La verdad restaurada
Una velada con el élder Richard J. Maynes
Devocional mundial para Jóvenes Adultos • 1º de mayo de 2016 • Tabernáculo de Salt Lake
Hermanos y hermanas, me encanta oír sobre la conversión de Nancy, mi esposa y de lo mucho que la primera visión de José Smith y el Libro de Mormón influyeron en su testimonio y conversión iniciales. Siempre he estado agradecido por la oportunidad que tuve de desempeñar un papel misional al presentarle el Evangelio de Jesucristo durante varios años después de mi misión de tiempo completo. Como se imaginarán, me siento muy feliz de cómo salió todo bien para ambos. Nuestra Iglesia y la vida familiar significan todo para nosotros.
Agradezco sinceramente esta asignación de la Primera Presidencia de dirigirme a ustedes esta tarde. Siento que es importante que ustedes sepan que he sentido la influencia y los susurros del Espíritu Santo durante la preparación de este mensaje y espero que lo que comparta sea de beneficio espiritual para ustedes.
La restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo en los últimos días la han previsto y predicho los profetas a lo largo de la historia. Debido a ese hecho, la restauración del evangelio de Jesucristo no debe sorprender a quienes estudian las Escrituras. Existen decenas y decenas de declaraciones proféticas a lo largo del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, y del Libro de Mormón que predicen y señalan claramente hacia la restauración del Evangelio. Ejemplos del Antiguo Testamento se encuentran en Deuteronomio1, Isaías2, Jeremías3, Ezequiel4, Daniel5, Amós6 y Malaquías7. Ejemplos del Nuevo Testamento se encuentran en los libros de Mateo8, Marcos9, Hechos10, Romanos11, Efesios12, 2 Tesalonicenses13 y Apocalipsis14. Muchas otras profecías que señalan hacia la restauración del evangelio de Jesucristo se encuentran en todo el Libro de Mormón, en 1 Nefi15, 2 Nefi16, Jacob17 y 3 Nefi18.
Uno de mis ejemplos favoritos de esas profecías en cuanto a la Restauración proviene del libro de Daniel en el Antiguo Testamento. El rey Nabucodonosor de Babilonia sitió y conquistó Jerusalén aproximadamente en el año 586 antes de Cristo. Después de conquistar Judá, el rey Nabucodonosor dio instrucciones a uno de sus jefes, de nombre Aspenaz, para que reuniera a algunos de los hijos de Israel para que sirvieran en su palacio como asesores. El rey mencionó que ese grupo selecto de personas debían ser “aptos para toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento e idóneos para estar en el palacio del rey”19.
Entre ese grupo selecto estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Recordarán que al estar cautivos, a esos jóvenes se les dieron nuevos nombres babilonios: Beltsasar, Sadrac, Mesac y Abed-nego como parte de un intenso adoctrinamiento en la cultura babilonia.
El rey Nabucodonosor tuvo la oportunidad de consultar a esos cuatro jóvenes judíos. En las Escrituras se nos dice que “sobre todo asunto de sabiduría y de entendimiento que el rey los consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino”20.
Una noche, mientras el rey dormía, tuvo un sueño que lo perturbó y quiso saber la interpretación del mismo. Decidió poner a prueba a sus asesores y les hizo una petición sumamente fuera de lo común. Llamó a sus magos, astrólogos y adivinos y les mandó que primero le dijeran el sueño y que luego lo interpretaran. La petición era muy importante para él. El rey Nabucodonosor les dijo: “… si no me decís el sueño y su interpretación, seréis descuartizados”21.
Cuando los hombres sabios del rey no le pudieron dar a conocer el sueño y, obviamente no pudieron interpretarlo, él se enojó sobremanera y ordenó que todos los sabios de Babilonia fuesen destruidos, incluyendo a Daniel y a sus compañeros. Daniel, sin embargo, fue capaz de concertar una audiencia con el rey y lo convenció para que le diera un poco de tiempo y él le interpretaría el sueño.
Daniel volvió a casa y compartió la noticia con sus compañeros. Le pidieron al Señor que les revelara el secreto de la visión del rey para que ellos y el resto de los sabios de Babilonia no perecieran. En las Escrituras se encuentra el resultado de esa súplica: “Entonces el misterio fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo”22.
