2014
Un mensaje del Padre Celestial para mí
Febrero de 2014


Un mensaje del Padre Celestial para mí

Terumi Tuckett (con Jill Campbell), Japón

Cuando estaba recién casada y era miembro relativamente nuevo de la Iglesia, me mudé a Inglaterra con mi esposo. A pesar de que había aprendido algo de inglés en la escuela, mi marcado acento japonés hacía que mi inglés fuera difícil de entender, y a mí me era difícil interpretar el acento británico.

Mi esposo y yo éramos miembros de la Iglesia, pero no estábamos plenamente convertidos cuando nos casamos. Siempre nos íbamos a casa después de la reunión sacramental en vez de quedarnos en la capilla para el resto de las reuniones. Tampoco queríamos recibir ningún llamamiento en la Iglesia.

Un día, con el fin de ayudarme a participar más en las actividades de la Iglesia, una líder de la Sociedad de Socorro me llamó y me preguntó si estaría dispuesta a hablar un poco sobre mí en la siguiente reunión de actividades de la Sociedad de Socorro. Acepté participar, pero, debido a que mi inglés era limitado, no entendí que tenía que llevar algunas cosas para ponerlas a la vista.

Cuando llegué a la reunión, de inmediato me di cuenta de lo que se había esperado que hiciera. Se habían arreglado tres mesas con manteles y flores, y había un cartel que decía: “Conozcamos a las hermanas”. En una de las mesas había un rótulo que decía: “Hermana Tuckett”. Pero, yo no había llevado nada para poner sobre la mesa. Traté de disimular las lágrimas que me brotaron de los ojos.

De por sí, ya me sentía mal cuando asistía a la reunión sacramental pues no entendía por completo lo que se decía. A menudo pensaba: “¿Por qué estoy aquí?”. Así que, cuando llegué a la reunión de la Sociedad de Socorro y me di cuenta de mi error, sentí que no debía ir más a la Iglesia. Quería desaparecer, pero tenía que decirle a la líder de la Sociedad de Socorro que no estaba preparada.

“Disculpe”, dije. “No entendí bien, y no tengo nada que poner sobre la mesa”.

Ella me miró con una expresión de ternura y dijo: “No importa. Estoy contenta con el solo hecho de que esté aquí”. Luego me dio un abrazo.

Me sentí consolada y el Espíritu me dijo que lo que ella me había dicho era un mensaje del Padre Celestial: que Él me amaba y que estaba contento de que yo estuviera allí. No entendí muy bien el inglés, pero el Espíritu me permitió entender el mensaje de ella.

Debido a ese sentimiento, mi disposición cambió de inmediato. Me dije a mí misma: “Si el Padre Celestial me ama tanto y desea que vaya a la Iglesia, lo haré, sin importar lo difícil que sea”.

A partir de ese momento, mi esposo y yo asistimos a todas las reuniones de la Iglesia. También decidí aprender inglés; poco a poco, fui entendiéndolo mejor y aprendí a hablarlo.

Estoy agradecida por la hermana que me transmitió un mensaje del Padre Celestial en un momento crítico de mi vida. Ahora, quince años después, presto servicio en la presidencia de la Sociedad de Socorro en el distrito de habla inglesa en Japón y he recibido capacitación de la Iglesia para ser intérprete.