Dios hará algo inimaginable
Dios ha preparado a Sus hijos y Su Iglesia para este momento.
Poco después de llegar al valle del Lago Salado, los Santos de los Últimos Días comenzaron a construir su templo sagrado. Sintieron que finalmente habían encontrado un lugar donde podían adorar a Dios en paz y ser libres de persecución.
Sin embargo, justo cuando los cimientos del templo estaban casi terminados, un ejército de soldados de los Estados Unidos se acercó para imponer por la fuerza a un nuevo gobernador.
Dado que los líderes de la Iglesia no sabían cuán hostil sería el ejército, Brigham Young ordenó a los santos que desalojaran y enterraran los cimientos del templo.
Estoy seguro de que algunos miembros de la Iglesia se preguntaron por qué se frustraban constantemente sus esfuerzos por edificar el Reino de Dios.
Al final, el peligro pasó y se excavaron e inspeccionaron los cimientos del templo. Fue entonces cuando los pioneros constructores descubrieron que algunas de las piedras de arenisca originales se habían agrietado, por lo cual resultaban inadecuadas como cimientos.
Por consiguiente, Brigham Young les pidió que repararan los cimientos para que de manera adecuada pudiesen sostener las paredes1 de granito del majestuoso Templo de Salt Lake2. Por fin, los santos pudieron cantar el himno “Qué firmes cimientos”3 y saber que su santo templo se había construido sobre cimientos sólidos que durarían generaciones.
Este relato puede enseñarnos cómo Dios se vale de la adversidad para llevar a cabo Sus propósitos.
Una pandemia a nivel mundial
Si esto les resulta familiar dadas las circunstancias en las que nos encontramos hoy en día, es porque así es.
Dudo que haya una persona que escuche mi voz o lea mis palabras que no haya sido afectada por la pandemia mundial.
Para aquellos que lloran la pérdida de familiares y amigos, lloramos con ustedes. Rogamos a nuestro Padre Celestial que los consuele y los reconforte.
Las consecuencias a largo plazo de este virus van más allá de la salud física. Muchas familias han perdido ingresos y están amenazadas por el hambre, la incertidumbre y la aprensión. Admiramos los esfuerzos abnegados de tantas personas para prevenir la propagación de esta enfermedad. Nos sentimos humildes por el sacrificio silencioso y los nobles esfuerzos de aquellos que han arriesgado su propia seguridad para ayudar, sanar y apoyar a las personas necesitadas. Nuestro corazón está lleno de gratitud por la bondad y compasión de ustedes.
Oramos fervorosamente para que Dios abra las ventanas de los cielos y llene su vida con Sus bendiciones eternas.
Somos semillas
Todavía hay muchas incógnitas sobre este virus, pero si hay algo que sé, es que este virus no tomó por sorpresa a nuestro Padre Celestial. No tuvo que reunir batallones adicionales de ángeles, convocar reuniones de emergencia ni desviar recursos del departamento de creación de mundos para manejar una necesidad inesperada.
Mi mensaje hoy es que, aunque esta pandemia no es lo que queríamos ni esperábamos, Dios ha preparado a Sus hijos y Su Iglesia para este momento.
Sobrellevaremos esto, sí, pero haremos algo más que limitarnos a apretar los dientes, aguantar y esperar a que las cosas vuelvan a la antigua normalidad; avanzaremos y, como resultado, seremos mejores.
En cierto modo, somos semillas; y para que las semillas alcancen su potencial, deben enterrarse antes de que puedan brotar. Soy testigo de que, aunque a veces nos sintamos sepultados por las pruebas de la vida o rodeados de tinieblas emocionales, el amor de Dios y las bendiciones del evangelio restaurado de Jesucristo harán que surja algo inimaginable.
Las dificultades dan como resultado bendiciones
Cada dispensación ha enfrentado sus épocas de pruebas y dificultades.
Enoc y su pueblo vivieron en una época de maldad, guerras y derramamiento de sangre. “… mas el Señor vino y habitó con Su pueblo”. Él tenía algo inimaginable en mente para ellos. Los ayudó a establecer Sion, un pueblo que era “uno en corazón y voluntad” y que “viví[a] en rectitud”4.
