2000–2009
Cómo obtener guía espiritual
Octubre 2009


2:3

Cómo obtener guía espiritual

Mediante la práctica esmerada y la aplicación de principios correctos y al ser sensible a los sentimientos que recibas, obtendrás guía espiritual.

A través de las épocas, muchos han obtenido guía para resolver sus problemas al seguir el ejemplo de personas a quienes respetaban y que resolvieron dificultades similares. Hoy día, las condiciones del mundo cambian tan rápidamente que con frecuencia no nos es posible hacerlo así.

Personalmente me regocijo en esa realidad, porque crea las condiciones para que, por necesidad, dependamos más del Espíritu a fin de que nos oriente a través de las vicisitudes de la vida y, por lo tanto, eso nos lleva a buscar inspiración personal para tomar las decisiones importantes de la vida.

¿Qué puedes hacer para aumentar tu capacidad de dejar que se te guíe a tomar decisiones correctas en la vida? ¿Cuáles son los principios de los cuales depende la comunicación espiritual? ¿Cuáles son las posibles barreras a esa comunicación que debes evitar?

El presidente John Taylor escribió: “Hace más de cuarenta años, José Smith me dijo: ‘Hermano Taylor, usted ha recibido el Espíritu Santo. Ahora, siga la influencia de ese Espíritu que lo conducirá a toda la verdad, hasta que finalmente, se convertirá para usted en un principio de revelación’. Después me dijo que nunca me levantara por la mañana sin inclinarme ante el Señor y dedicarme a Él durante ese día”1.

El Padre Celestial sabía que afrontarías desafíos y que tendrías que tomar algunas decisiones más allá de tu propia habilidad para decidir correctamente. En Su plan de felicidad, Él dispuso el medio para que, durante tu vida terrenal, recibieras ayuda con esos problemas y decisiones. Esa ayuda vendrá mediante la guía espiritual del Espíritu Santo. Es un poder que va más allá de tu capacidad, y que un amoroso Padre Celestial desea que utilices en forma constante para que tengas paz y felicidad.

Estoy convencido de que no existe una fórmula o técnica sencilla que te permita dominar de inmediato la habilidad de recibir la guía del Espíritu. Nuestro Padre espera que aprendas la forma de obtener esa ayuda divina al ejercer la fe en Él y en Su Santo Hijo Jesucristo. Si recibieras guía inspirada sólo con pedirla, te convertirías en un ser débil y más dependiente de Ellos. Ellos saben que el crecimiento personal esencial vendrá a medida que te esfuerces por saber cómo dejarte guiar por el Espíritu.

Lo que al principio podría parecer una tarea de enormes proporciones, a medida que pase el tiempo será mucho más fácil si te esfuerzas constantemente por reconocer y seguir la inspiración del Espíritu. Tu confianza en la dirección que recibas por medio del Espíritu Santo también será más fuerte. Te testifico que al ganar experiencia y tener éxito al dejarte guiar por el Espíritu, tu confianza en las impresiones que sientas será mucho más firme que tu dependencia en lo que veas u oigas.

La espiritualidad produce dos frutos: El primero es la inspiración para saber qué hacer. El segundo es el poder o la capacidad para hacerlo. Esas dos capacidades van de la mano; por eso Nefi pudo decir: “Iré y haré lo que el Señor ha mandado”2. Él conocía las leyes espirituales sobre las cuales se basan la inspiración y el poder. Sí, Dios contesta las oraciones y nos brinda dirección espiritual cuando somos obedientes y ejercemos en Él la fe requerida.

Voy a contarles ahora una experiencia que me enseñó una forma de obtener guía espiritual. Un domingo asistí a la reunión del sacerdocio de una rama de la Ciudad de México. Recuerdo vívidamente cómo un humilde líder del sacerdocio mexicano se esforzaba por comunicar las verdades del Evangelio del material de su lección. Noté el inmenso deseo que él tenía de compartir con los miembros de su quórum esos principios que él valoraba tanto; él se daba cuenta de que tenían gran valor para los presentes. Su actitud evidenciaba su amor puro por el Salvador y el amor que sentía por aquellos a quienes enseñaba.

