El evangelio verdadero, puro y sencillo de Jesucristo
Amar a Dios y a nuestros semejantes es el fundamento doctrinal de la ministración, del estudio centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia, de la adoración espiritual del día de reposo y de la obra de salvación.
Mis hermanos y hermanas, me resulta difícil creer que hace setenta y un años, en 1948, era misionero en Inglaterra, y que hace cuarenta y cuatro años, mi esposa Barbara y yo llevamos a nuestra familia a Canadá cuando fui presidente de la Misión Canadá Toronto. En abril de 1976, mientras servía allí, fui llamado al Primer Cuórum de los Setenta; y en 1985, inesperadamente, fui llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles. A diferencia de mis llamamientos anteriores, los cuales conllevaban un relevo futuro, el relevo de mi llamamiento en los Doce no es la mejor opción ahora mismo; sin embargo, ruego para que ese día llegue únicamente cuando haya terminado todo lo que el Señor me ha llamado a hacer.
Al pensar en mis últimos cuarenta y tres años de servicio como Autoridad General y en el privilegio que he tenido de ministrar a los hijos del Padre Celestial, he llegado a darme cuenta más plenamente de que Él desea que todos Sus hijos hallen paz, gozo y felicidad en la vida.
El profeta Lehi enseñó: “… existen los hombres [y las mujeres] para que tengan gozo”1. Hay muchas razones por las cuales es posible que la paz, el gozo y la felicidad nos eludan en esta vida; entre ellas la pobreza, las guerras, los desastres naturales y los reveses inesperados en el empleo, la salud y las relaciones familiares.
Aunque no podemos controlar muchas de esas fuerzas externas que afectan nuestra vida aquí en la tierra, al esforzarnos por llegar a ser discípulos fieles del Señor Jesucristo podemos hallar paz, gozo y felicidad, a pesar de las dificultades mundanas que giran a nuestro alrededor.
Uno de mis hijos me dijo en una ocasión: “Papá, me pregunto si algún día lo lograré”. Yo le respondí: “Todo lo que el Padre Celestial nos pide es que demos lo mejor de nosotros cada día”. Hermanos y hermanas, den lo mejor de ustedes día tras día y, antes de lo que imaginan, se darán cuenta de que su Padre Celestial los conoce y los ama. Cuando sepan eso —cuando lo sepan de verdad—, su vida tendrá un propósito real, cobrará sentido de verdad, y se llenarán de gozo y paz.
El Salvador, que es la Luz del mundo, dijo: “… para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas”2.
“Jesucristo es el nombre dado por el Padre, y no hay otro nombre dado, mediante el cual el hombre pueda ser salvo…
“así que, es preciso que todos los hombres [y mujeres] tomen sobre sí el nombre dado por el Padre”3.
Las Escrituras nos enseñan que Satanás quiere conducir a las personas a las tinieblas. Todo lo que hace es con el fin de bloquear la luz y la verdad del evangelio de Jesucristo. Tal como Lehi enseñó a sus hijos, el diablo “busca que todos los hombres sean miserables como él”4. Si la “obra y… gloria” del Padre Celestial es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna de [los hombres y las mujeres]”5, la “obra” de Lucifer es llevar a cabo la desdicha y la angustia interminable de los hijos de Dios. El pecado y la transgresión atenúan la luz de Cristo en nuestra vida. Por esa razón, nuestro objetivo es deleitarnos en la luz de Cristo, que nos brinda paz, gozo y felicidad.
Durante el último año y medio, el Señor ha inspirado a Su profeta y a los Apóstoles a implementar varios ajustes maravillosos. Sin embargo, me preocupa que los propósitos espirituales de esos ajustes acaben perdiéndose en el entusiasmo de los cambios en sí.
Joseph F. Smith dijo: “Se ha restaurado el evangelio de Jesucristo verdadero, puro y sencillo. Somos responsables de mantenerlo en la tierra”6. Él también añadió que el Evangelio verdadero, puro y sencillo son las “doctrinas de salvación de Cristo”7.
En los Artículos de Fe, el profeta José Smith enseñó que “por la expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio8”.
Los primeros principios del Evangelio son: fe en el Señor Jesucristo, arrepentimiento, bautismo, el don del Espíritu Santo y permanecer fieles hasta el fin. Su hermano Hyrum enseñó: “… predíquenlos una y otra vez: encontrarán que día tras día se les revelarán nuevos conceptos y luz adicional en cuanto a ellos, podrán estudiarlos más a fondo a fin de comprenderlos claramente, y entonces podrán impartirlos de tal manera que sean más claros para las personas a las que enseñen”9.
La mejor manera en que podemos ver los propósitos espirituales de la Iglesia consiste en vivir las enseñanzas verdaderas, puras y sencillas de Cristo, y poner en práctica los dos grandes mandamientos del Salvador: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”10.
La obediencia a esos dos mandamientos es el medio para sentir más paz y gozo. Cuando amemos y sirvamos al Señor, y amemos y sirvamos al prójimo, sentiremos de forma natural mayor felicidad, y esa es la mejor manera de obtenerla.
Amar a Dios y amar al prójimo es el fundamento doctrinal de la ministración; del aprendizaje centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia; de la adoración espiritual en el día de reposo; y de la obra de salvación a ambos lados del velo, con el apoyo de la Sociedad de Socorro y el cuórum de élderes. Todo ello se basa en los mandamientos divinos de amar a Dios y amar al prójimo. ¿Puede haber algo más básico, más fundamental y más sencillo que esto?
Vivir el plan del Evangelio verdadero, puro y sencillo nos permitirá contar con más tiempo para visitar a las viudas, los viudos, los huérfanos, los que estén solos, los enfermos y los pobres. Hallaremos paz, gozo y felicidad en nuestra vida al prestar servicio al Señor y al prójimo.