Después de alabar y dar gracias a Dios, Daniel buscó a Arioc, capitán de la guardia del rey, y le dijo: “No mates a los sabios de Babilonia; llévame ante el rey, y yo le daré al rey la interpretación”23.
Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey y dijo: “He hallado un hombre de los cautivos de Judá, el cual dará al rey la interpretación”24.
Cuando Daniel fue llevado ante el rey, este le preguntó a Daniel: “¿Podrás tú darme a conocer el sueño que he visto y su interpretación?”25.
Daniel contestó, diciendo:
“El misterio que el rey quiere saber, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden declarar al rey.
“Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza en tu cama son estos”26.
Daniel entonces reveló el sueño al rey Nabucodonosor. Él afirmó:
“Tú, oh rey, mirabas, y he aquí había una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande y cuya gloria era muy sublime, estaba de pie delante de ti y su aspecto era terrible.
“La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;
“sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, y golpeó a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
“Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como el tamo de las eras del verano; y se los llevó el viento, y no se encontró rastro alguno de ellos. Pero la piedra que golpeó la imagen se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra”27.
Después de relatar el contenido del sueño al rey Nabucodonosor, Daniel procedió a compartir la interpretación del sueño con el rey. Daniel declaró:
“Tú, oh rey, eres rey de reyes, porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, y fuerza y majestad.
“Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tus manos y te ha dado dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro”28.
Daniel continuó explicándole al rey los diferentes reinos que seguirían a su reino, que eran representados por el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido.
Ahora viene la profecía con respecto a la restauración del evangelio de Jesucristo y el establecimiento del reino de Dios en los últimos días. Daniel afirmó:
“Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido ni será dejado el reino a otro pueblo; despedazará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.
“De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual despedazó el hierro, el bronce, el barro cocido, la plata y el oro; el gran Dios ha hecho saber al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”29.
Hermanos y hermanas, la restauración y el crecimiento posterior de la Iglesia y del evangelio de Jesucristo en estos, los últimos días, es el comienzo del cumplimiento de esta profecía detallada que compartió el antiguo profeta Daniel.
Avancemos ahora unos 2.400 años después del reinado del rey Nabucodonosor a la época que precedió a la restauración del evangelio de Jesucristo. Permítanme compartir con ustedes un contexto histórico que conduce a la primera visión de José Smith.
El abuelo de José Smith, Asael Smith, se alistó como soldado del ejército estadounidense durante la Guerra de Independencia y fue testigo ocular del nacimiento de la nueva nación.
Los padres de José Smith, Joseph y Lucy Mack, eran todavía niños cuando se ratificó la Constitución de los Estados Unidos de América en 1788, incluyendo la Primera Enmienda en 1791, que garantizaba que el gobierno no controlaría a la iglesia y que la iglesia no controlaría al gobierno.
Por tanto, la religión en los Estados Unidos dejó de estar bajo el monopolio de nadie, y al no contar con una religión patrocinada por el Estado, los hombres y las mujeres estadounidenses fueron libres de elegir cualquier iglesia o ninguna de ellas.
Asael Smith se regocijó más tarde por el ejercicio libre de la religión en la nueva nación. Él dijo: “[Dios] nos ha llevado a través de una revolución gloriosa y nos ha traído a la tierra prometida de paz y libertad”30.
Tras la revolución norteamericana, cambios en el transporte, la comunicación y la industria sirvieron para crear una cultura de una república en la nueva nación. Los bancos se establecieron para financiar nuevas empresas en la economía libre y de mercado abierto.
Junto con los cambios en la sociedad y la cultura norteamericana, una serie de renacimientos religiosos que duró décadas comenzó a fines de 1790, conocido por los historiadores como el Segundo Gran Despertar. Esos renacimientos se caracterizaban por reuniones al aire libre, predicación entusiasta y emotiva, y conversiones de un gran número de personas. Los mayores beneficiarios del Segundo Gran Despertar eran los bautistas y los metodistas, que rechazaron la popular doctrina calvinista de la predestinación, tal como se enseñaba en las iglesias congregacionales en aquella época. Los calvinistas se imaginaban a Dios como un soberano arbitrario que, misteriosamente, predestinaba a hombres y mujeres a la salvación. Para los calvinistas, los hombres y las mujeres, como consecuencia de la Caída, eran pecadores totalmente depravados y sin poder elegir la salvación por medio de Cristo.
