Perseverar y Ser Enaltecidos
“La responsabilidad de perseverar descansa únicamente sobre ustedes. Pero nunca están solos. Testifico que el poder enaltecedor del Señor puede ser de ustedes…”
Cuando la hermana Nelson y yo estábamos recién casados y vivíamos en Minneapolis, decidimos disfrutar de una tarde libre con nuestra hijita de dos años de edad. Fuimos a uno de los muchos hermosos lagos de Minnesota y alquilamos una pequeña lancha. Después de remar y alejarnos de la orilla, nos detuvimos a descansar y a disfrutar de la tranquilidad. De pronto, nuestra hijita saco una pierna por el costado de la lancha y se dispuso a tirarse por la borda, exclamando: “(Ya es hora de irse, papi!”
Rápidamente la detuvimos y le explicamos: “No, querida, no es hora de irse; debemos permanecer en la lancha hasta que nos lleve de nuevo a tierra”. Después de mucha persuasión logramos convencerla de que el salir prematuramente de la lancha hubiera causado una desgracia.
Los niños son propensos a hacer cosas peligrosas como esas simplemente porque no han adquirido la sabiduría que poseen sus padres. De igual modo, como hijos de nuestro Padre Celestial, quizás nosotros queramos “salirnos de la lancha” antes de llegar al destino al que El quiere que lleguemos.1 El Señor nos enseña una y otra vez que debemos perseverar’ hasta el fin (2). Este es uno de los temas predominantes de las Escrituras. Tal vez un ejemplo sirva para representar los muchos pasajes que transmiten un mensaje similar:
“… bienaventurados aquellos que procuren establecer a mi Sión … porque tendrán el don y el poder del Espíritu Santo; y si perseveran hasta el fin, serán enaltecidos en el ultimo día y se salvaran en el reino eterno del Cordero”(3).
Las bendiciones que Dios confiere siempre se basan en la obediencia a la ley(4). Si aplicamos este concepto a mi analogía, derivamos que lo primero es “subirnos a la lancha” con El. Luego debemos permanecer con El. Y si no nos “bajamos de la lancha” antes de tiempo, llegaremos hasta Su reino, en donde seremos enaltecidos para vida eterna.
El termino “enaltecidos” [o elevados] se relaciona con una ley física que se puede ilustrar con una simple demostración(5). Utilizaré un carrete de hilo y soplaré por el agujero que esta en el eje del carrete. La fuerza de mi aliento moverá un trozo de papel en sentido opuesto a donde yo estoy. Ahora tomaré una tarjeta común y corriente y un alfiler. Colocaré el alfiler a través de la tarjeta. Con el alfiler en el agujero del carrete, sostendré la tarjeta cerca del carrete. Volveré a soplar por el agujero del carrete, y mientras soplo, soltaré la tarjeta a fin de que pueda responder a las fuerzas físicas. Antes de seguir adelante, )les gustaría predecir lo que va a suceder? )Se ira la tarjeta en sentido opuesto a donde yo estoy, o se elevara hacia mi? ¿Están listos?
[Demostración: El élder Nelson demuestra que soplar por el agujero del eje del carrete eleva la tarjeta hacia el carrete.]
¿Se fijaron? En tanto yo tuve suficiente aliento, la tarjeta se elevó, pero cuando ya no pude perseverar, la tarjeta cayo. Cuando me quede sin aliento, imperó la fuerza contraria de la gravedad. Si mi energía hubiera perseverado, la tarjeta hubiera permanecido elevada indefinidamente (6).
Siempre se requiere energía para que de empuje sobre las fuerzas contrarias. Estas mismas leyes se aplican a nuestra propia vida. Siempre que se emprende alguna tarea, son esenciales tanto la energía como la voluntad para perseverar. El ganador de una carrera de cinco kilómetros se proclama al final de cinco kilómetros, y no al final de uno, o de dos. Si toman un autobús para ir a Boston, no se bajan en Burlington. Si desean obtener una educación, no dejan truncados sus estudios, del mismo modo que no pagan para cenar en un restaurante elegante solo para salirse después de probar el aperitivo.
Cualquiera sea el trabajo que desempeñen, perseveren al empezar; perseveren a través de las fuerzas contrarias a lo largo del camino; y perseveren hasta el fin. Cualquier tarea debe terminarse antes de que puedan disfrutar los resultados de la misma. El poeta escribió:
Se constante en tu tarea hasta que la domines.
