Historia de la Iglesia
“Mamá, gracias”


“Mamá, gracias”

Cuando Clara y William Cooper se bautizaron en 1987, Clara tuvo un sentimiento de gozo como nunca antes había conocido. “Cuando entré en el agua”, relató ella, “fue como si hubiese sido enterrada en la resurrección como Jesucristo, y el gozo y las cosas que sentí en aquel momento fueron indescriptibles”. Los Cooper comenzaron a servir en la Iglesia y a prepararse para el día en que pudieran viajar al templo y ser sellados.

Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos por el estallido de la Primera Guerra Civil de Liberia, en 1989. Durante el conflicto, su fe y su servicio en la Iglesia los sostuvieron. Cuando el peligro fue demasiado grande como para que los hombres salieran, Clara y sus hijos desafiaron la violencia en las calles a fin de hacer fila para recibir comida gratuita y recoger hojas silvestres. Antes de salir de su casa cada mañana, Clara guardaba en su bolso su Libro de Mormón y un pequeño himnario color café, para poder estudiar y cantar mientras esperaba en las filas.

Conforme las condiciones empeoraban, a menudo la familia pasaba hambre. En 1990, el hijo mayor y el bebé recién nacido de Clara murieron por desnutrición. “Fue muy difícil para mí perder a mis hijos”, dijo Clara, “pero la fe que tengo en Jesucristo me fortalece”. Clara empezó a tener sueños en los que su hijo la visitaba. “Te estoy esperando”, le decía él. “Solo ve, yo te estoy esperando”. Cuando ella le preguntó adónde quería que fuera, él le dijo: “Haz algo por mí. Yo quiero estar con todos ustedes”. Cuando Clara despertó, le contó a William sobre el sueño y los dos oraron para saber que debían hacer. Después de la oración, Clara supo que tenían que ir al templo para ser sellados lo más pronto posible.

Pocos años después, Clara fue llamada como presidenta de las Mujeres Jóvenes y se centró en traer a los jóvenes de regreso a las actividades de la Iglesia. Más tarde, cuando fue llamada como presidenta de la Primaria, nuevamente se centró en la reactivación. “Fui de casa en casa alentando a los padres a enseñar a sus hijos y a llevarlos a la Iglesia”, dijo. “El Señor me ayudó mucho y me hizo ser fuerte, ser una mujer con valentía”. Mientras servía en la Iglesia, Clara pudo ministrar a los miembros de la Iglesia que habían perdido a seres queridos durante la guerra. Los líderes de la Iglesia también la escogieron para participar en un programa de horneado de pan para niños desnutridos en el hospital local.

En 1998, cuando cesaron los combates en el país, William y Clara Cooper viajaron al Templo de Johannesburgo, Sudáfrica, donde fueron sellados el uno al otro y a sus hijos fallecidos. Poco después de que se efectuaran las ordenanzas, Clara vio a su hijo en otro sueño. “Mamá, gracias”, le dijo él. “Hiciste un bien para mí. Estoy feliz”. Con un pequeño saludo, él se fue. En 2005, William y Clara viajaron con sus seis hijos vivos al Templo de Accra, Ghana, donde todos se sellaron.