Sin embargo, durante el Segundo Gran Despertar, los bautistas y los metodistas predicaban de un Dios más benévolo y recalcaban la salvación como una elección individual. Ese punto de vista de la salvación personal provenía mayormente de la teología arminiana, o las doctrinas del teólogo holandés Jacobo Arminio. Él y los líderes religiosos posteriores de Estados Unidos, creían que la gracia de Dios dotaba a las personas con la capacidad de elegir a Cristo y que Él era poderoso para salvar a todos los que eligieran ser salvos31.
Fue a través de esas ideas sobre la salvación que la familia de José Smith maniobró su compromiso religioso. El abuelo y el padre de José Smith, Asael y Joseph, llegaron a aceptar el punto de vista de Arminio, de un Dios benévolo y amoroso. Asael Smith escribió más tarde: “Jesucristo bien puede salvar a todas las personas, así como a una sola”32. Asael y Joseph se consideraban Universalistas y creían que Dios redimiría a toda la humanidad, sin excepciones, esencialmente lo contrario de los conceptos más selectivos que tenían los calvinistas sobre la salvación.
Los antecedentes religiosos de Lucy Mack se desconocían en 1802, cuando esta padeció una enfermedad grave y prometió a Dios que haría todo lo posible por servirle si se le salvaba la vida. Tras recuperarse, Lucy escribió: “Dije poco sobre el tema de la religión, aunque ocupaba mi mente en su totalidad”33. Joseph y Lucy se trasladarían de una ciudad a otra en busca de salvación tanto temporal como espiritual.
Durante ese tiempo inquietante de trasladarse de una ciudad a otra, nació José Smith en Sharon, Vermont, el 23 de diciembre de 1805. Con el tiempo, la familia se instaló en Palmyra, Nueva York, cerca de Manchester. La familia Smith encontró un bullicioso ambiente religioso cerca de su hogar. Bautistas, presbiterianos y metodistas tuvieron un crecimiento notable en esa región entre 1816 y 1821, que resultó en la formación de una nueva congregación presbiteriana, la construcción de un nuevo centro de reuniones metodista, y la conversión de cientos de hombres y mujeres.
Lucy intentó el presbiterianismo, pero en sus palabras, “todo era un vacío”. Luego trató el metodismo, pero Joseph la disuadió para que no siguiera adelante, ya que él y su padre, Asael, tenían poca fe en las doctrinas que enseñaban. Mientras que los Smith permanecieron sin iglesia, trataron de enseñar a sus hijos principios cristianos en el hogar, incluyendo la lectura de la Biblia y la oración personal34.
José Smith asistió a varias reuniones de renacimiento religioso con su familia cuando era niño. Sintió la fuerte influencia de las enseñanzas y conversaciones de su padre, quien buscó y no pudo encontrar entre las sectas evangelistas alguna que estuviese organizada como la antigua orden de Jesucristo y Sus apóstoles. José escuchaba y meditaba durante el estudio familiar de la Biblia. A los 12 años de edad, empezó a preocuparse por sus pecados y el bienestar de su alma inmortal, lo que le llevó a investigar las Escrituras por sí mismo.
Cuando cumplió los 14 años, escribió:
“… un día estaba leyendo la Epístola de Santiago, primer capítulo y quinto versículo, que dice: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
“Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que este en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo”35.
Finalmente, José decidió preguntarle a Dios.
José escribió o dictó cuatro conocidos relatos de la Primera Visión. Además, sus contemporáneos registraron lo que recordaban de lo que habían oído decir a José acerca de la visión; se conocen cinco de esos relatos. Es una bendición tener esos registros. Hacen de la visión de José la visión mejor documentada de la historia. Les animo a visitar history.lds.org para aprender más sobre los relatos y ver cómo en conjunto presentan un panorama más completo.
