Devocionales de 2018
Ustedes son líderes


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Ustedes son líderes

Una velada con el élder Dieter F. Uchtdorf

Devocional mundial para jóvenes adultos • 14 de enero de 2018 • Centro de Conferencias

Mis queridos hermanos y hermanas, ¡mis queridos jóvenes amigos!

Lucen muy bien; son hermosos; son maravillosos. ¡Vaya! Ojalá pudiera darle a cada uno de ustedes un gran abrazo.

La semana pasada fue un momento de tristeza y gratitud. Amo al presidente Monson. Lo extrañaré, pero estoy segura que está feliz de estar de nuevo con Frances, su compañera eterna.

Es tan bueno estar con ustedes hoy. También me gusta estar con mi apóstol favorito. Lo sé, no debemos tener favoritos, pero en mi caso, parece que está bien porque estoy casada con él.

Celebramos nuestro aniversario 55 y ¡todavía nos amamos!

¡Hablemos de los frutos del Evangelio! Cuando recibimos mensajes de amor y felicitaciones en tales ocasiones de nuestros nietos y bisnietos, sabemos cuán valiosas son las bendiciones de ser miembros de la Iglesia y del Evangelio.

Para aquellos de ustedes que están solteros, divorciados o viven en circunstancias familiares difíciles, sepan que Dios los conoce y los ama, y cuando se mantienen fieles a sus convenios, el gozo de la vida familiar no disminuye ni se aleja de ustedes. No sé exactamente cómo será, pero sé que la gracia, la misericordia y el amor de Dios es suficiente para todos nosotros. Él hace que suceda de acuerdo a Su manera y Su tiempo.

Dieter y yo crecimos en la misma rama en Fráncfort, Alemania. Sabía que estaba enamorado de mí, pero yo en verdad no estaba interesada. Era amable y éramos amigos; aprendimos a bailar juntos en nuestras actividades de la Iglesia. Esa era la época de foxtrot, bugui-bugui y rock and roll.

Después que se unió a la Fuerza Aérea y llegó a ser piloto de guerra, no lo vi por casi dos años. Para ser honesta, cuando regresó a Fráncfort, mi primera impresión no fue muy favorable. Se parecía un poco a los jóvenes de la película Top Gun.

Sin embargo, cuando me habló me impresionó un poco; obviamente había madurado durante esos dos años. Él sabía qué quería hacer con su vida y era firme en el Evangelio.

Estaba muy decidido y era creativo en sus esfuerzos de cortejo, y unos meses después nos casamos y mi apellido cambió de Reich a Uchtdorf. Nunca me he arrepentido de haberle dado una buena mirada a él más allá de aquella primera impresión incierta.

Dieter es el amor de mi vida, y el padre y abuelo orgulloso de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos.

Deben saber que todavía nos encanta bailar juntos, incluso actualmente.

Permítanme llevarlos al momento en que yo tenía 12 años. Fue una época triste para mí. Mi padre había muerto de cáncer unos meses antes. Él era un gran padre, un esposo amoroso y un hombre muy bueno. Era muy instruido, hablaba cinco idiomas, tocaba profesionalmente diferentes instrumentos musicales en una orquesta sinfónica y venía de una familia de músicos prominentes de Fráncfort.

Mis padres tenían grandes planes para nosotros. El futuro parecía brillante y promisorio, incluso después de los destructivos años de la Segunda Guerra Mundial. Pero los años de la enfermedad de mi padre tornaron nuestro hogar en un lugar de sufrimiento, tristeza y desesperanza.

Después que falleció mi padre, mi madre estaba extremadamente deprimida. Los domingos, íbamos a los servicios de nuestra iglesia protestante, pero no podíamos encontrar el bálsamo de Galaad. Parecía como si no había nada ni nadie que pudiera brindar consuelo a mi madre.

¡Casi nadie! Nuestro Padre Celestial, en Su gran amor, no nos había olvidado.

Fue ocho meses después de que falleció mi padre que dos misioneros estadounidenses tocaron a nuestra puerta en Fráncfort. Esos dos misioneros, guiados por el Espíritu y bien preparados, sabían exactamente lo que necesitaba nuestra pequeña familia; le dejaron el valioso Libro de Mormón a mi madre.

