2010
Una bendición del sacerdocio para Lindsay
Marzo de 2010


Una bendición del sacerdocio para Lindsay

“Todos los que reciben este sacerdocio, a mí me reciben, dice el Señor” (D. y C. 84:35).

Lindsay se puso nerviosa al mirar a su alrededor en la habitación del hospital, ya que sabía que pronto iría alguien a llevarla a la sala de operaciones. Su mamá y su papá estaban cerca de su cama.

Unos días antes, la familia de Lindsay había efectuado una noche de hogar especial: su mamá dio una lección acerca de las bendiciones del sacerdocio y luego cada integrante de la familia habló sobre alguna ocasión en la que habían sido bendecidos por el poder del sacerdocio. Lindsay se sintió feliz y en paz al escuchar sus testimonios. La mamá explicó que el sentimiento de paz provenía del Espíritu Santo, quien le estaba diciendo a Lindsay que lo que estaba escuchando era cierto.

Al final de la lección, el hermano mayor de Lindsay, que poseía el Sacerdocio de Melquisedec, puso una gota de aceite consagrado sobre la cabeza de ella e hizo una oración. Después el papá le dio una hermosa bendición; le dijo que el Padre Celestial la conocía y la amaba; dijo que los doctores serían bendecidos en el trabajo que realizaran y que la operación saldría bien. Además, prometió que Lindsay tendría un sentimiento especial de consuelo y paz que reemplazaría sus temores.

Mientras esperaba en el hospital, Lindsay trataba de ser valiente, pero las lágrimas se le deslizaban lentamente desde el rabillo de los ojos. Dos hombres vestidos con ropa de hospital entraron en su habitación y le dijeron que había llegado la hora de la operación. Fueron amables al intentar levantarle el ánimo, pero, aun así, el temor de Lindsay no desaparecía.

Lindsay abrazó a su mamá y a su papá desde la camilla; entonces, uno de los hombres levantó la baranda de la camilla para que ella estuviera segura mientras la llevaban por el pasillo. Cuando Lindsay se dio vuelta para ver lo que hacía el hombre, vio que llevaba puesto un anillo de plata que le resultaba familiar. Un sentimiento cálido de paz llenó su corazón al ver en el anillo las iniciales HLJ. Lindsay sonrió, ya que sus temores se desvanecieron. Sabía que todo estaría bien.

Ilustraciones por Adam Koford.