En Temas del Evangelio “Relatos de la Primera Visión” [en inglés], dice: “Los diversos relatos de la Primera Visión dan una historia coherente, aunque, por cierto, difieren en énfasis y detalles. Los historiadores esperan que cuando una persona vuelve a contar una experiencia en múltiples entornos ante diferentes audiencias a lo largo de muchos años, cada relato recalcará diversos aspectos de la experiencia y contendrá detalles singulares. De hecho, existen diferencias similares a las de los relatos de la Primera Visión en los múltiples relatos de las Escrituras de la visión de Pablo en el camino a Damasco y la experiencia de los apóstoles en el monte de la Transfiguración. Sin embargo, pese a las diferencias, hay un factor constante en todos los relatos de la Primera Visión. Algunos han afirmado erróneamente que cualquier variación al contar la historia es una prueba de que se inventó. Por el contrario, el valioso registro histórico nos permite aprender más sobre este evento notable de lo que podríamos si no estuviese tan bien documentado”36.
Me gustaría repasar brevemente con ustedes los cuatro relatos que escribió o dictó José Smith.
En primer lugar, el relato de 1832 es el más antiguo que se ha escrito de la Primera Visión. Es parte de una autobiografía de seis páginas, que José escribió con su propio puño. Ese documento ha estado en posesión de la Iglesia desde que se escribió. Después del trayecto al Oeste, permaneció guardado en un baúl durante varios años y era casi desconocido hasta que se publicó en una tesis de maestría en 1965. Desde entonces se ha publicado en varias ocasiones, incluso en LDS.org y en los Documentos de José Smith. En ese documento, José menciona que siente angustia por no saber dónde encontrar el perdón del Salvador. Él testificó: “El Señor abrió los cielos arriba de mí y vi al Señor”37, lo que algunos han interpretado que se refería a la aparición de un solo ser divino, aunque, cuando se lee a la luz de los otros documentos, esa frase se puede entender que significa que Dios el Padre abrió los cielos y reveló a Su Hijo, Jesucristo, a José.
Ese relato recalca de manera hermosa la expiación del Salvador y la redención personal que brindó a José. Dice, en parte: “El Señor abrió los cielos arriba de mí y vi al Señor y me habló diciendo: ‘José, hijo mío, tus pecados te son perdonados… fui crucificado por el mundo para que todos los que crean en mi nombre tengan vida eterna’”. José testificó que sintió gozo y amor pero que no pudo encontrar a nadie que creyera. “Mi alma se llenó de amor y por muchos días me regocijé con gran gozo y el Señor estuvo conmigo, pero no pude encontrar a nadie que creyera en la visión celestial. No obstante, medité esas cosas en mi corazón”38.
A continuación, el relato de 1835 es la descripción de la visión que José le hizo a Robert Matthews, quien visitó Kirtland ese año. Fue registrada en el diario de José por su escriba. No se incluyó en las primeras ediciones de la historia de José, y se publicó por primera vez en BYU Studies en la década de 1960. En ese relato, José testifica que Dios se le apareció primero y luego vio al Salvador, también: “Acudí al Señor en ferviente oración. Una columna de fuego apareció sobre mi cabeza, la cual descansó sobre mí, y me llenó de un gozo indescriptible. Un personaje apareció en medio de esa columna de fuego que se extendió por todas partes, y sin embargo no consumió nada. Poco después apareció otro personaje como el primero; me dijo: ‘Tus pecados te son perdonados’”. En ese relato, José también señaló: “Vi a muchos ángeles en esa visión”39.
Después, el relato de 1838 es el más conocido y proviene de la historia del manuscrito de José. El primer borrador se escribió después que José huyó de Kirtland a principios de 1838, y el segundo borrador poco después de su fuga de Misuri en 1839. De modo que se escribió en medio de la gran oposición. Se publicó por primera vez en 1842 en Times and Seasons. También se incluyó en la Perla de Gran Precio en 1851, que originalmente fue un folleto para los santos británicos, y más tarde se canonizó como Escrituras para todos los santos en 1880.
En los Documentos de José Smith se han publicado diversos borradores de ese relato. Al igual que el relato de 1835, la pregunta central es cuál iglesia es la verdadera. Como es una historia de la Iglesia, y no solo de José, este relato se centra en la visión como el comienzo del ‘ascenso y del progreso de la Iglesia’40. Por lo tanto, no incluye la información sobre el perdón personal que se mencionó en los dos relatos anteriores.
