendimiento de la fe crecerá y su corazón cambiará:

  • Su voluntad, sus deseos y prioridades acerca de actuar con fe en el Salvador se alinean más estrechamente con la voluntad de Él.

  • Sus convenios con el Señor definen más profundamente el compromiso de su corazón de actuar con fe en Él.

  • Sus sentimientos de amor, devoción, alegría y fe en el Señor se hacen más profundos y más fuertes.

  • Su testimonio personal de la veracidad de la fe en Jesucristo y del poder del Señor y de Su amor crecerá6.

Como maestros del Evangelio, ¿qué podemos hacer ustedes y yo para ayudar a nuestros alumnos a aplicar sus corazones para entender la doctrina de Jesucristo? Permítanme compartir una historia que creo es importante —tiene importantes perspectivas para nosotros.

Un maestro congregó a un grupo de alumnos de cuarto grado y en pocos minutos les contó acerca de Martín Lutero, el sacerdote católico alemán que fue una figura importante en la Reforma protestante en Europa7. Luego dio a los niños un breve cuestionario. Sin embargo, los alumnos respondieron las preguntas según lo que habían aprendido sobre Martin Luther King Jr., el líder estadounidense de los derechos civiles; ellos no respondieron correctamente ninguna pregunta.

El maestro entonces congregó a un segundo grupo de alumnos de cuarto grado. Sin embargo, esta vez comenzó con una pregunta: “¿Cuántos de ustedes saben quién fue Martin Luther King Jr.?”. Todos alzaron la mano. Esos niños sabían mucho sobre Martin Luther King Jr. El maestro luego preguntó: “¿Saben por qué los padres de Martin Luther King Jr. le pusieron el nombre Martin Luther—King?”. Nadie sabía. Luego dijo: “Les voy a decir por qué”. Luego les enseñó acerca de Martín Lutero, utilizando exactamente la misma información que utilizó con el primer grupo. Cuando les hizo la misma prueba, el segundo grupo contestó todas las preguntas correctamente.

El primer grupo de alumnos no aprendió absolutamente nada sobre Martín Lutero8. Sin embargo, en el segundo grupo, el maestro conectó a Martín Lutero con Martin Luther King Jr., alguien sobre quien los alumnos sabían mucho y por quienes sentían estima.

Las preguntas del maestro y lo que habló con ellos abrió la mente y el corazón de los alumnos a nueva información y nuevos sentimientos. No solo aprendieron sobre Martín Lutero, sino que también aumentaron su entendimiento de Martin Luther King Jr.

La historia tiene factores para crear experiencias que ayudarán a nuestros alumnos a aplicar sus corazones para entender los principios del Evangelio. Se destacan dos:

  1. Hay gran poder al conectar el principio con su propia experiencia y con lo que ya conocen y entienden. La experiencia personal en verdad es la puerta a sus corazones.

  2. Es de suma importancia utilizar tanto las preguntas que nosotros hacemos, así como las preguntas que hacen los alumnos. Las preguntas les abren la mente y el corazón.

Estas son ideas potentes. Los invito a utilizarlas conjuntamente con otras dos:

  1. Enseñar intencionalmente el proceso. Aplicar los corazones al entendimiento es un proceso espiritual; el entendimiento del corazón es un don espiritual. Por favor, enseñen a los alumnos cómo funciona el proceso. Ayúdenlos a sentir la responsabilidad que tienen de utilizar su albedrío para elegir al Señor y vivir los principios. Enséñenles a reflexionar en lo que experimenten y a compartir lo que aprendan y a dar testimonio de la verdad. La gracia de Jesucristo les acompañará a medida que se enseñan unos a otros9.

  2. Centrarse en el Salvador. Lo que ellos necesitan es Su doctrina, Su luz, amor y poder; Él hace posible todas las cosas. Cuando demos testimonio de Él y conectemos los principios a Él, el Espíritu Santo dará testimonio de la verdad, enseñará e iluminará.