A mi madre le encantaba leer y amaba la Biblia. De inmediato quedó cautivada con este nuevo libro de Escritura. Cuando comenzó a leer el Libro de Mormón, no pudo parar hasta que lo terminó de tapa a tapa. Mi madre estaba tan emocionada sobre el contenido y el mensaje del Libro de Mormón que a menudo hacía que mi hermana y yo nos sentáramos y escucháramos mientras ella leía versículos que parecían ser escritos solo para nosotras.

Durante las últimas semanas de la vida de mi padre, a menudo me apoyaba en la ventana de nuestro departamento orando fervientemente a Dios por alivio a nuestro dolor.

Y vino la respuesta; esta vino mediante el mensaje del evangelio restaurado de Jesucristo. Cuánto amo el Libro de Mormón; cuánto amo su mensaje del Plan de Salvación, del plan de felicidad. Qué bello y poderoso mensaje de esperanza y luz nos da el Padre Celestial. Cuando aceptamos el Libro de Mormón, este alivió nuestro dolor, y sanó nuestra desesperación y tristeza causada por la muerte de mi padre.

Cuando el Libro de Mormón llegó a nuestro hogar, ya no hubo más oscuridad en nuestra familia, debido a que la luz y la oscuridad no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo. Sentíamos el Espíritu tan fuerte y sabíamos con todo nuestro corazón y mente que el mensaje que trajeron esos misioneros era verdadero.

La paz volvió a nuestro hogar. El mensaje del Evangelio y el ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días produjo un verdadero milagro en nuestra familia; fue como si se nos hubieran enviado ángeles.

Los dos misioneros que vinieron a nuestro hogar eran aproximadamente de la edad de ustedes. No tenían una historia impresionante de ellos mismos, pero fueron como dos ángeles de gloria enviados por Dios. Ellos nos trajeron las bendiciones del evangelio restaurado de Jesucristo.

Mis queridos amigos jóvenes, ustedes están hechos del mismo material divino. Algunos de ustedes están casados, otros solteros, pero todos están viviendo entre las personas de este mundo. Son los elegidos de nuestros días, quienes por palabra y acciones enseñan y viven el mensaje del Evangelio entre su pueblo. Para este propósito, fueron puestos en su pueblo o ciudad, escuela o trabajo, nación y familia. No se olviden, tienen el potencial de ser ángeles de gloria para aquellos que están justo a su lado.

Ustedes están representando a la Iglesia de Jesucristo y son líderes poderosos al proclamar el mensaje del Evangelio con su buena vida y valiente testimonio.

Un líder es alguien que ayuda a los demás a ver, sentir y encontrar el camino correcto. Por favor, ayúdense unos a otros a mantenerse firmemente establecidos en la Iglesia y el Evangelio. Dios los ha puesto en un lugar donde tienen muchas oportunidades de ser herramientas en las manos del Señor Jesucristo. Él cuenta con ustedes, Él los conoce, Él confía en ustedes y Él les dará poder. Él vive. ¡Él es real!

Cada palabra simple y clara o acción de bondad, integridad, caridad, amabilidad, servicio, amor y compasión pueden llegar a ser su acto de liderazgo en el reino de Dios. No subestimen su influencia y poder para el bien. Esos dos jóvenes misioneros de su edad me ayudaron a ver el camino que lleva a nuestro Salvador y de vuelta al Padre Celestial.

Por supuesto, yo tuve que recorrer ese camino por mí misma, superar desafíos, hallar respuesta a preguntas, enfrentar elecciones serias y tomar decisiones. ¡Ustedes también! La Iglesia y el Señor les ofrecen recursos poderosos para lograr su propósito en la vida. El Libro de Mormón es uno de ellos, y está frente a ustedes. Tómenlo, acepten el Libro y sus enseñanzas. Acérquense al Padre Celestial y Él los guiará. ¡Confíen en el Señor!

Mis queridos amigos jóvenes, por favor sepan de mi amor y gratitud por cada uno de ustedes. Mis oraciones y bendiciones están con ustedes. Son una parte importante de esta obra maravillosa y sagrada de nuestro Redentor. De ello testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.