Los ajustes del día de reposo que hacen hincapié en el aprendizaje y el estudio del Evangelio centrados en el hogar y apoyados por la Iglesia brindan la oportunidad de renovar nuestro espíritu y nuestra devoción a Dios dentro de las paredes de nuestro hogar. ¿Qué podría ser más sencillo, básico y profundo? Hermanos y hermanas, ¿pueden ver que el aprendizaje y la enseñanza del Evangelio en nuestra familia constituyen una vía importante para hallar gozo y felicidad en la vida?
El Salvador, refiriéndose al día de reposo, dijo: “… porque, en verdad, este es un día que se te ha señalado para descansar de tus obras y rendir tus devociones al Altísimo”11. Él añadió: “… que [el] gozo sea cabal… [al] regocijarse y orar… si hacéis estas cosas con acción de gracias, con corazones y semblantes alegres… [y] con corazones felices y semblantes alegres”12.
Fíjense en algunas de las palabras fundamentales de esta revelación: gozo, regocijarse, acción de gracias, corazones alegres, corazones felices y semblantes alegres. A mí me parece que la observancia del día de reposo debería ponernos una sonrisa en el rostro.
Al ministrar de una manera más elevada y santa, tengan en cuenta lo esencial que es saludar a todos los que asisten a las reuniones de nuestra Iglesia, en particular a los miembros nuevos y los visitantes. Todos deberíamos disfrutar al cantar los himnos y escuchar con atención las palabras de las oraciones sacramentales, con el corazón y la mente abiertos.
Los testimonios de fe de nuestras reuniones de ayuno y testimonio los inicia un miembro del obispado, que comparte un breve testimonio centrado en el plan de felicidad y en el evangelio verdadero, puro y sencillo de Cristo. Los demás debemos seguir ese ejemplo. Debemos recordar que hay otros lugares adecuados para contar relatos o compartir aventuras de viajes. Al mantener nuestros testimonios simples y centrados en el evangelio de Jesucristo, Él nos renovará espiritualmente conforme compartamos nuestro testimonio los unos con los otros.
La ministración eficaz se ve mejor al enfocarnos en amar a Dios y amar a nuestro prójimo. En pocas palabras, ministramos porque amamos a nuestro Padre Celestial y a Sus hijos. Nuestra labor de ministración tendrá más éxito si ministramos de manera sencilla. El mayor gozo proviene de las cosas sencillas de la vida; así que, debemos tener cuidado y no pensar que hay que ampliar cualquiera de los ajustes que hemos recibido para edificar la fe y un testimonio fuerte en el corazón de los hijos de Dios.
No compliquemos las cosas con más reuniones, expectativas ni requisitos. Simplifiquen. En esa simplicidad, hallarán la paz, el gozo y la felicidad que he mencionado.
Durante años, los propósitos del liderazgo de la Iglesia, tal como se indica en el Manual 2, son resultados claros y sencillos. De allí cito:
“Los líderes instan a todos los miembros a recibir todas las ordenanzas esenciales del sacerdocio, así como a guardar los convenios relacionados con ellas y a hacerse merecedores de la exaltación y la vida eterna…
“Adultos: Animen a cada adulto a ser digno de recibir las ordenanzas del templo. Enseñen a todos los adultos a buscar los nombres y los datos de sus antepasados y a efectuar las ordenanzas vicarias del templo por ellos.
“Jóvenes:: Ayuden a cada uno de los hombres jóvenes a prepararse para recibir el Sacerdocio de Melquisedec, así como para recibir las ordenanzas del templo y ser dignos de servir una misión de tiempo completo. Ayuden a cada una de las mujeres jóvenes a ser dignas de hacer y guardar convenios sagrados y de recibir las ordenanzas del templo. Fortalezcan a los jóvenes por medio de la participación en actividades significativas.
“Todos los miembros:: Ayuden a los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares, a los consejos de barrio, a los misioneros de barrio y de tiempo completo y a los miembros para que trabajen cooperativamente en un esfuerzo equilibrado para rescatar a las personas, fortalecer a las familias y las unidades de la Iglesia, aumentar la actividad del sacerdocio y congregar a Israel por medio de la conversión, retención y activación. Enseñen a los miembros a proveer para sí mismos y para sus familias, y a ayudar al pobre y al necesitado a la manera del Señor”13.
Mi servicio en la Iglesia me ha bendecido con muchas experiencias espirituales extraordinarias y especiales. Soy testigo de que el Señor dirige Su Iglesia para lograr Sus propósitos. He recibido guía divina muy por encima de mi capacidad. Para mí, el gozo de vivir el Evangelio se ha centrado en la doctrina y el evangelio verdaderos, puros y sencillos de Jesucristo.
He prestado servicio bajo las llaves y la dirección de seis profetas y Presidentes de la Iglesia, desde Spencer W. Kimball hasta Russell M. Nelson. Testifico que cada uno de ellos fue y es el profeta escogido de Dios. Ellos nos han enseñado principios fundamentales acerca de la Iglesia y de la doctrina de Cristo. El presidente Nelson está haciendo avanzar la obra del Señor a un ritmo tan acelerado que nos deja sin aliento. Digo “que nos deja sin aliento” porque él es el único de las Autoridades Generales que es mayor que yo, ¡y me está costando seguirle el ritmo! Soy testigo de que a él se le han conferido las llaves del sacerdocio y el manto de profeta de Dios. El presidente Nelson enseña el evangelio verdadero, puro y sencillo de Jesucristo. Doy testimonio de que Jesús es el Cristo y esta es Su Iglesia. De ello testifico humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.