Al hacer estas cosas, y muchas otras, el Espíritu Santo dará testimonio de la verdad, especialmente de que Jesús es el Cristo. Él enseñará a sus alumnos uno por uno. Él les cambiará el corazón, y crecerán en su entendimiento del evangelio de Jesucristo. Sé que eso es verdad. Les dejo mi amor y mi testimonio, en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Mosíah 12:27.

  2. Véase Merriam-Webster.com Dictionary, “Heart”, merriam-webster.com.

  3. Para un análisis extenso de la relación que existe entre el corazón y el entendimiento del Evangelio, véase: David A. Bednar, Increase in Learning, 2011, págs. 66–70.

  4. Naturalmente, nuestras mentes son una parte importante de ese proceso, pero si solamente utilizamos nuestras mentes y no “[inclinamos nuestro] corazón al entendimiento” (Proverbios 2:2), no entenderemos verdaderamente el principio. Lo sabremos, pero no lo entenderemos verdaderamente de la manera que el Señor dispone. Además, cuando hablamos de aumentar el entendimiento en nuestro corazón, nos referimos a cambiar nuestros corazones.

  5. El élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó este principio: “… el Señor no te obligará a aprender; tú debes ejercer tu albedrío para permitir que el Espíritu te enseñe. Al hacer de esto una práctica en tu vida, serás más receptivo a los sentimientos que se reciben con la guía espiritual” (“Cómo obtener guía espiritual”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 8; véanse también págs. 6–9).

  6. Esto conlleva un principio muy importante y poderoso. Como en todas las cosas, Jesús nos mostró el camino. Jesús tenía un conocimiento perfecto de nuestras debilidades y enfermedades y, sin embargo, eligió sufrirlas en la carne (véaseAlma 7:11). Él lo hizo para que pudiese descender por debajo de todas las cosas y comprender todas las cosas en Su corazón, a fin de que pudiese estar lleno de misericordia y tener perfecta empatía y poder para redimirnos, fortalecernos y socorrernos. Esa idea de que, en Su decisión de tomar sobre Sí nuestras enfermedades en Su carne, Jesús aumentó en entendimiento más allá de lo que sabía intelectualmente, se declara bellamente en el discurso del élder Neal A. Maxwell: “Dispuestos a someternos”, (Liahona, julio de 1985, págs. 67–70).

    En Getsemaní, por Su sufrimiento, Jesús empezó a “angustiarse” (Marcos 14:33), o, según el griego, a estar “asombrado” y “anonadado”. ¿Podemos imaginar a Jehová, el Creador de este y otros mundos, “asombrado”? Jesús sabía lo que tendría que hacer, pero no lo había experimentado. ¡Nunca había sentido en carne propia el intenso y agotador proceso de una expiación! ¡Así, cuando la angustia le sobrevino en toda su intensidad, era mucho, muchísimo peor de lo que aun Él, con Su intelecto inigualable, pudo haber imaginado! ¡No es de extrañar que haya aparecido un ángel para fortalecerlo! (Véase Lucas 22:43).

    Hay muchos pasajes de las Escrituras que dejan en claro que recibimos bendiciones (como el don espiritual de comprender un principio del Evangelio) solo después de que tomamos la determinación de vivir el principio. (Véanse Juan 7:17; Juan 8:31–32; Efesios 1:17–21; Mosíah 12:27; Alma 32:28; Éter 12:6; Doctrina y Convenios 88:4; Doctrina y Convenios 130:10–11).

  7. Este relato se basa en el artículo escrito por James E. Zull, The Art of Changing the Brain: Enriching the Practice of Teaching by Exploring the Biology of Learning, 2002, págs. 124–125.

  8. Los alumnos del primer grupo filtraron todo lo que escucharon a través del marco de conocimiento establecido sobre Martin Luther King Jr. Cuando escucharon las palabras “Martín Lutero”, conectaron esas palabras con el apellido “King” y activaron su marco establecido. Ellos literalmente no percibieron nada sobre Martín Lutero.

  9. Véase Doctrina y Convenios 88:77–78.

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