Hablamos de Cristo
Perdonar a mi exmarido
Estudiar el ejemplo de amor y perdón que dio el Salvador me ayudó a superar el dolor que sentí después de mi divorcio.
Cuando me vi en territorio desconocido, haciendo frente a un divorcio que no deseaba, sentí un dolor y un rechazo que nunca antes había sentido. Tenía cuarenta y tantos años y estaba sola para acabar de criar a mis hijos adolescentes, conservar mi trabajo de tiempo completo y pagar la hipoteca de la casa. Estaba abrumada, cansada y preocupada; pero, sobre todo, llena del dolor más increíble que había sentido jamás.
Debido a mi cimiento en el Evangelio y a mi deseo de vivir en rectitud, yo sabía que tenía que perdonar a mi exmarido. Sabía que era importante no criticarlo delante de nuestros hijos, pero ¿cómo iba a superar esos sentimientos de rechazo que me hacían desear clamar en agonía?
Día tras día, en mi angustia, acudía a las Escrituras buscando la dirección del Espíritu. Buscaba diligentemente noche y día. Necesitaba saber qué podía hacer yo personalmente en esta desconocida encrucijada de mi vida para seguir el ejemplo del Salvador y obedecer Su llamado a seguirlo.
Al estudiar las Escrituras, escribía cada atributo de Jesucristo que deseaba desarrollar en mi propia vida; registraba las enseñanzas de los relatos y las parábolas que Él compartió durante Su ministerio terrenal, y prestaba atención a las cosas sobre el perdón que me llegaban al corazón. Anotaba diligentemente en mi cuaderno las dificultades y pruebas que el Señor afrontó y cómo las superó.
Con el tiempo reconocí que Su dolor fue mucho mayor que el mío, y aun así perdonó a los que lo hirieron. Él fue un ejemplo perfecto. Ese cuaderno de notas, lleno de lecciones de la vida del Señor, se convirtió en una fuente de enorme fortaleza para mí; fue mi tabla de salvación. Siguiendo Su ejemplo, tomé la determinación de sobrellevar mi prueba lo mejor que pudiera. Estaba dispuesta a avanzar en medio de mi dolor,
¡y funcionó! Ahora, algunos años después, me siento bendecida de tener una buena relación con mi exmarido. Aun cuando él se ha vuelto a casar, nuestra relación como padres de nuestros hijos es amable y está libre de sufrimiento. Al seguir el ejemplo de Cristo de no criticarlo, superé los sentimientos negativos de dolor y rechazo. ¡Yo puedo amar!
Qué valiosa lección aprendí durante esa intensa prueba. Estoy agradecida por el ejemplo perfecto del Salvador. Él es mi Roca y mi cimiento; y nunca me siento sola. Tengo Su amor, Su expiación, Su ejemplo perfecto y el amor y las bendiciones de un amado Padre Celestial.