El joven José, el hijo de Jacob, fue arrojado a una cisterna, vendido como esclavo, traicionado y abandonado5. José debió haberse preguntado si Dios lo había olvidado. Dios tenía algo inimaginable en mente para José. Usó ese período de prueba para fortalecer el carácter de José y ponerlo en una posición que le permitiera salvar a su familia6.
Piensen en el profeta José Smith cuando estaba recluido en la cárcel de Liberty, en cómo suplicó alivio para los santos que sufrían. Debió haberse preguntado cómo se podría establecer Sion en esas circunstancias, pero el Señor le habló palabras de paz y la gloriosa revelación que siguió brindó paz a los santos, y continúa brindándonos paz a ustedes y a mí7.
¿Cuántas veces en los primeros años de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se desesperaron los santos y se preguntaron si Dios los había olvidado? No obstante, a lo largo de persecuciones, peligros y amenazas de exterminio, el Señor Dios de Israel tenía algo más en mente para Su rebañito. Algo inimaginable.
¿Qué aprendemos de estos ejemplos y de otros cientos que se hallan en las Escrituras?
Primero, a los justos no se les da un pase libre que les permite evitar los valles de sombra. Todos debemos atravesar momentos difíciles, porque es en esos momentos de adversidad cuando aprendemos principios que fortalecen nuestro carácter y nos hacen acercarnos más a Dios.
Segundo, nuestro Padre Celestial sabe que sufrimos y, debido a que somos Sus hijos, no nos abandonará8.
Piensen en la persona compasiva, el Salvador, que pasó gran parte de Su vida ministrando a los enfermos, los solitarios, los que dudaban, los desesperanzados9. ¿Creen que Él está menos preocupado por ustedes hoy en día?
Mis queridos amigos, mis amados hermanos y hermanas, Dios los cuidará y pastoreará durante estos tiempos de incertidumbre y temor. Él los conoce; Él escucha sus súplicas. Él es fiel y confiable; Él cumplirá Sus promesas.
Dios tiene algo inimaginable en mente para ustedes en forma individual y para la Iglesia en forma colectiva: una obra maravillosa y un prodigio.
Te damos, Señor, nuestras gracias
Nuestros mejores días están por llegar, no han pasado ya. ¡Es por eso que Dios nos da la revelación moderna! Sin ella, la vida podría sentirse como volar en un circuito de espera, esperando que la niebla se disipe para poder aterrizar con seguridad. Los propósitos del Señor para con nosotros son mucho más elevados. Debido a que esta es la Iglesia del Cristo viviente, y debido a que Él dirige a Sus profetas, estamos avanzando y ascendiendo a lugares en los que nunca hemos estado, ¡a alturas que difícilmente podemos imaginar!
Ahora bien, eso no significa que no experimentaremos turbulencias en nuestro vuelo a través de la vida terrenal. No significa que no habrá fallas inesperadas en los instrumentos, fallas mecánicas ni desafíos meteorológicos serios. De hecho, las cosas podrían empeorar antes de mejorar.
Como piloto de combate y capitán de una aerolínea, aprendí que, si bien no podía elegir la adversidad que encontraría durante un vuelo, sí podía elegir cómo me preparaba y cómo reaccionaba. Lo que se necesita en momentos de crisis es una confianza tranquila y lúcida.
¿Cómo lo hacemos?
Afrontamos los hechos y volvemos a lo fundamental, a los principios básicos del Evangelio, a lo que más importa. Ustedes fortalecen su conducta religiosa privada, como la oración, el estudio de las Escrituras y el guardar los mandamientos de Dios. Toman las decisiones basándose en las mejores prácticas comprobadas.
Se concentran en las cosas que pueden hacer, y no en aquello que no pueden hacer.
Se arman de fe y prestan atención a las palabras de guía del Señor y de Su profeta para que los conduzcan a un lugar seguro.
Recuerden, esta es la Iglesia de Jesucristo: Él está al timón.
