Conferencia General
Aguantar el día en Cristo
Conferencia General de octubre de 2023


10:33

Aguantar el día en Cristo

Jesucristo hace posible que “aguant[emos] el día”.

Aquel fue un día repleto de parábolas punzantes y directas, de preguntas complejas y de doctrina profunda. Luego de pronunciar una dura reprimenda a quienes eran como “sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”1, Jesús enseñó tres parábolas más sobre la preparación espiritual y el discipulado. Una de ellas fue la parábola de las diez vírgenes.

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.

“Y cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

“Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

“mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

“Y tardándose el novio, cabecearon todas y se durmieron.

“Y a la medianoche se oyó un clamor: He aquí el novio viene; salid a recibirle.

“Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

“Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

“Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas.

“Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

“Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!2.

“Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no me conocéis3.

“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”4.

El presidente Dallin H. Oaks planteó las siguientes preguntas que invitan a pensar con relación a la venida del Esposo5: “¿Qué tal si el día de Su venida fuese mañana? Si supiéramos que mañana nos encontraríamos con el Señor, ya fuese por medio de nuestra muerte prematura o de Su inesperada venida, ¿qué haríamos hoy?”6.

He aprendido por experiencia personal que la preparación espiritual para la venida del Señor no es solo esencial, sino la única manera de hallar paz y felicidad verdaderas.

Era un fresco día de otoño cuando escuché por primera vez las palabras: “Tienes cáncer”. ¡Mi esposo y yo quedamos atónitos! Al conducir de vuelta a casa en silencio, procesando la noticia, mi corazón se centró en nuestros tres hijos.

En mi mente le pregunté al Padre Celestial: “¿Voy a morir?”.

El Espíritu Santo susurró: “Todo va a estar bien”.

Luego pregunté: “¿Voy a vivir?”.

Una vez más, vino la respuesta: “Todo va a estar bien”.

Estaba confundida. ¿Por qué recibía exactamente la misma respuesta a si viviría o moriría?

De repente, cada fibra de mi ser se llenó de una paz absoluta al recordar: No necesitábamos apresurarnos a llegar a casa para enseñar a nuestros hijos a orar, ellos sabían cómo recibir respuestas y consuelo de las oraciones. No necesitábamos apresurarnos a llegar a casa para enseñarles sobre las Escrituras o las palabras de los profetas vivientes, esas palabras ya eran una fuente conocida de fortaleza y comprensión. No necesitábamos apresurarnos a llegar a casa para enseñarles sobre el arrepentimiento, la Resurrección, la Restauración, el Plan de Salvación, las familias eternas o la doctrina misma de Jesucristo.

En ese momento cada lección de noche de hogar, cada sesión de estudio de las Escrituras, cada oración de fe ofrecida, cada bendición dada, cada testimonio compartido, cada convenio hecho y guardado, cada asistencia a la Casa del Señor y cada día de reposo observado importaban, ¡y cuánto importaban! Era demasiado tarde para poner aceite en nuestras lámparas. Necesitábamos cada gota, ¡y la necesitábamos ya!

Gracias a Jesucristo y a Su Evangelio restaurado, si yo moría, mi familia sería consolada, fortalecida y un día, restaurada. Si vivía, tendría acceso al poder más grande en esta tierra para ayudar a socorrerme, sostenerme y sanarme. Al final, gracias a Jesucristo, todo puede estar bien.

De un estudio atento de Doctrina y Convenios aprendemos lo que significa “estar bien”:

“Y en aquel día, cuando yo venga en mi gloria, se cumplirá la parábola que hablé acerca de las diez vírgenes.

“Porque aquellos que son prudentes y han recibido la verdad, y han tomado al Santo Espíritu por guía, y no han sido engañados, de cierto os digo que estos no serán talados ni echados al fuego, sino que aguantarán el día7.

Jesucristo hace posible que “aguant[emos] el día”. Aguantar el día no significa sumarle más cosas a una lista de tareas pendientes cada vez más larga. Piensen en una lupa. Su propósito no es únicamente hacer que las cosas se vean más grandes. También puede captar y enfocar la luz para hacerla más poderosa. Debemos simplificar, enfocar nuestros esfuerzos y captar la luz de Jesucristo. Necesitamos más experiencias sagradas y reveladoras.

Ubicada al noroeste de Israel, hay una hermosa cadena montañosa, a menudo llamada la “montaña perenne”. El monte Carmelo8 se conserva verde todo el año, debido en gran parte a las pequeñas cantidades de rocío, las cuales lo nutren cada día. Como sucede con “el rocío del Carmelo”9, al buscar nutrir nuestras almas “con cosas pertenecientes a la rectitud”10, “cosas pequeñas y sencillas”11, ¡nuestro testimonio y el testimonio de nuestros hijos vivirán!

Quizás piensen: “Pero hermana Wright, usted no conoce a mi familia. Realmente nos esforzamos, pero nuestra situación en muy diferente”. Tienen razón, no conozco a su familia, pero un Dios de amor, misericordia, poder, conocimiento y gloria infinitos sí la conoce.

Las preguntas que podrían hacerse son preguntas del corazón que duelen en lo profundo de su alma. Se encuentran preguntas similares en las Santas Escrituras:

“Maestro, ¿no tienes cuidado que [mi familia] perec[e]?”12.

“¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza?”13.

“¿Qué har[é] para que sea quitada esta nube de tinieblas que [me] cubre?”14.

“Mas, ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar del entendimiento?”15.

“¿Cómo es posible que [me] aferr[e] a todo lo bueno?”16.

“Señor, ¿qué quieres que yo haga?”17.

Y luego llegan las respuestas con tanta dulzura:

“¿Crees en el poder de Cristo para salvar?”18.

“He aquí, ¿ha mandado el Señor a alguien que no participe de su bondad?”19.

“¿Creéis que [Él] pued[e] hacer esto?”20.

“¿Crees […] a los profetas?”21.

“¿Ejerc[es] la fe en la redención de aquel que [te] creó?”22.

“El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”23.

Mis queridos amigos, no podemos compartir nuestro aceite, pero podemos compartir Su luz. El aceite en nuestra lámpara nos ayudará a “aguantar el día” y puede ser el medio de iluminar la senda que lleva a aquellos que amamos hacia el Salvador, quien espera “con los brazos abiertos para recibir[los]”24.

“Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz y de las lágrimas tus ojos, porque salario hay para tu trabajo […], y volverán de la tierra del enemigo.

Esperanza también hay para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propio territorio”25.

Jesucristo es la “esperanza […] para tu porvenir”. Nada que hayamos o no hayamos hecho está más allá del alcance de Su infinito y eterno sacrificio. Él es la razón por la cual nunca es el fin de nuestra historia26. “Por tanto, deb[emos] seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si march[amos] adelante, deleitándo[nos] en la palabra de Cristo, y persever[amos] hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendr[emos] la vida eterna”27.

La vida eterna es el gozo eterno. Gozo en esta vida, ahora mismo —no a pesar de los desafíos de nuestro tiempo, sino gracias a la ayuda del Señor para aprender de ellos y finalmente superarlos— y gozo incalculable en la vida venidera. Las lágrimas se secarán, los corazones rotos sanarán, lo perdido será hallado, las preocupaciones se resolverán, las familias se restaurarán y todo lo que el Padre tiene nos será dado28.

Acudan a Jesucristo para que vivan29, es mi testimonio. En el sagrado y santo nombre del amado “Pastor y Obispo de [n]uestras almas”30, Jesucristo. Amén.