Devocionales de 2024
Fe en el futuro


Fe en el futuro

Devocional mundial para jóvenes adultos

5 de mayo de 2024

Muchas gracias, élder y hermana Gilbert, por sus excelentes comentarios y testimonios. Y sí recuerdo esa experiencia en Perú, también sus enseñanzas y cuán bendecidos fuimos nosotros y ellos por sus enseñanzas esos días.

Deseo terminar mis comentarios con una palabra: esperanza.

Creo que para la gente de más edad nos resulta más fácil reconocer la mano del Señor en nuestra vida que para ustedes, la gente más joven. Puesto que hemos vivido muchos más años y hemos tenido muchas más experiencias, podemos mirar atrás y ver las manos de un amoroso Padre Celestial guiándonos y protegiéndonos a lo largo de la vida.

Al mirar atrás ahora, reconozco que, en muchos momentos en los que pensé que estaba solo, no lo estaba. Ahora puedo ver que cuando algunas puertas se cerraron y yo me preguntaba por qué y me quejaba, cuando creía que mis oraciones no estaban recibiendo respuesta, en realidad, se estaba abriendo otra puerta, en otro momento o en otro lugar, hacia un camino mejor. Sin embargo, en aquellos días no podía verlo. Pero ahora sí lo veo, cuando miro atrás.

En muchos otros momentos, pensaba que era yo quien estaba tomando decisiones sabias por mí mismo o con Mônica, creyendo que yo era el inteligente que edificaba mi brillante futuro. Ahora puedo ver una mano invisible entre bastidores, guiándome y protegiéndome de posibles errores. Puedo ver que Él siempre estuvo a mi lado.

Por eso puedo testificar que tenemos un Padre Celestial que nos conoce y se ocupa de nosotros. Puedo testificar que tenemos un Salvador que nos ama y está listo para ayudarnos en cualquier circunstancia de nuestra vida.

A veces, algunos de ustedes podrían pensar que nadie sabe por lo que están pasando en la vida, y quizás tengan razón; no lo sabemos, pero el Salvador sí lo sabe. El élder Bednar nos enseñó esto:

“No hay ningún dolor físico, ninguna angustia del alma, ningún sufrimiento del espíritu, ninguna enfermedad o flaqueza que ustedes o yo experimentemos durante nuestra vida terrenal que el Salvador no haya experimentado primero. Es posible que, en un momento de debilidad, ustedes y yo exclamemos: ‘Nadie entiende; nadie sabe’. Tal vez ningún ser humano sepa, pero el Hijo de Dios sabe y entiende perfectamente, porque Él sintió y llevó nuestras cargas antes que nosotros; y, debido a que Él pagó el precio máximo y llevó esa carga, Él entiende perfectamente y puede extendernos Su brazo de misericordia en muchas etapas de la vida”.

En Alma 7 aprendemos cómo y por qué el Salvador puede prestar este tipo de ayuda.

“Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo”.

Por lo tanto, el Salvador no solo ha sufrido por nuestras iniquidades, sino que también ha sufrido por la injusticia, el dolor, la aflicción y la angustia emocional por la que podríamos estar pasando en la vida.

Luego Alma concluye:

“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus enfermedades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos”.

Tengo un testimonio personal de esa ayuda celestial. La he experimentado en mi juventud, en mi matrimonio, al criar a mis hijos y en mi vida como líder. Sé que mi Redentor vive y que, por medio de Su gracia y las bendiciones de Su Expiación, podemos tener esperanza y gozo en esta vida y una familia eterna en la vida venidera.

Testifico de esto, con todo mi amor, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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