Piensen en los muchos avances inspirados que ocurrieron solo en la última década. Por mencionar unos pocos:
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Se volvió a poner énfasis en la Santa Cena como centro de nuestra adoración del día de reposo.
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Se proporcionó Ven, sígueme como herramienta centrada en el hogar y apoyada por la Iglesia para fortalecer a las personas y las familias.
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Dimos inicio a una manera más elevada y más santa de ministrar a todos.
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El uso de la tecnología para compartir el Evangelio y llevar a cabo la obra del Señor se ha extendido por toda la Iglesia.
Incluso estas sesiones de la conferencia general no serían posibles sin las maravillosas herramientas tecnológicas.
Hermanos y hermanas, con Cristo al timón, las cosas no solo saldrán bien; serán inimaginables.
La obra del recogimiento de Israel sigue adelante
Al principio, pudo haber parecido que una pandemia a nivel mundial sería un obstáculo para la obra del Señor. Por ejemplo, los métodos tradicionales de compartir el Evangelio no han sido posibles. Sin embargo, la pandemia está poniendo de manifiesto formas nuevas y más creativas de llegar a los sinceros de corazón. La obra del recogimiento de Israel está aumentando en poder y entusiasmo; cientos y miles de historias dan fe de ello.
Una buena amiga, que vive en la hermosa Noruega, nos escribió a Harriet y a mí sobre un reciente aumento de bautismos: “En lugares donde la Iglesia es pequeña, ¡las ramitas se convertirán en ramas y las ramas en barrios!”.
En Letonia, una mujer que había descubierto la Iglesia al hacer clic en un anuncio de internet estaba tan emocionada de aprender sobre el evangelio de Jesucristo que se presentó a la cita una hora temprano, y antes de que los misioneros terminaran la primera lección, pidió una fecha para bautizarse.
En Europa del Este, una mujer que recibió una llamada de las misioneras exclamó: “Hermanas, ¿por qué no han llamado antes? ¡He estado esperando!”.
Muchos de nuestros misioneros están más ocupados que nunca. Muchos están enseñando a más personas que nunca. Hay una mayor conexión entre los miembros y los misioneros.
En el pasado, es posible que estuviéramos tan atados a los enfoques tradicionales que fue necesaria una pandemia para abrirnos los ojos. Quizás seguíamos construyendo con piedra arenisca cuando el granito ya estaba disponible. Por necesidad, ahora estamos aprendiendo a utilizar diversos métodos, incluso la tecnología, para invitar a las personas, de forma normal y natural, a venir y ver, venir y ayudar, y venir y pertenecer.
Su obra, Sus maneras
Esta es la obra del Señor. Él nos invita a encontrar Sus maneras de llevarla a cabo, que podrían diferir de nuestras experiencias pasadas.
Eso les sucedió a Simón Pedro y a otros discípulos que fueron a pescar en el mar de Tiberias.
“… aquella noche no pescaron nada.
“Y cuando ya amanecía, Jesús se presentó en la orilla […].
“Y él les dijo: Echad la red [al otro lado] de la barca y hallaréis”.
Echaron sus redes al otro lado y “no la podían sacar, por la gran cantidad de peces”10.
Dios ha revelado y continuará revelando Su mano todopoderosa. Llegará el día en que miraremos atrás y sabremos que, durante este tiempo de adversidad, Dios nos estaba ayudando a encontrar mejores maneras, Sus maneras, de edificar Su reino sobre cimientos firmes.
Doy mi testimonio de que esta es la obra de Dios y que Él continuará haciendo muchas cosas inimaginables entre Sus hijos, Su pueblo. Dios nos lleva en las palmas de Sus manos compasivas y bondadosas.
Testifico que el presidente Russell M. Nelson es el profeta de Dios en nuestros días.
Como Apóstol del Señor, los invito y los bendigo para “ha[cer] con buen ánimo cuanta cosa esté a [su] alcance; y entonces podr[án] permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo”11. Y prometo que el Señor hará que surjan cosas inimaginables de sus obras rectas. En el nombre de Jesucristo. Amén.