Palabras de clausura
Dediquemos y redediquemos nuestra vida al servicio de Dios y de Sus hijos, a ambos lados del velo.
Mis queridos hermanos y hermanas, al llegar al final de esta histórica conferencia, doy gracias al Señor por Su inspiración y protección. Los mensajes nos han instruido y edificado.
No se asignaron temas a los discursantes, sino que cada uno de ellos oró para recibir revelación personal al preparar su mensaje. En mi opinión, es extraordinario cómo esos temas armonizan uno con otro. Al estudiarlos, procuren aprender lo que el Señor está intentando enseñarles a ustedes por medio de Sus siervos.
La música ha sido gloriosa. Estamos muy agradecidos a los muchos músicos que han combinado sus talentos para traer el Espíritu del Señor a cada sesión; y Él ha bendecido las oraciones y a las congregaciones en cada sesión. Ciertamente, la conferencia ha vuelto a ser un banquete espiritual para todos nosotros.
Esperamos y rogamos que el hogar de cada miembro se convierta en un verdadero santuario de fe en el que pueda morar el Espíritu del Señor. A pesar de la contención que nos rodea, el hogar de una persona puede llegar a ser un lugar celestial, donde el estudio, la oración y la fe se unan con amor. Verdaderamente podemos llegar a ser discípulos del Señor al defenderlo y hablar en Su nombre, dondequiera que estemos.
El objetivo de Dios debería ser nuestro objetivo. Él quiere que Sus hijos elijan regresar a Él, preparados, cualificados, investidos, sellados y fieles a los convenios que hicieron en los santos templos.
Actualmente tenemos 162 templos dedicados. Los más antiguos son monumentos a la fe y a la visión de nuestros amados pioneros. Cada templo construido por ellos resultó de su enorme sacrificio y esfuerzo personal. Cada uno de ellos se erige como una joya impresionante en la corona de los logros de los pioneros.
Tenemos la responsabilidad sagrada de cuidar de ellos. Por lo tanto, esos templos de los pioneros iniciarán dentro de poco un período de renovación y actualización y, en algunos casos, una importante restauración. En la medida de lo posible, se procurará preservar el legado histórico singular de cada templo, para preservar la inspiradora belleza y la artesanía singular de las generaciones que vivieron hace tanto tiempo.
Ya se han publicado los detalles relativos al Templo de Saint George, Utah. El sábado 19 de abril de 2019 se anunciarán los planes de renovación del Templo de Salt Lake, la Manzana del Templo y la plaza que se encuentra junto al edificio de las Oficinas Generales de la Iglesia.
Durante los próximos años también se renovarán los Templos de Manti y Logan, Utah. Esos planes se anunciarán una vez que se hayan preparado.
Esta labor conllevará el cierre de cada templo durante un tiempo. Los miembros de la Iglesia podrán seguir disfrutando de la adoración y el servicio en el templo en otros templos cercanos. Cuando finalice cada proyecto, se rededicará cada templo histórico.
Hermanos y hermanas, consideramos que un templo es la estructura más sagrada de la Iglesia. Cuando anunciamos los planes de construcción de un templo nuevo, ese edificio pasa a formar parte de nuestra historia sagrada. Ahora, escuchen con atención y reverencia. Si anuncio un templo en un lugar que sea especial para ustedes, permítanme sugerirles que, simplemente, inclinen la cabeza para ofrecer una oración de gratitud en silencio y en el corazón. No queremos exclamaciones que distraigan de la naturaleza sagrada de esta conferencia y los santos templos del Señor.
Hoy nos complace anunciar planes de construcción de más templos, que se edificarán en los lugares siguientes:
Pago Pago, Samoa Estadounidense; Ciudad de Okinawa, Okinawa; Neiafu, Tonga; Valle de Tooele, Utah; Moses Lake, Washington; San Pedro Sula, Honduras; Antofagasta, Chile; Budapest, Hungría.
Gracias, mis queridos hermanos y hermanas.
Al hablar de nuestros templos, tanto de los antiguos como de los nuevos, expresemos, todos nosotros, con nuestras acciones, que somos discípulos verdaderos del Señor Jesucristo. Ruego que renovemos nuestra vida por medio de nuestra fe y confianza en Él; que alcancemos el poder de Su Expiación arrepintiéndonos cada día; y que dediquemos y redediquemos nuestra vida al servicio de Dios y de Sus hijos, a ambos lados del velo.
Les dejo mi amor y mi bendición, y les aseguro que la revelación continúa en esta, la Iglesia del Señor, y que continuará “hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida”1.
¡Así los bendigo y doy mi testimonio de que Dios vive! ¡Jesús es el Cristo! Esta es Su Iglesia. Nosotros somos Su pueblo. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.