Muchos comienzan, pero pocos terminan.
El honor, el poder, la posición y el elogio,
son siempre de aquel que persevera.
Permanece en tu labor hasta que la domines,
Esfuérzate, suda y sonríe ante ella,
porque del esfuerzo, el sudor y la risa,
recibirás al fin tu victoria(7).
A veces la necesidad de perseverar se presenta al afrontar un problema físico. Cualquiera que padezca una grave enfermedad o los achaques de la edad tiene la esperanza de poder perseverar hasta el fin de tales aflicciones(8). La mayoría de las veces, los problemas físicos sumamente difíciles también van acompañados de retos espirituales. Piensen en los primeros pioneros. ¿Que hubiese pasado si no hubieran perseverado las penalidades de su migración hacia el oeste? Este año no tendríamos la celebración del sesquicentenario. Perseveraron con tenacidad a pesar de la persecución(9), expulsión(10), una orden gubernamental de exterminación(11), expropiación de bienes(12), y mucho mas. Su fe perseverante en el Señor les brindó aliento, tal como para con ustedes y para conmigo.
La máxima preocupación del Señor es la salvación y la exaltación de toda alma. ¿Y que hubiera pasado si la conversión del Apóstol Pablo no hubiese sido duradera? Jamas habría testificado como lo hizo al final de su ministerio: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”(13).
¿Y si Jesús hubiese dudado en Su resolución de hacer la voluntad de Su Padre?(14). Su Expiación no se habría llevado a cabo; los muertos no serían resucitados; las bendiciones de la inmortalidad y de la vida eterna no existirían(15). Pero Jesús si perseveró. Durante la hora final, Jesús oró a Su Padre, diciendo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”(16).
Al comienzo de Su ministerio terrenal, Jesús se empezó a preocupar por la dedicación de Sus seguidores. El acababa de alimentar a los cinco mil(17), luego les había enseñado las doctrinas del reino, pero algunos habían murmurado: “Dura es esta palabra; ¿quien la puede oír?”(18). Incluso después de haberles dado de comer, muchos carecían de la fe para perseverar con El.
Volviéndose a los Doce, dijo: “¿Queréis acaso iros también vosotros?
“Le respondió Simón Pedro: Señor … Tu tienes palabras de vida eterna.
“Y nosotros hemos creído y conocemos que tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”(19).
La respuesta de Pedro define la verdadera esencia del compromiso. Cuando sepamos sin ninguna duda que Jesús es el Cristo, desearemos permanecer con El. Cuando nuestra conversión sea verdadera, tendremos el poder para perseverar.
Este poder para perseverar es esencial en dos de las relaciones mas importantes que concertamos en la vida: una es el matrimonio; la otra es el ser miembro de la Iglesia del Señor. Estas son también singulares por el hecho de que ambas son relaciones que se basan en un convenio y no en un contrato de negocios.
El matrimonio, especialmente el matrimonio en el templo, y los lazos familiares conllevan relaciones por convenio. No pueden tomarse a la ligera. Con el creciente número de divorcios en el mundo hoy en día. es evidente que muchos cónyuges no están perseverando hasta el fin en lo que respecta a sus obligaciones mutuas. Y algunos matrimonios en el templo fracasan debido a que al marido se le olvida que el deber del sacerdocio mas grande e importante que tiene es el de honrar y sostener a su esposa(20). Lo mejor que un padre puede hacer por sus hijos es amar a la madre de estos(21).
El presidente Gordon B. Hinckley hizo recientemente una declaración que todo esposo Santo de los Últimos Días debería tener en cuenta: “Magnifiquen a su [esposa]”, dijo, “ya que al hacerlo, magnificaran su sacerdocio”(22). A este gran consejo podríamos agregar el imperecedero consejo de Pablo, que dijo: “… cada uno de vosotros ame también a su mujer como a si mismo; y la mujer respete a su marido”(23). El amor que persevera brinda aliento a través de las pruebas de la vida. Un matrimonio perdurable resulta cuando tanto el esposo como la esposa consideran su unión como uno de los dos cometidos mas importantes que jamas llevaran a cabo.
