Cuaderno de la Conferencia de octubre de 2013
A medida que repase la Conferencia General de octubre de 2013, puede utilizar estas páginas (y los cuadernos de la conferencia de ejemplares futuros) para ayudarle a estudiar y aplicar las enseñanzas recientes de los profetas y apóstoles vivientes, así como de otros líderes de la Iglesia.
“Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho… sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (D. y C. 1:38).
Una promesa profética
“No podemos obligar a los hijos de Dios a elegir el camino a la felicidad. Dios no puede hacer eso a causa del albedrío que Él nos ha dado.
“El Padre Celestial y Su amado Hijo aman a todos los hijos de Dios sin importar lo que decidan hacer o lo que lleguen a ser. El Salvador pagó el precio de todos los pecados, no importa cuán atroces sean. A pesar de que debe haber justicia, se extiende la oportunidad de la misericordia, la cual no robará a la justicia… Siempre podemos obtener ánimo de la seguridad de que todos sentimos una vez el gozo de estar juntos como miembros de la amada familia de nuestro Padre Celestial. Con la ayuda de Dios, todos podemos volver a sentir esa esperanza y ese gozo”.
Presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, “A mis nietos”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 71, 72.
Palabras proféticas sobre problemas mentales y emocionales
“¿Cuál es la mejor manera de actuar cuando ustedes o sus seres amados afronten dificultades mentales o emocionales? Ante todo, nunca pierdan la fe en el Padre Celestial, quien los ama más de lo que pueden comprender… Nunca jamás duden eso ni nunca endurezcan sus corazones. Fielmente sigan las buenas prácticas de devoción que invitan al Espíritu del Señor a sus vidas. Busquen el consejo de los que poseen las llaves de su bienestar espiritual. Pidan y atesoren las bendiciones del sacerdocio. Participen de la Santa Cena cada semana y aférrense a las promesas de perfección en la expiación de Jesucristo. Crean en los milagros. He visto suceder muchos de ellos cuando todo otro indicio decía que ya no había esperanza. La esperanza nunca se pierde. Si esos milagros no llegan enseguida, plenamente o nunca llegan, recuerden el angustioso ejemplo del Salvador: Si la amarga copa no pasa de nosotros, bebámosla y seamos fuertes, confiando en días más felices por delante…
“Testifico del día en que nuestros seres queridos que sufrían discapacidades en la vida terrenal se presentarán ante nosotros glorificados y grandiosos, asombrosamente perfectos en cuerpo y mente”.
Véase élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Como una vasija quebrada”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 41–42.