Y, finalmente, el relato de 1842 es en respuesta a una solicitud de información de parte de John Wentworth, el editor del diario Chicago Democrat. José le escribió una carta que incluía no solo los Artículos de Fe, sino también una descripción de su Primera Visión. La carta se publicó en el Times and Seasons en 1842. Con el permiso de José, la publicó de nuevo en 1843 el historiador Israel Daniel Rupp en su libro sobre las denominaciones cristianas en los Estados Unidos. Ese relato iba dirigido a un público que no estaba familiarizado con las creencias mormonas. Se escribió durante un bienvenido respiro de la oposición que afrontaba el Profeta.
Al igual que con otros relatos, José destacó la confusión que experimentó y la aparición de dos personajes en respuesta a su oración: “Estaba envuelto en una visión celestial y vi a dos personajes gloriosos que se parecían exactamente el uno al otro en características y aspecto, rodeados con una brillante luz que opacaba el sol al mediodía. Me dijeron que todas las denominaciones religiosas creían en doctrinas erróneas, y que Dios no reconocía a ninguna de ellas como Su iglesia y reino. Y se me mandó expresamente ‘no ir en pos de ellas’, mientras que al mismo tiempo recibía la promesa de que en algún momento futuro se me daría a conocer la plenitud del Evangelio”41.
Es una bendición tener esos relatos de la primera visión de José. Al igual que cada uno de los Evangelios del Nuevo Testamento que conjuntamente describen de manera más completa la vida y el ministerio de Cristo, cada uno de los relatos que describen la primera visión de José añaden detalles y perspectivas singulares a la totalidad de la experiencia. En conjunto, relatan la historia coherente y armoniosa de José; recalcan que había confusión y conflictos entre las iglesias cristianas; que José deseaba saber cuál (si la hubiese) era la verdadera; que él escudriñó las Escrituras y oró; que una luz descendió del cielo, y que aparecieron seres divinos y dieron respuesta a su oración.
Ahora repasemos en detalle la versión canonizada de 1838 del relato de la primera visión de José Smith. Es la experiencia de aprendizaje más poderosa que alguien podría tener. Esa experiencia cambió la vida de José, ha cambiado mi vida, y sé que ha cambiado o cambiará la vida de ustedes a medida que acuden al Señor para que les confirme la realidad de la misma.
“Finalmente llegué a la conclusión de que tendría que permanecer en tinieblas y confusión, o de lo contrario, hacer lo que Santiago aconsejaba, esto es, recurrir a Dios. Al fin tomé la determinación de ‘pedir a Dios’, habiendo decidido que si él daba sabiduría a quienes carecían de ella, y la impartía abundantemente y sin reprochar, yo podría intentarlo.
“Por consiguiente, de acuerdo con esta resolución mía de recurrir a Dios, me retiré al bosque para hacer la prueba. Fue por la mañana de un día hermoso y despejado, a principios de la primavera de 1820. Era la primera vez en mi vida que hacía tal intento, porque en medio de toda mi ansiedad, hasta ahora no había procurado orar vocalmente.
“Después de apartarme al lugar que previamente había designado, mirando a mi derredor y encontrándome solo, me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.
“Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a la destrucción —no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.
“No bien se apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Este es mi Hijo Amado:¡Escúchalo!
“Había sido mi objeto recurrir al Señor para saber cuál de todas las sectas era la verdadera, a fin de saber a cuál unirme. Por tanto, luego que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar, pregunté a los Personajes que estaban en la luz arriba de mí, cuál de todas las sectas era la verdadera (porque hasta ese momento nunca se me había ocurrido pensar que todas estuvieran en error), y a cuál debía unirme.
“Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error”42.
Como se indica en el documento [en inglés] “Relatos de la Primera Visión”, que se encuentra en LDS.org, “José Smith testificó repetidamente que tuvo una notable visión de Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo. Ni la verdad de la Primera Visión, ni los argumentos en contra de esta se pueden demostrar solo con la investigación histórica. El conocer la verdad del testimonio de José Smith requiere que cada persona que busca sinceramente la verdad estudie el registro y luego ejerza suficiente fe en Cristo para pedir a Dios en sincera y humilde oración si es verdadero. Si la persona pide con la verdadera intención de actuar según la respuesta que le revele el Espíritu Santo, la veracidad de la visión de José Smith se hará manifiesta. De esa manera, toda persona puede saber que José habló con honestidad cuando declaró: ‘… había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo’”4José Smith-Historia 1:2543.
