Escojan la vida eterna
Su destino eterno no será el resultado de la casualidad sino de la elección. ¡Nunca es demasiado tarde para empezar a escoger la vida eterna!
Hace años, mientras estaba en la playa con mi familia, noté que había señales y banderas que nos advertían de una fuerte corriente que fluía desde la orilla hacía aguas profundas y turbulentas. Invisible para mis ojos inexpertos, pero fácil de detectar para los salvavidas o socorristas que estaban en una torre de vigilancia cercana, la poderosa corriente representaba un peligro para todos los que dejaran la seguridad de la orilla y entraran en el agua. Recuerdo que pensé: “Soy un nadador fuerte. Nadar será un excelente ejercicio y estaré seguro en el agua poco profunda”.
Haciendo caso omiso de las advertencias, y teniendo confianza en mi propio juicio, entré en el agua para disfrutar de un “refrescante” chapuzón. Después de algunos minutos, levanté la mirada para ubicar a mi familia en la playa cercana, ¡pero la playa ya no estaba cerca! La corriente engañosa de la que se me había advertido me había atrapado y estaba alejándome de mi familia rápidamente.
Confiadamente al principio y luego con desesperación, traté de nadar hacia la orilla, pero la inclemente corriente me arrastraba cada vez más lejos hacia aguas más profundas y turbulentas. Quedé exhausto y comencé a ahogarme con el agua que tragaba. Ahogarse se convirtió en una posibilidad real. Al final, cuando se me agotaron las energías, pedí ayuda desesperadamente.
Como si fuera un milagro, de inmediato un socorrista se apareció a mi lado. No sabía que él me había observado entrar en el agua. Él sabía que la corriente me atraparía y sabía adónde me llevaría. Evitando la corriente, nadó alrededor y un poco más allá de donde yo estaba luchando, entonces pacientemente esperó mi llamado de ayuda. Demasiado débil para nadar solo hasta la orilla, me sentí muy agradecido por su rescate. Sin su ayuda nunca habría regresado a mi familia.
Ese día tomé una decisión pobre que produjo consecuencias potencialmente graves para mí y para mi familia. Ahora, al analizar juntos el don de escoger, ruego que el Espíritu Santo nos ayude a cada uno de nosotros a evaluar las elecciones que hacemos.
Nuestro amado profeta, el presidente Thomas S. Monson, nos ha enseñado: “No puedo poner suficiente énfasis en que las decisiones determinan el destino. No se puede tomar decisiones eternas sin que haya consecuencias eternas”1.
Cada uno de ustedes, como se nos enseñó en esta conferencia, es un amado hijo o hija procreados como espíritu por padres celestiales. Tienen una naturaleza y un destino divinos2. Durante su vida premortal aprendieron a amar la verdad; tomaron decisiones eternas correctas; sabían que en esta vida terrenal habría aflicciones y adversidad, dolor y sufrimiento, pruebas y desafíos para ayudarlos a crecer y progresar; sabían también que podrían seguir tomando decisiones correctas, arrepentirse de las decisiones incorrectas y, mediante la expiación de Jesucristo, heredar la vida eterna.
¿Qué enseñó el profeta Lehi sobre el escoger? Él advirtió que somos “libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo”. Luego instruyó: “…quisiera que confiaseis en el gran Mediador y que escuchaseis sus grandes mandamientos; y sed fieles a sus palabras y escoged la vida eterna”3.
Hermanos y hermanas, en lo que escogemos pensar, sentir y hacer, ¿estamos escogiendo la vida eterna?
Nuestros nietos están aprendiendo que cuando toman una decisión, a la vez escogen sus consecuencias. Hace poco, una de nuestras nietas de 3 años se negó a comer la cena. Su madre le explicó: “Ya es casi la hora de dormir. Si escoges comer, elegirás helado de postre. Si escoges no comer la cena, elegirás irte a la cama ahora sin comer helado”. Nuestra nieta consideró sus dos opciones y luego respondió enérgicamente: “Quiero escoger esto: jugar y comer helado solamente y no ir a dormir”.
Hermanos y hermanas, ¿nos gustaría poder jugar y comer helado solamente, nunca ir a dormir y evitar como por arte de magia las consecuencias como la malnutrición y el agotamiento?