El otro cometido de consecuencias eternas es para con el Señor(24). Lamentablemente, algunos hacen un convenio con Dios, manifestado por la sagrada ordenanza del bautismo, sin tener una profunda determinación de perseverar con El. El bautismo es una ordenanza sumamente importante; pero es únicamente iniciatoria. Los beneficios supremos del ser miembros de la Iglesia únicamente se pueden obtener mediante las ordenanzas exaltadoras del templo. Estas bendiciones nos hacen acreedores de “tronos, reinos, principados … y dominios”(25) en el reino celestial.
El Señor puede discernir de inmediato entre aquellos que muestran señales superficiales de actividad y los que están firmemente arraigados en Su iglesia. Esto lo enseñó Jesús en la parábola del sembrador. El observó que “… no tienen raíz en si, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan’’(26).
La lealtad al Señor abarca una obligación de ser leales a aquellos que han sido llamados por el Señor para dirigir Su iglesia. El ha autorizado que los hombres sean ordenados para hablar en Su santo nombre(27). A medida que ellos guían a salvo Su embarcación hacia la costa de la salvación, nos seria de provecho permanecer a bordo con ellos(28). “Las aguas al barco no dañarán al Rey de los cielos y de la mar”(29).
Sin embargo, algunas personas quieren “tirarse de la embarcación” antes de llegar a tierra. Y a otros, lamentablemente, los persuaden sus compañeros, quienes insisten en que ellos saben mas acerca del peligroso trayecto de la vida que lo que saben los Profetas del Señor. A menudo surgen problemas que ustedes no han causado; a algunos quizás los haya abandonado alguien en quien confiaban. Pero a ustedes nunca los abandonara su Redentor, que dijo: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo”(30).
Si se carece de un firme cometido hacia el Señor, la persona esta mas propensa a tener un bajo nivel de dedicación hacia su cónyuge. Una débil dedicación a los convenios eternos conduce a perdidas de consecuencias eternas. Las lamentaciones, mas tarde, están llenas de remordimientos, tal como se expresa en estas líneas:
Se todas las palabras, habladas o escritas, son estas las mas tristes “¡Podría yo haber sido!(31).
Nos referimos a la mas importante de todas las bendiciones. El Señor dijo: “… si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna, que es el mayor de todos los dones de Dios”(32).
Aquel que en verdad desee perseverar para obtener el glorioso fin que nuestro Padre Celestial ha previsto, deberá establecer firmemente algunas prioridades. Con tantos intereses que buscan granjearse la lealtad de ustedes, es preciso que se aseguren primeramente de permanecer a salvo “dentro de la lancha”. Nadie puede servir a dos Señores(33). Si Satanás logra que ustedes deseen cualquier cosa: diversión, adulación, fama y fortuna, mas que al cónyuge o al Señor con quien han hecho convenios sagrados de perseverar, el adversario empieza a triunfar. Al afrontar tales tentaciones, descubrirán que la fortaleza proviene de cometidos que se hicieron con bastante antelación. El Señor dijo: “Proponeos en vuestros corazones a hacer las cosas que os enseñe y os mande”(34). Mediante Su Profeta Jeremías, declaró: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”(35).
El poder para perseverar aumenta cuando las prioridades son las correctas. Y cuando esas prioridades se arraiguen en nuestro interior, evitaran que “caigamos por la borda”; nos protegerán contra el engaño: en el matrimonio, en la Iglesia y en la vida.
Si en verdad quieren ser como el Señor, mas que cualquier cosa o cualquier persona, deben recordar que la mejor forma de manifestar su adoración hacia Jesús es emularle. Y así, no permitirán que ningún otro amor se vuelva mas importante que el amor que sienten por su cónyuge, su familia y su Creador. No se dejaran gobernar por los valores morales de otra persona, sino por los principios revelados de verdad.
La responsabilidad de perseverar descansa únicamente sobre ustedes. Pero nunca están solos. Testifico que el poder enaltecedor del Señor puede ser de ustedes si “[vienen] a Cristo” y son “perfecciona[dos] en el”. Ustedes se “absten[drán] de toda impiedad”. Y am[arán] a Dios con toda [su] alma, mente y fuerza”(36).
El Profeta viviente del Señor ha emitido un firme llamado: “Invito a cada uno de ustedes”, dijo el presidente Hinckley, “que se levante con un canto en el corazón y avance, viviendo el Evangelio, amando al Señor y edificando Su reino. Juntos nos mantendremos firmes y guardaremos la fe”(37).
Ruego que cada uno de nosotros persevere y sea enaltecido en el ultimo día. en el nombre de Jesucristo. Amen.