“‘Donde estén dos o tres congregados en mi nombre’”, Historias mundiales: Finlandia, 2018
“‘Donde estén dos o tres congregados en mi nombre’”, Historias mundiales: Finlandia
“Donde estén dos o tres congregados en mi nombre”
Los primeros conversos Santos de los Últimos Días en Finlandia se bautizaron en las décadas de 1870 y 1880, cuando los líderes y misioneros de la Misión Escandinava se aventuraron a ir hacia el este desde Suecia. En aquella época, Finlandia estaba gobernada por el Imperio ruso y las restricciones legales que se aplicaban a las religiones minoritarias hacían que la predicación resultara una empresa difícil y peligrosa. A pesar de esos obstáculos, algunas personas que escucharon el mensaje de los misioneros aceptaron el Evangelio restaurado y permanecieron comprometidas con él durante las décadas siguientes.
Las primeras comunidades Santos de los Últimos Días de habla finesa surgieron a lo largo de la costa, en regiones de habla sueca. En 1875, los hermanos suecos Carl y Johan Sundström fueron enviados como misioneros a Finlandia, y en 1876 bautizaron a conversos y formaron una rama en Nikolainkaupunki (actualmente Vaasa). Entre 1879 y 1880, el misionero Per Olof Pettersson (posteriormente conocido en Utah como Peter O. Peterson) visitó el área de Jakobstad (Pietarsaari), donde en 1877 se formó una rama, y allí encontró a nuevos conversos en Larsmo (Luoto). Entre aquellos conversos se encontraban Anders Johansson, su esposa, Lovisa Eriksdotter, y otros familiares. Anders inmediatamente creyó en el Evangelio y afirmó, como se repetirían sus palabras más adelante, que “se le metió en la médula ósea”.
Durante muchas décadas, aquellos Santos de los Últimos Días tuvieron poco contacto con la Iglesia, debido a las dificultades que los misioneros habían tenido en Finlandia y las guerras en las que estuvo inmersa Europa en los primeros años del siglo XX. Sin embargo, algunos como Anders y su familia se mantuvieron firmes en la fe y la compartieron con otras personas. Anders había sido ordenado élder, pero no estaba seguro en cuanto a su autoridad para bautizar a sus amigos Viktor Berg y Herman Ronnkvist. Decidido a hacer las cosas correctamente, en 1910 viajó a Estocolmo para reunirse con los líderes de la misión. Con la certeza de que podía bautizar, regresó y efectuó las ordenanzas.
Aunque el élder Francis M. Lyman, del Cuórum de los Doce Apóstoles, había dedicado Finlandia para la predicación del Evangelio en 1903, la Iglesia siguió manteniendo solo contactos esporádicos con los miembros locales de la Iglesia. Cuando Anders falleció en 1926, los santos finlandeses permanecieron aislados y siguieron siendo pocos, pero su fe se mantuvo resiliente. Sus experiencias ejemplificaron esta promesa del Señor: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).