Su sinceridad y su intención pura hicieron que una gran fortaleza espiritual envolviera el salón. Me sentí sumamente conmovido. Después comencé a recibir impresiones personales como extensión de los principios que ese humilde maestro había enseñado. Fueron personales y relacionadas con mis asignaciones en el área, y una respuesta a mis prolongados esfuerzos y oraciones en busca de aprendizaje.

Al recibir cada impresión, la anotaba al detalle. En el proceso, recibí magníficas verdades que necesitaba enormemente para ser un siervo del Señor más eficiente. Los detalles de esa comunicación son sagrados y, como una bendición patriarcal, fueron sólo para mi beneficio. Recibí dirección, instrucciones y promesas condicionadas específicas que alteraron para bien el curso de mi vida.

Poco después asistí a la clase de la Escuela Dominical de nuestro barrio, donde un maestro muy erudito dio la lección. Esa experiencia fue un gran contraste con la que había disfrutado en la reunión del sacerdocio. Me parecía que el maestro había escogido a propósito referencias poco claras y ejemplos poco comunes para ilustrar los principios de la lección. Tuve la clara impresión de que él utilizaba esa oportunidad de enseñanza para impresionar a la clase con su enorme conocimiento. En todo caso, su intención no parecía ser la de comunicar los principios como lo había hecho aquel humilde líder del sacerdocio.

En ese ambiente, comencé a recibir nuevamente fuertes impresiones y las escribí. El mensaje incluía un consejo específico de cómo llegar a ser un instrumento más eficaz en las manos del Señor. Recibí tal cantidad de impresiones personales que sentí que no era apropiado anotarlas en medio de una clase de la Escuela Dominical, por lo que busqué un lugar más privado donde seguí escribiendo los sentimientos que invadían mi mente y mi corazón tan fielmente como me era posible. Después de anotar cada poderosa impresión, meditaba en los sentimientos que había recibido para determinar si los había expresado correctamente por escrito. Como resultado, realicé algunos pequeños cambios a lo que había escrito y luego estudié su significado y la aplicación que tenían en mi propia vida.

A continuación, oré y repasé con el Señor lo que yo pensaba que el Espíritu me había enseñado. Al sobrevenirme un sentimiento de paz, le agradecí la guía recibida. Entonces sentí que debía preguntar: “¿Había aún más por recibir?”. Recibí nuevas impresiones y se repitió el proceso de escribirlas, meditar en ellas y orar para recibir confirmación. De nuevo fui inspirado a preguntar: “¿Hay algo más que deba saber?” ¡Y lo había! Cuando terminó la última y más sagrada experiencia, yo había recibido algo de la dirección personal más preciosa y específica que una persona pueda esperar obtener en esta vida. Si no hubiera respondido a mis primeras impresiones ni las hubiera escrito, no habría recibido la última y más preciada guía.

Lo que he descrito no es una experiencia aislada; encierra varios principios verdaderos acerca de la comunicación del Señor para con Sus hijos aquí sobre la tierra. Pienso que tú puedes perder la oportunidad de escuchar la dirección más preciada y personal del Espíritu por no responder, anotar ni aplicar la primera inspiración que recibes.

Las impresiones del Espíritu pueden llegar en respuesta a una oración apremiante o sin solicitarla cuando la necesitas. En ocasiones el Señor te revela la verdad cuando no la estás buscando, como por ejemplo, cuando estás en peligro y no lo sabes. Sin embargo, el Señor no te obligará a aprender; tú debes ejercer tu albedrío para permitir que el Espíritu te enseñe. Al hacer de esto una práctica en tu vida, serás más receptivo a los sentimientos que se reciben con la guía espiritual. Entonces, cuando ésta llegue, en ocasiones cuando menos lo esperes, la reconocerás más fácilmente.

La influencia inspiradora del Espíritu Santo puede pasar desapercibida o quedar oculta debido a emociones fuertes, tales como el enojo, el odio, la pasión, el miedo o el orgullo. Cuando esas influencias están presentes es como tratar de paladear el delicado sabor de una uva mientras se come un pimiento picante. Ambos sabores están presentes, pero uno de ellos se superpone al otro. De la misma manera, las emociones fuertes prevalecen sobre la delicada inspiración del Espíritu Santo.

