Grande eres Tú
Jonathan D., 18 años, Suiza
Acababa de terminar de efectuar bautismos por los muertos cuando recibí el mensaje de que uno de mis mejores amigos había muerto; era un joven maravilloso y solíamos divertirnos mucho en las actividades de la Iglesia.
Tres días después fui al funeral y conocí a sus padres y amigos. Una chica de mi barrio y yo nos sentamos en la capilla, y se dio comienzo a la ceremonia con un himno y una oración, seguidos de excelentes discursos y otras canciones.
Yo nunca había tenido un fuerte testimonio de la vida eterna, pero cuando empezaron a cantar el himno “Grande eres Tú”, empecé a llorar. Cuando la muchacha que estaba a mi lado vio mi desconsuelo, me preguntó si me sentía bien; pero no eran lágrimas de dolor ni de tristeza; la razón de ellas era el Espíritu que sentía de manera poderosa, y desde ese momento supe que volvería a ver a mi amigo.