Según el presidente Joseph F. Smith, “El acontecimiento más grande que ha ocurrido en el mundo desde la resurrección del Hijo de Dios del sepulcro y Su ascensión a los cielos fue la visita del Padre y del Hijo al joven José Smith”44.
Hermanos y hermanas, es una experiencia increíble así como iluminadora analizar lo que realmente aprendemos de esta sagrada e inspiradora experiencia de José. Quisiera compartir con ustedes una muestra de las verdades que aprendemos de la primera visión de José Smith acerca de la naturaleza eterna de nuestro Padre Celestial; de Su Hijo Jesucristo; de la realidad de Satanás; y de la lucha entre el bien y el mal, así como de otros aspectos importantes del gran plan de salvación.
Aprendemos que las Escrituras son verdaderas y se pueden tomar literalmente y aplicarse a nuestras vidas.
Aprendemos que meditar las Escrituras brinda poder y perspectiva.
Aprendemos que el conocimiento en sí no es suficiente; el actuar según lo que sabemos resulta en las bendiciones de Dios.
Aprendemos a poner nuestra confianza en Dios y acudir a Él en busca de respuestas a las preguntas más importantes de la vida y a no poner nuestra confianza en el hombre.
Aprendemos que se contestan las oraciones según nuestra fe inquebrantable y de acuerdo con la voluntad del Padre Celestial.
Aprendemos la realidad de la existencia de Satanás y que tiene poder real para influir en el mundo físico, incluidos nosotros.
Aprendemos que el poder de Satanás es limitado y lo excede el poder de Dios.
Aprendemos que Satanás no se detendrá ante nada para destruir la obra de Dios y que Satanás debió saber la importancia de José Smith en su papel como el profeta de la Restauración.
Aprendemos que podemos vencer a Satanás al invocar a Dios y poner nuestra fe y confianza totales en el Señor.
Aprendemos que donde hay luz, la oscuridad debe desaparecer.
Aprendemos que Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo, son dos seres individuales separados y distintos, que se asemejan en características y aspecto.
Aprendemos que somos creados a la imagen de Dios.
Aprendemos que Cristo ha resucitado.
Aprendemos que Dios nos conoce personalmente y es consciente de nuestras necesidades y preocupaciones. Él llamó a José por su nombre.
Aprendemos de la relación que existe entre Dios el Padre y Su Hijo, el Señor Jesucristo. Jesús se somete a Su Padre, y el Padre se comunica con los mortales aquí en la tierra por medio de Su Hijo, Jesucristo.
Aprendemos que Jesucristo tiene el amor de Su Padre al designar a Jesús como Su Hijo Amado.
Aprendemos que la verdadera Iglesia de Jesucristo, como la organizó en un principio, no se encontraba sobre la tierra en los tiempos de José Smith, lo que confirma la realidad de la Gran Apostasía que predijo el apóstol Pablo.
Aprendemos que cuando nos importa lo suficiente como para desear que Dios nos guíe en la vida, Él nos revelará un curso purificador. En la época de José, todas las denominaciones y sectas estaban en error.
Aprendemos que cada dispensación de tiempo recibe las visiones, bendiciones y glorias de Dios.
Aprendemos una perspectiva de cómo Dios escoge a Sus profetas.
Aprendemos que Dios elige a los puros de corazón que son justos y tienen deseos justos para llevar a cabo Su obra, lo que confirma la enseñanza de la Biblia de que Dios mira el corazón y no elige según el aspecto exterior ni la condición ni el nivel social.
Hermanos y hermanas, la Primera Visión es la clave para descubrir muchas verdades que habían estado ocultas durante siglos. No olvidemos o demos por sentado las muchas verdades preciadas que hemos aprendido de la primera visión de José Smith.
La aparición de Dios el Padre y su Hijo, el Señor Jesucristo a José Smith, introdujo la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Debemos compartir ese evento sagrado y las cosas que hemos aprendido de él con todos aquellos a quienes amamos y por quienes nos preocupamos.
Aquí hay dos preguntas que podrían considerar, contestar y compartir en las redes sociales, utilizando el hashtag #LDSdevo.
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¿Qué verdades han aprendido de la primera visión de José Smith?
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¿Cómo les ha respondido el Señor cuando han buscado la verdad y respuestas a las preguntas que han tenido?
Me complacerá leer lo que tengan que compartir con respecto a ese tema y esas preguntas importantes.