El pecado es adictivo; autodegenerante; conduce a otras clases de corrupción; adormece la espiritualidad, la conciencia y la razón; impide ver la realidad; es contagioso; y es destructivo para la mente, el cuerpo y el espíritu. El pecado es espiritualmente corrosivo; incontrolado se vuelve devastador. Se vence por medio del arrepentimiento y la rectitud.

Deseo advertirles que Satanás es sumamente hábil para bloquear la comunicación espiritual al inducir a la persona, mediante la tentación, a violar las leyes sobre las cuales se funda dicha comunicación. Incluso logra convencer a algunas personas de que ellas no pueden recibir esa guía del Señor.

Satanás se ha convertido en un experto en el uso del poder adictivo de la pornografía para limitar la capacidad de dejarse guiar por el Espíritu. La invasión de la pornografía en todas sus formas depravadas, corrosivas y destructivas ha sido causa de incalculable dolor, sufrimiento, pena y de la destrucción de matrimonios. Es una de las influencias más nocivas sobre la tierra. Ya sea por medio de materiales impresos, películas, televisión, canciones obscenas, groserías por teléfono o en la pantalla parpadeante de una computadora personal, la pornografía es sumamente adictiva y dañina. Ese instrumento poderoso de Lucifer degrada la mente, el corazón y el alma de quien lo use. Todos los que queden atrapados en esa red seductora y tentadora y se queden allí, se volverán adictos a su influencia inmoral y destructiva. Muchos no pueden vencer esa adicción sin ayuda. El trágico escenario es tan común. Comienza con una curiosidad que se aviva por el estímulo producido y se justifica con la falsa premisa de que al hacerlo en privado no se daña a nadie más. Las personas adormecidas por esa mentira, profundizan la experimentación y reciben estimulaciones aún más poderosas, hasta que la trampa se cierra y un hábito, terriblemente inmoral y adictivo, ejerce su despiadado control.

La participación en la pornografía, en cualquiera de sus aborrecibles formas, es la manifestación de un egoísmo incontrolado. ¿Cómo puede un hombre, en particular un poseedor del sacerdocio, no pensar en el daño emocional y espiritual que le causa a la mujer, en especial a su esposa, con ese hecho tan detestable?

El inspirado Nefi lo dijo muy bien: “Y [el diablo]… los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal… Y así… engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno”3.

Si estás atrapado en la pornografía, comprométete plenamente a superarla ahora. Busca un lugar tranquilo; ora con urgencia por ayuda y apoyo; sé paciente y obediente; no te des por vencido.

Padres, sepan que la adicción a la pornografía puede comenzar a una edad muy temprana. Tomen los pasos preventivos para evitar ese daño. Presidentes de estaca y obispos, adviertan a los demás sobre esa maldad. Insten a cualquier persona que piensen que haya caído en ella a acudir a ustedes en busca de ayuda.

La persona que tiene normas firmes y un cometido imperecedero por obedecerlas no se deja pervertir con facilidad. Alguien que siente una creciente repulsión por el pecado grave y que ejerce auto control sin dejarse influir por los demás, tiene carácter. Para dicha persona, el arrepentimiento será más eficaz. El sentimiento de remordimiento después de un error cometido es tierra fértil para que florezca el arrepentimiento.

Ten paciencia a medida que perfeccionas tu habilidad para permitir que el Espíritu te guíe. Mediante la práctica esmerada y la aplicación de principios correctos y al ser sensible a los sentimientos que recibas, obtendrás guía espiritual. Testifico que el Señor, por medio del Espíritu Santo, puede hablar a tu mente y a tu corazón. A veces, las impresiones son sólo sentimientos generales, mientras que otras, la dirección se recibe tan clara y nítida que se puede escribir como un dictado espiritual4.

Testifico solemnemente que a medida que ores con todo el fervor de tu alma, con humildad y gratitud, aprenderás a ser guiado constantemente por el Espíritu Santo en todos los aspectos de la vida. Yo he confirmado la veracidad de ese principio en el momento más difícil de mi propia vida. Testifico que tú personalmente puedes aprender y dominar los principios que llevan a recibir la guía del Espíritu. De esa forma, el Salvador puede guiarte para resolver los problemas y disfrutar de una gran paz y felicidad. En el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: John Taylor, pág. 171.

  2. 1 Nefi 3:7.

  3. 2 Nefi 28:21.

  4. Véase D. y C. 8:2.