En realidad sólo tenemos dos opciones eternas, cada una con consecuencias eternas: escoger seguir al Salvador del mundo y, por lo tanto, escoger la vida eterna con nuestro Padre Celestial, o escoger seguir al mundo y, por lo tanto, escoger alejarnos del Padre Celestial eternamente.
No podemos escoger con éxito tanto la seguridad de la rectitud como los peligros de la mundanidad sin problemas. Andar en la mundanidad podría parecer inofensivo, pero así parecía mi “refrescante” chapuzón.
Como la corriente que pudo haber cambiado el curso de la vida de mi familia, las corrientes actuales de la mundanidad, las filosofías engañosas, las enseñanzas falsas y la inmoralidad descontrolada buscan alejarnos y separarnos eternamente de nuestra familia y de nuestro Padre Celestial.
Nuestros profetas, videntes y reveladores vivientes ven y procuran advertirnos de las corrientes mundanas que nos acechan y que suelen ser sutiles pero peligrosas. Ellos nos invitan, motivan, enseñan, recuerdan y advierten con amor; saben que nuestra seguridad depende de que escojamos seguir (1) las impresiones que recibamos al estudiar las Escrituras, meditar y orar a diario, (2) la guía del Espíritu Santo, y (3) el consejo profético de ellos; saben que existe seguridad y, en última instancia, gozo solamente en nuestro Salvador Jesucristo y mediante Él, y al vivir Su evangelio. Como recién enseñó el élder Dallin H. Oaks, nuestro Salvador declaró: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”4.
Durante la adversidad y el sufrimiento de la Rusia post-soviética, Anatoly y Svetlana Reshetnikov escogieron la rectitud en lugar de la mundanidad. Después de unirse a la Iglesia fueron perseguidos y él fue depuesto de su posición en el trabajo. Con valentía pensaron: “¡Ahora tenemos más tiempo para servir a Dios!”. Recibían amenazas con frecuencia, sin embargo, escogieron vivir una vida centrada en el Evangelio. El élder Anatoly Reshetnikov fue llamado como el primer Setenta de Área ruso. Mediante sus decisiones, la familia Reshetnikov sigue escogiendo la vida eterna.
Todos enfrentamos adversidades, todos tenemos tentaciones y todos cometemos errores. Nunca es demasiado difícil ni demasiado tarde para tomar decisiones correctas. El arrepentimiento es una de esas decisiones correctas vitales.
El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó:
“Los pequeños errores y las desviaciones insignificantes que nos apartan de la doctrina del evangelio de Jesucristo pueden acarrearnos consecuencias dolorosas; por ello, es de suma importancia que seamos lo suficientemente disciplinados para hacer correcciones tempranas y decisivas para volver al curso correcto y no esperar o desear que los errores se corrijan solos.
“Cuanto más demoremos las medidas correctivas, más grandes serán los cambios necesarios y más tiempo tomará volver al curso correcto, incluso hasta tal punto en que se podría avecinar un desastre”5.
Los brazos de misericordia del Salvador siempre están extendidos hacia cada uno de nosotros6. Cuando nos arrepentimos sincera y cabalmente, podemos ser totalmente perdonados por nuestros errores y el Señor no los recordará más7.
Al evaluar sus elecciones y consecuencias, podrían preguntarse:
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¿Busco orientación divina mediante el estudio de las Escrituras, meditándolas y orando a diario o he optado por estar tan ocupado o ser tan indiferente que no estudio las palabras de Cristo, no las medito ni converso con mi Padre Celestial?
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¿Escojo seguir el consejo de los profetas vivientes de Dios o sigo los caminos del mundo y las opiniones opuestas de los demás?
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¿Busco la guía del Espíritu Santo a diario en lo que escojo pensar, sentir y hacer?
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¿Busco constantemente la forma de ayudar, servir o ayudar a rescatar a otras personas?
Mis queridos hermanos y hermanas, su destino eterno no será el resultado de la casualidad sino de la elección. ¡Nunca es demasiado tarde para empezar a escoger la vida eterna!
Expreso mi testimonio de que, debido al gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, cada uno de nosotros puede ser perfeccionado mediante la expiación de Jesucristo. Podemos vivir eternamente en la presencia de nuestro Padre Celestial y recibir una plenitud de gozo con nuestra familia. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.