Para concluir, quisiera compartir con ustedes otra verdad que he aprendido como resultado de centrarme en la primera visión de José Smith mientras enseñaba a los misioneros de tiempo completo.
Hace varios años tuve el privilegio de servir en la Presidencia del Área Filipinas. Los miembros de la Presidencia de Área se turnaban para hablar en los devocionales del Centro de Capacitación Misional de Manila. Los nuevos misioneros de tiempo completo llegaban a Manila de aproximadamente 14 países diferentes de Asia y de los países del Pacífico.
Al acercarse el fin de nuestra asignación en las Filipinas, disfrutamos de una última oportunidad de hablar a los misioneros en el devocional del CCM. Nunca olvidaré observar desde el estrado la congregación de esos maravillosos misioneros de tiempo completo. Oraba para recibir inspiración a fin de poder compartir algo que los ayudara a entender la gran importancia de la obra en la que pronto se embarcarían. Al pensar en lo que podría decir, me llamó la atención un cuadro en la pared del auditorio. Era una pintura que tal vez hayan visto en la pared de su capilla. Era la famosa pintura del artista Del Parson, de la primera visión de José Smith, que representa al joven de catorce años arrodillado en la Arboleda Sagrada, recibiendo instrucciones de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo.
Al empezar mi mensaje a los misioneros, señalé la pintura de la Primera Visión, obra de Del Parson, y les expliqué que José Smith, en ese momento, arrodillado en la Arboleda Sagrada, suplicando para tener guía en su vida, representa a todos los investigadores pasados, presentes y futuros que buscan la verdad. ¿Por qué? Porque él tenía la misma pregunta que han tenido todos los investigadores honestos y sinceros. Cuando preguntó al Señor cuál de todas las sectas era la verdadera, de hecho él buscaba la verdad; buscaba su propósito en la vida; buscaba el gran plan de salvación de nuestro Padre Celestial.
¿Había misioneros autorizados en la tierra en el momento en que José hizo esa oración sincera para responder a su pregunta? No, no había. Por lo tanto, en ese momento sagrado, el Padre Celestial y Su Hijo Amado, Jesucristo, se le aparecieron y respondieron a la petición del joven José, y se dio comienzo a la restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo.
Al igual que José Smith, los investigadores que tienen más probabilidades de hacer y guardar sus compromisos y al final progresar hacia el bautismo son los que buscan activamente la verdad y su propósito aquí en la tierra. Esto no solo es una lección importante para los misioneros de tiempo completo, sino también para que nosotros la aprendamos al compartir el Evangelio. También es importante destacar que muchos de los que buscan dirección y propósito en la vida se ven representados por el grupo que participa en este devocional; ellos son sus amigos y colegas. Mi esposa, Nancy, que tenía la edad que ustedes tienen ahora, fue una de las que buscaba la verdad y su propósito en la vida.
Mis jóvenes amigos, ¡qué bendición tan increíble tenemos todos de nacer en una época en que el evangelio de Jesucristo ha sido restaurado en la tierra en su plenitud! Les atestiguo y testifico que José Smith recibió la visita de Dios el Padre y de Su Hijo, el Señor Jesucristo, aquel hermoso día de primavera de 1820. Doy testimonio de que la información sagrada que Ellos compartieron y que José recibió humildemente fue todo en cumplimiento de las declaraciones proféticas que pronunciaron los santos profetas a lo largo de la historia de la tierra. También testifico que las libertades religiosas que se lograron con la creación y fundación de los Estados Unidos de América sirvieron para preparar el camino para la Restauración. Testifico también de la veracidad de las palabras del presidente Gordon B. Hinckley al referirse a la Primera Visión y dijo: “José Smith aprendió más en esos minutos, hayan sido largos o breves, en cuanto a la naturaleza de Dios, que lo que jamás habían aprendido los teólogos eruditos de todas las épocas”45. ¡Qué gran oportunidad tenemos de compartir nuestro testimonio de la restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo en estos últimos días!
Hermanos y hermanas, les testifico que la verdad se ha restaurado, en el nombre de Jesucristo. Amén.
© 2016 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Aprobación del inglés: 3/16. Aprobación de la traducción: 3/16. Traducción de “The Truth Restored”. Spanish. PD60001510 002